Qué es Ductilidad:

Como ductilidad se designa la característica de algo dúctil. Una cosa dúctil, como tal, es aquella que tiene la propiedad de soportar ciertos grados de deformación sin romperse. La palabra ductilidad, en este sentido, deriva de dúctil, que a su vez proviene del latín ductĭlis.

Un metal que presente la cualidad de dúctil, por ejemplo, será un material que permita la deformación mecánica en frío sin riesgo de ruptura. Los metales dúctiles, en este sentido, son usados fundamentalmente para producir filamentos o alambres, como el cobre, que, además, debido a su gran conductividad, es empleado como conductor de energía eléctrica.

La ductilidad, sin embargo, puede referirse a cualquier otro tipo de materiales, no solamente los metálicos, que pueden deformarse sin quebrarse, como ciertas fibras, plásticos y elásticos.

Asimismo, la ductilidad es una cualidad del carácter que puede atribuirse a personas acomodaticias, blandas y condescendientes, que se adaptan fácilmente a situaciones o circunstancias, y que, en definitiva, son flexibles.

También es un error común referirse a la ductilidad como ductibilidad, siendo que el término correcto es únicamente ductilidad.

Por otro lado, lo opuesto a la ductilidad es la fragilidad, es decir, aquello que al ser sometido a fuerzas para ser deformado se rompe fácilmente. De allí que antónimos de ductilidad sean inflexibilidad, irreductibilidad y dureza.

Ductilidad en Química

En el área de la Química, la ductilidad se reconoce como una de las propiedades físicas de la materia. Como tal, es la capacidad que un material sólido presenta para ser deformado sin romperse, pudiendo ser estirado y convertido en alambres o filamentos, como es el caso del hierro o el cobre.

Ductilidad y maleabilidad

Mientras que un material dúctil es susceptible de ser transformado en en hilos o filamentos debido a su gran capacidad para deformarse sin quebrarse, la maleabilidad, por su parte, es la propiedad que presentan algunos materiales sólidos para hacer con ellos láminas u hojas muy delgadas, semejantes a las de papel. El ejemplo por excelencia de maleabilidad lo constituye el aluminio, que admite transformarse en hojas muy delgadas que son luego empleadas como envoltorio para los alimentos.