Qué es Agnóstico:
Como agnóstico definimos lo perteneciente o relativo al agnosticismo, es decir, la actitud filosófica según la cual todo conocimiento sobre lo divino o sobre aquello que trasciende nuestra experiencia terrenal es inaccesible a la comprensión humana. También se considera agnóstico aquel que profesa el agnosticismo.
Para los seguidores del pensamiento agnóstico, es inútil considerar temas de índole filosófica que se vinculen con realidades intangibles, que se encuentran más allá de nuestro entendimiento, pues la razón humana, según ellos, no es capaz de acceder a un conocimiento cierto de la esencia de Dios ni de fundamentar racionalmente su existencia.
La palabra, como tal, se deriva del vocablo griego ἄγνωστος (ágnostos), que significa ‘ignoto’, ‘no conocido’.
Agnóstico y ateo
Entre ser agnóstico y ser ateo existe una diferencia fundamental relacionada con la comprensión que tienen uno y otro acerca de la naturaleza de la divinidad: el agnóstico, pese a no poder afirmar la existencia de Dios, considera que este conocimiento se le escapa en esencia, de modo que, tampoco, puede negarla; el ateo, en cambio, niega de plano la existencia de Dios y de cualquier forma de divinidad o entidad superior que trascienda la materia.
Ver también Ateísmo
Agnóstico teísta y ateísta
El agnóstico puede ser teísta o ateísta. En este sentido, el teísta es aquel que, a pesar de no contar con el nivel de comprensión que le permitiría comprobar que Dios existe, cree en su existencia o admite la posibilidad de que pueda existir. En cambio, el agnóstico ateísta es aquel que, aunque también reconoce que no tiene conocimiento alguno que le permita probar la no existencia de Dios, es escéptico ante la posibilidad de su existencia y la rechaza.
Agnóstico y gnóstico
Agnóstico y gnóstico son caras opuestas de una moneda. Mientras que el gnóstico, seguidor del gnosticismo, considera que se puede acceder, a través de la intuición, a un conocimiento de las cosas divinas, el agnóstico es más bien incrédulo al respecto, si bien está consciente de que su capacidad para comprender lo divino no implica, necesariamente, su inexistencia.
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