¿Qué es el realismo literario?
El realismo literario es un movimiento del siglo XIX que se propuso representar y analizar la realidad de manera objetiva y crítica, en oposición al idealismo romántico.
Los escritores realistas se detenían a observar las contradicciones surgidas en su contexto y deseaban mostrar la realidad en ciernes. Por ello, rechazaban el idealismo del movimiento romántico, considerado evasivo y egocéntrico.
La novela fue la expresión más difundida y más popular del realismo literario. Sin embargo, también se expresó en el cuento, el teatro y la poesía. En todas sus manifestaciones, reivindicaba el lenguaje directo y la realidad concreta como tema.
El origen del realismo literario puede situarse hacia mediados del siglo XIX en Francia. Desde allí se extendió a otros países de Europa occidental y América. Entre ellos, Inglaterra, Rusia, España, Portugal, Alemania y Estados Unidos, entre otros.
El programa del realismo literario penetró también las artes plásticas. Sin embargo, la pintura realista no tuvo la misma receptividad que la literatura, que influyó en otras corrientes como el naturalismo y se mantuvo vigente por varias décadas.
Características del realismo literario
El realismo literario se caracterizó por su compromiso social, la representación de la realidad tal como era percibida, el afán de objetividad y la claridad del discurso. Todo esto se despliega en los siguientes puntos.
Compromiso moral, político y humanitario
Preocupado por los problemas sociales, el realismo literario se caracteriza por un declarado compromiso moral, político y/o humanitario. Piensa en el escritor como alguien con la responsabilidad de denunciar las contradicciones sociales y las injusticias.
Representación de la realidad
La realidad concreta es vista como materia de creación, sin excluir los elementos desagradables. Los escritores prefieren aquellos aspectos evadidos frecuentemente en el arte romántico, tales como los problemas y contradicciones sociales.
Para el realismo, todo elemento de la realidad es digno de representación. No se oculta nada solo porque pueda parecer desagradable, pobre, feo, escandaloso o inmoral. Esto no quiere decir que el realismo sea grotesco o vulgar. Por el contrario, la objetividad en la descripción favorece el cuidado de la forma del discurso.
Cientificismo y objetividad
La investigación científica fue parte de los recursos que utilizaban los escritores para garantizar la objetividad. Ningún detalle podía quedar sujeto a la especulación. Un ejemplo es Flaubert, quien para narrar con detalle la muerte de Madame Bovary, se documentó en la literatura médica de la época.
Verosimilitud
El cientificismo y la objetividad narrativa están atadas a la búsqueda de verosimilitud. Ni la fantasía ni la elucubración tienen cabida en el realismo. La realidad descrita debe ser creíble, percibida como una posibilidad real para el lector, ya sea porque se identifique en ella, ya sea porque le obliga a reconocer la realidad social silenciada en el orden establecido.
Predominio del narrador omnisciente
La literatura realista prefiere el narrador omnisciente. Esto se debe a dos factores. Por un lado, el narrador omnisciente sabe más que los personajes y esto permite abundar en detalles o enfoques. Por otro lado, como el narrador omnisciente no participa en la acción, favorece la sensación de objetividad, sea que se limite a narrar los hechos o que los sancione.
Linealidad narrativa
La estructura narrativa del realismo suele ser lineal. Significa que la línea temporal del relato acostumbra ser cronológica, sin saltos temporales. Esto no impide que puedan ser presentados al lector antecedentes, recuerdos o pensamientos del pasado que expliquen una determinada acción.
Lenguaje claro, objetivo y directo
Los escritores del realismo optan por el uso del lenguaje directo. Prefieren describir las cosas de manera clara y objetiva, aun cuando puedan abundar en detalles explicativos y descripciones pormenorizadas. Se prescinde de la ambigüedad discursiva y se exponen claramente las cosas tal como son entendidas por el autor.
Personajes comunes
El realismo fija su atención en los personajes comunes. Suele preferir los personajes de la clase media y burguesa o de los sectores populares. Los personajes nobles dejan de ser centrales o reciben un tratamiento diferente. Los personajes mitológicos o legendarios, tan presentes en la literatura del pasado, son retirados del realismo.
Temas del realismo
Los realistas se ocupan de representar la realidad social. Sin embargo, el tema que concentrará la mayor atención será la burguesía. Son presentes asuntos como las transformaciones sociales, la pobreza y la exclusión; las tensiones entre la aristocracia y la burguesía; la ambición y el ascenso social; la crisis de las instituciones sociales –como el matrimonio (adulterio y divorcio)–; el rol social de la mujer; etc.
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Autores más importantes del realismo literario
- Henry Bayle "Stendhal" (Francia, 1783- 1842). Obras más conocidas: Rojo y negro; Amancia; La cartuja de Parma.
- Honoré de Balzac (Francia, 1799-1875). Obras más conocidas: Eugenia Grandet; La piel de zapa; Papá Goriot.
- Gustave Flaubert (Francia, 1821-1880). Obras más conocidas: Madame Bovary; La educación sentimental; La tentación de San Antonio.
- Charles Dickens (Inglaterra, 1812-1870). Obras más conocidas: Oliver Twist; Cuento de navidad; David Copperfield.
- Mark Twain (Estados Unidos, 1835-1910). Obras más conocidas: Las aventuras de Tom Sawyer; Las aventuras de Huckleberry Finn; El príncipe y el mendigo.
- Fiodor Dostoyevski (Rusia, 1821-1881). Obras más conocidas: Crimen y castigo; Los hermanos Karamazov; El idiota.
- León Tolstoi (Rusia, 1828-1910). Obras más conocidas: Guerra y paz; Ana Karenina; La muerte de Iván Ilich.
- Antón Pavlovich Chejov (Rusia, 1860-1904). Obras más conocidas: El jardín de los cerezos; Tres hermanas; La gaviota.
- Benitó Pérez Galdós (España, 1843-1920). Obras más conocidas: Doña Perfecta, Misericordia, Fortunata y Jacinta.
- Eça de Queirós (Portugal, 1845-1900). Obras más conocidas: El crimen del padre Amaro; El primo Basilio; Los Maia.
- Theodor Fontane (Alemania, 1819-1898). Obras más conocidas: Effi Briest; Errores y extravíos; Irreversible.
- Alberto Blest Gana (Chile, 1830-1920). Obras más conocidas: Martín Rivas, El loco estero y Durante la Reconquista.
- Emilio Rabasa (México, 1856-1930). Obras más conocidas: La bola, El cuarto poder y La gran ciencia.
Obras más importantes del realismo literario
Rojo y negro, de Stendhal: es la historia de Julien Sorel, un joven hijo de un humilde carpintero que destaca por sus habilidades intelectuales. En medio de la transición entre el Antiguo Régimen y la revolución, la historia muestra a un Sorel ansioso por ascender socialmente.
Eugenia Grandet, de Honorè Balzac: Eugenia Grandet es hija de un rijo inversionista. Su corazón pertenece a su primo Charles, pero dos familias de alcurnia se disputan la mano de la joven. Eugenia se rebela contra el dictamen social.
Madame Bovary, de Gustave Flaubert: Madame Bovary, de posición económica modesta, es una infatigable lectora. Deseosa de una vida cosmopolita y apasionada, como los personajes librescos, se casa con el médico Charles Bovary. Pronto, descubre que está condenada al mundo doméstico.
Oliver Twist; de Charles Dickens: Oliver Twist es un niño huérfano que se enfrenta a un mundo hostil. Oliver escapa a la ciudad de Londres, y allí conoce el submundo del hampa. El joven demostrará sus inconmovibles valores éticos.
Crimen y castigo, de Dostoyevski: Rodión Ramanovich Raskolnikov es un joven estudiante, perteneciente a una familia con escasos recursos. Para evitar que su hermana se case por dinero para ayudar, Rodión decide asesinar y robar a una vieja rica y despiadada. Pero todo se complica.
Guerra y paz, de León Tolstoi: la novela inicia en el contexto de la invasión napoleónica a Rusia. Se trata de una novela de dimensiones monumentales, en la que se registran las experiencias de varias familias nobles rusas a lo largo de medio siglo.
El jardín de los cerezos, de Antón Chejov: es una pieza de teatro que retrata a una familia aristocrática rusa arruinada. Deberán decidir entre rematar su hacienda o convertirla en un centro vacacional, lo que implica destruir el jardín de los cerezos, símbolo de la tradición familiar.
Doña Perfecta, de Benito Pérez Galdós: Doña Perfecta es viuda y madre de Rosario, decide casarla con su sobrino Pepe. Entre los jóvenes nace un natural afecto, pero Pepe, ingeniero citadino, choca con la intolerante Doña Perfecta y el cura del pueblo, vigilante de sus propios intereses.
El crimen del padre Amaro, de Eça de Queirós: Amaro es un joven sacerdote encomendado a una parroquia tradicional portuguesa. Amparado en el clericalismo de la aristocracia local, se entrega a sus pasiones y corrompe a Amelia, una joven devota e ilusa, arrastrada al sufrimiento.
Las aventuras de Tom Sawyer, de Mark Twain: el joven huérfano Tom Sawyer vive en un pueblo de Misisipi a cargo de su tía Polly. Tom choca con el orden establecido de los adultos. La experiencias que vive junto a su amigo Huckleberry Finn, lo llevarán a convertirse en un adulto.
Historia del realismo literario
El contexto histórico del realismo se sitúa a mediados del siglo XIX. Se caracterizó por una acelerada transformación como consecuencia del triunfo de la revolución industrial, la aparición del proletariado, la división de la burguesía, el desarrollo de la prensa y la concurrencia de nuevas teorías sociales e ideologías (nacionalismo, liberalismo, socialismo, positivismo, marxismo, etc.).
La aparición de la prensa en el siglo XIX, favorecida por la alfabetización de la sociedad, le dio a la novela realista amplia difusión. Divulgada inicialmente por capítulos, la novela realista encontró buena acogida, pues trataba los temas que preocupaban a los lectores (mayormente burgueses) y al periodismo.
Los primeros autores del realismo en formarse una reputación sólida fueron los franceses Henri Beyle –mejor conocido como Stendhal–, Honorè Balzac y Gustave Flaubert. La rápida internacionalización de la información que posibilitaba la prensa, favoreció la influencia de estos autores en el resto de Europa y en América.
Con el tiempo, el espíritu crítico del realismo puso en duda la objetividad del movimiento. Esto dio lugar a una nueva corriente llamada naturalismo. El naturalismo no significó el fin del realismo, sino que ambas corrientes convivieron.
La diferencia programática estaría en que le naturalismo se propondría retratar y mostrar la realidad circundante sin hacer juicio moral o ético sobre ella. Algunos de sus grandes exponentes fueron Émile Zola y Guy de Maupassant.