Sesgo partisano: una distorsión mental que nos lleva al partidismo
En el contexto de la política se conoce como “partisano”, “partidario” o “partidista” al miembro comprometido de un partido político. En este sentido, el sesgo partisano o sesgo partidista es la tendencia a preferir las propuestas de algunos partidos o actores políticos en detrimento de otros, considerando más nuestra afinidad con el partido que el contenido de dichas propuestas.
Todo lo anterior ocurre por un proceso de identificación que nos lleva a tomar posturas determinadas, y en el cual se involucran distintos elementos que los estudios sobre el sesgo partisano nos ha permitido conocer. En este artículo veremos de qué se trata esto.
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¿Qué es el sesgo partisano o partidista?
Se supone que cuando asumimos una inclinación o postura con respecto a un partido, es porque hemos priorizado e incluso analizado a profundidad sus propuestas políticas, independientemente de la afinidad que el propio partido nos genera.
El sesgo partisano nos muestra que, en realidad, suele ocurrir el fenómeno contrario: aun si no nos damos cuenta tendemos a guiarnos más por nuestra identificación con el partido, y no tanto por sus propuestas políticas, cuando asumimos una postura determinada. Evidentemente esto termina por ser decisivo al momento de desarrollar opiniones y tomar decisiones en la actividad política.
De hecho, la investigación científica en este contexto es abundante y ha mostrado cómo el partidismo tiene una importante influencia en las actitudes y en los comportamientos tanto individuales como colectivos.
Por otro lado, los estudios en sesgo partidista también han observado cómo este sesgo suele colarse en los medios de comunicación y en la información que transmiten, beneficiando a unos partidos en detrimento de otros, especialmente durante los periodos de campaña electoral.
Pero, ¿cómo es que se genera el sesgo partidista? ¿algunas personas lo manifiestan y otras no? ¿la identificación con el partido, y nuestra posición política, ocurre por un mecanismo puramente racional? o bien, ¿están mediadas por una dimensión afectiva y emocional? Veremos a continuación algunas propuestas para responder a estas cuestiones.
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Identificación y partidismo: ¿cómo se genera este sesgo?
Como hemos dicho, los estudios sobre el sesgo partisano o partidista han mostrado cómo las personas tendemos a simpatizar con las propuestas de los partidos con los que más nos identificamos, independientemente del contenido de la propia propuesta.
Dicha identificación hace referencia al proceso por medio del cual reconocemos en los valores promovidos por un partido nuestros propios valores, deseos, intereses, expectativas, historias de vida, etcétera. Es decir, se combinan las preferencias generales de un votante con las posiciones generales de un partido, lo que implica una orientación afectiva del individuo hacia este.
Las investigaciones sobre el sesgo partidista sugieren que esto surge de los intentos por defender una identidad grupal altamente valorada. Dicho de otra manera, este sesgo se genera como un mecanismo psicológico para reducir la angustia de estar en desacuerdo con un grupo ante el cual sentimos un apego emocional importante. Esto último es lo que finalmente genera la motivación para seguir la línea o postura del partido, y dejar en segundo plano el propio contenido de su política.
Tal como ocurre con otras identificaciones grupales, este proceso se establece desde los momentos más tempranos de nuestra vida y a partir de los cambios significativos que ocurren en nuestro entorno cercano.
Así, tendemos a aprobar a priori las políticas de un partido o candidato, incluso sin necesidad de realizar un análisis profundo sobre estas ni un proceso de cotejamiento con las políticas de otros candidatos o partidos.
En el mismo sentido tendemos a descartar, también a priori, las propuestas de los partidos contrarios sin haberlas revisado a profundidad. Todo ello ya que nos permite reducir el esfuerzo cognitivo que implicaría encontrarnos en oposición; es preferible optar por cualquier postura que adopte la parte que preferimos.
Un estudio sobre la orientación afectiva
En un estudio sobre las respuestas fisiológicas relacionadas con el sesgo partisano, Michael Bang, Ann Giessing y Jesper Nielsen (2015) analizan la participación de la dimensión afectiva en el proceso de identificación con un partido político en población danesa. Participaron 27 hombres y 31 mujeres de entre 19 y 35 años, muchos de ellos afiliados a partidos políticos tanto de centro-izquierda como de centro-derecha.
En un laboratorio midieron los cambios que ocurrían en la actividad del sistema nervioso simpático (vinculado a la actividad emocional y afectiva) de los participantes, ante la presentación visual de logotipos de distintos partidos. Utilizaron también señales partidistas como patrocinadores publicitarios y propuestas políticas específicas.
Posteriormente los participantes fueron interrogados para determinar si efectivamente estaban de acuerdo con las propuestas de los partidos a los que estaban afiliados, o a los que mostraron afinidad sin necesariamente estar afiliados. En esto encontraron que había una mayor aprobación de las propuestas políticas cuando los participantes se encontraban afiliados.
Por otro lado, al analizar las reacciones del sistema nervioso simpático ante los estímulos presentados, encontraron que el sesgo partidista sólo se manifestaba en las personas que exhibieron una fuerte reacción fisiológica durante la exposición a los patrocinadores publicitarios. De esto se concluye que hay un componente afectivo muy importante en la identificación hacia los partidos, lo que genera finalmente un sesgo partidista.
Referencias bibliográficas:
- Bang, M., Giessing, A. y Nielsen, J. (2015). Physiological responses and partisan bies: beyond self-reported measures of party identification, 10(5): DOI:10.1371/journal.pone.0126922.
- Bullock, J., Gerber, A., Hill, S. y Huber, G. (2013). Partisan bias in factual beliefs about politics. NBER: Massachusetts.
- Echeverría, M. (2017). Sesgo partidista en medios informativos. Una crítica metodológica y propuesta. Comunicación y Sociedad, 30: 217-238.