Definición de escultura

La escultura es una disciplina artística que consiste en la creación de figuras a partir de acciones como esculpir o tallar distintos materiales. El término, procedente del vocablo latino sculptūra, también se utiliza para nombrar a la obra resultante de esta labor.

El individuo que hace esculturas recibe el nombre de escultor. Su tarea consiste en crear volúmenes que le permiten representar una imagen o transmitir una idea. Hay esculturas de piedra, barro, madera, bronce, oro y otros materiales.

Las esculturas pueden tener una finalidad mágica o ritual. En esos casos, la obra va más allá de la estética, ya que se le atribuyen diversos significados. Actualmente, de todos modos, a la escultura se la suele considerar como una obra artística, sin ninguna otra carga simbólica.

Existen múltiples tipos de escultura.

Orígenes de la escultura

Las primeras esculturas fueron realizadas en la Prehistoria, hace cientos de miles de años. Por entonces se producían con piedras o huesos. Con el tiempo el hombre empezó a utilizar otros materiales.

Si nos situamos específicamente en el continente europeo, las manifestaciones más antiguas de la escultura las encontramos en el Paleolítico inferior, es decir en el primer periodo de la primera etapa de la Edad de Piedra, también llamada periodo Paleolítico. En esa época tan remota, el ser humano usaba un mineral llamado sílex, el cual cortaba por medio de la percusión contra otra roca. Más tarde, comenzó a utilizar el grabado, así como el relieve, técnica que practicó tanto sobre piedra como sobre hueso de origen animal.

Venus paleolíticas

La escultura prehistórica se asocia a menudo con unas figuras humanas de gran exhuberancia que fueron creadas hace alrededor de treinta mil años. Se trata de las famosas venus paleolíticas, una serie de estatuas femeninas que supuestamente exaltaban la fertilidad desde un punto de vista artístico. Dos de los exponentes más importantes de ese grupo son la Venus de Lespugue y la Venus de Willendorf.

Ya en el Paleolítico superior, el último de los periodos del Paleolítico, abundaban los objetos grabados o tallas que en un primer momento eran relativamente primitivos, ya que pasaron de tener decoraciones de poca complejidad a representaciones de animales adaptadas a la superficie del hueso. Otro material muy común de ese entonces era la arcilla; en el Cercano Oriente, India, China y Egipto, de donde provienen algunos de los ejemplares más antiguos de la escultura, había hornos de alfarería cuatro milenios antes de Cristo.

El David de Miguel Ángel es una de las esculturas más famosas del mundo.

El metal en la escultura

Sin lugar a duda, la escultura dio un salto cuando el ser humano comprendió cómo trabajar el metal. En primer lugar, este avance tuvo lugar con el bronce, y más tarde aparecieron las técnicas para manipular el hierro, gracias a lo cual surgieron herramientas más eficaces, además de materiales para las propias obras.

Construir una obra en arcilla y luego hacer el vaciado en bronce es un proceso que data de la Antigua Grecia y del Imperio Romano, pero se sigue usando al día de hoy.

Los guerreros de terracota y los moáis

Por sus características, muchas esculturas han quedado en la historia y son famosas a nivel mundial. Los guerreros de terracota, por ejemplo, son más de 8000 esculturas que fueron creadas unos doscientos años antes de Cristo y enterradas junto al emperador chino Qin Shi Huang. Cada una de estas figuras, desarrolladas en tamaño real, tiene sus propios rasgos.

En la Isla de Pascua, por otra parte, existen los moáis: inmensas esculturas que fueron talladas durante varios siglos por los aborígenes. Hay moáis que pesan más de diez toneladas.

El David, una escultura icónica

A comienzos del siglo XVI, Miguel Ángel creó su escultura más popular: el David, que muestra al rey bíblico antes de luchar contra Goliat.

Esta figura, que se encuentra en la ciudad italiana de Florencia, mide más de cinco metros y es una joya renacentista.

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