Definición de fosa oceánica
El vocablo latino fodĕre, que puede traducirse como “cavar”, se convirtió en fossa, que a nuestro idioma llegó como fosa. Así se denomina a una cavidad o una excavación. Oceánico, por su parte, es aquello vinculado al océano (el mar que separa los continentes y que cubre gran parte de la superficie de nuestro planeta).
La idea de fosa oceánica, en este marco, alude a una depresión del fondo submarino que se halla junto al continente o cerca de las costas de islas de origen volcánico. Estos hundimientos pueden tener una profundidad de más de diez kilómetros y presentar aguas con temperaturas de entre 0° C y 2° C.
El océano Pacífico presenta la mayor cantidad de fosas oceánicas y aquellas de mayor profundidad. Hasta ahora, la fosa de las Marianas es la fosa oceánica más profunda que se conoce. Se encuentra al sudeste de las islas Marianas, en el Pacífico noroccidental.
La zona más profunda de la fosa de las Marianas se conoce como abismo Challenger. A lo largo de la historia se realizaron varias expediciones para explorar este lugar: en 2012, el cineasta James Cameron llegó a más de 10 898 metros de profundidad en el sumergible Deepsea Challenger.
Las fosas oceánicas se generan cuando dos placas tectónicas se encuentran y chocan, haciendo que la más densa se introduzca debajo de la otra. Este fenómeno, conocido como subducción, provoca el hundimiento del suelo submarino: es decir, origina la fosa oceánica.
El concepto de subducción se halla en el marco de la tectónica de placas, una teoría de la geología que sirve para explicar el modo en el que se estructura la litosfera, es decir, la capa rígida que recubre la superficie de nuestro planeta. Este proceso en el cual se hunde una zona oceánica de una placa por debajo del límite de otra, tiene lugar en un gran número de zonas de subducción.
En la actualidad, casi todas las zonas de subducción se encuentran en el denominado cinturón de fuego del Pacífico, aunque también es posible encontrar otras en algunas regiones de las Antillas, la costa índica de Indonesia y el mar Mediterráneo. Es precisamente en estas zonas que se forman las fosas oceánicas, donde se da la convergencia y la colisión de dos placas litoféricas.
Si tomamos el caso de la fosa de Perú-Chile, también conocida por el nombre de fosa de Atacama, estamos ante un claro ejemplo de la consecuencia de una colisión entre dos placas: la oceánica de Nazca (una ciudad ubicada al sur de Perú) y la continental de América del Sur.
En las zonas de subducción donde se encuentran las fosas oceánicas también hay una actividad sísmica de considerable intensidad, que se origina a causa de tres fenómenos protagonizados por las dos placas: el rozamiento, la compresión y la tensión. Todo esto suele dar comienzo a los tsunamis y los terremotos de Indonesia y Japón, por ejemplo.
Cuando la placa subducida llega a la astenosfera (la parte superior del manto que se encuentra bajo la litosfera) se funde y en este estado asciende para dar origen a un volcán. De acuerdo con las características propias de cada placa, es posible que la actividad dé origen a arcos de islas (un tipo de archipiélago) o que se genere una cordillera, como son los casos de las Islas de la Sonda y la fosa de las Marianas, respectivamente.
La fosa de Tonga, la fosa de Japón, la fosa de las Kuriles, la fosa de Filipinas y la fosa de Kermadec son otras fosas oceánicas de más de diez kilómetros de profundidad. Cabe destacar que, pese a ser tan profundas, en estas fosas viven diversas especies.