Definición de macroeconomía
La economía forma parte de las ciencias sociales y se centra en el análisis de los procesos de producción, intercambio y consumo de bienes y servicios. Se trata de la disciplina que estudia la satisfacción de necesidades ilimitadas con recursos escasos.
La macroeconomía, por su parte, es la rama de la economía que se encarga de estudiar los sistemas económicos de una región o país como un conjunto. Para esto utiliza magnitudes colectivas como la renta nacional o el nivel de empleo, entre otras.
La macroeconomía, por lo tanto, estudia el monto total de bienes y servicios producidos en un determinado territorio. Suele ser utilizada como una herramienta para la gestión política, ya que permite descubrir cómo asignar los recursos (escasos) para potenciar el crecimiento económico y mejorar el bienestar de la población.
Por lo general, los estudios macroeconómicos se realizan a nivel nacional (es decir, estudian los fenómenos económicos que acontecen dentro de un país a partir de las relaciones que mantienen los actores internos entre sí y con el exterior).
Ante la multiplicidad y complejidad de las relaciones económicas, se utilizan modelos macroeconómicos para facilitar los estudios, los cuales se basan en supuestos simplificadores.
El concepto opuesto a la macroeconomía es la microeconomía; en este caso, la disciplina se encarga del estudio del comportamiento económico de los agentes individuales (consumidores, trabajadores, empresas, etc.).
Tanto en la macroeconomía como la microeconomía, los factores estudiados deben considerarse a partir de las relaciones que establecen: un consumidor también puede ser productor e inversor, por ejemplo.
La Renta nacional
El valor monetario del total de bienes y servicios que se producen dentro de un país a lo largo de un año se conoce como Renta o Ingreso nacional. Es importante notar que no se deben sumar aquellos productos que no hayan estado disponibles en el mercado durante el período a analizar, ya que esto da como resultado un error denominado «doble contabilización«. Para no caer en este problema, se realiza la resta de la magnitud de los inputs que compra una compañía y los outputs que produce (los términos de origen inglés hacen referencia a ingresos y egresos, respectivamente).
Por otro lado, se toma en cuenta el valor añadido, un concepto que hace referencia a la serie de gastos que rodean la compra de materiales y servicios a terceros, tales como el pago de sueldos a los empleados, el alquiler de oficinas o edificios, y los intereses derivados del capital que se pide prestado, entre otros. Si se suman todos los valores añadidos que genera cada unidad de producción de un país a lo largo de un año, se obtiene la renta generada por el mismo.
La definición de renta nacional puede establecerse desde tres puntos de vista bien diferentes:
* como la magnitud de los servicios y los bienes que han sido producidos, asegurándose de no incurrir en el concepto de doble contabilización;
* como el total de las rentas que se perciben a través de los distintos factores de la producción;
* como la suma de los gastos, que pueden haber sido destinados a la adquisición de bienes de consumo o a la inversión.
Esto es así porque el valor del total de producción se distribuye (o se reparte) entre todos y cada uno de los factores que forman parte de la producción. Dado que los productos que una empresa no consigue vender, o sea que acumula en sus depósitos (conocido como stock involuntario), se considera como una inversión (desde una perspectiva económica), siempre es posible verificar que la magnitud de ahorro equivale a la de inversión.
Cabe mencionar, por último, que los gastos públicos que realiza el Estado para adquirir bienes y servicios (tales como equipos informáticos, material de oficina, sueldos de los funcionarios y armas) también forman parte de la renta nacional.