Tópicos Género Trastorno Identidad

Transexualidad: ¿es realmente un trastorno psicológico?


Antiguamente, la sociedad consideraba que la mayor parte de conductas, orientaciones e identidades sexuales apartadas de la heteronormatividad se debían a la existencia de problemas psicológicos. Con el paso de los años, los colectivos minoritarios han ido consiguiendo una mayor aceptación social, mientras que los diferentes estudios realizados reflejaban que dichos colectivos no padecían ningún tipo de patología.

Es lo que ha ido ocurriendo poco a poco con aspectos con orientaciones sexuales como la homosexualidad y la bisexualidad. Sin embargo, en el caso de la identidad sexual el debate al respecto ha sido un poco más prolongado en el tiempo, apareciendo la transexualidad reflejada hasta hace poco en las principales clasificaciones diagnósticas.

Hablemos de transexualidad: ¿un asunto de identidad de género o un trastorno psicológico?

El concepto de transexualidad

Se entiende por transexual aquella persona que siente la existencia de una incongruencia continuada en el tiempo entre su sexo biológico y su identidad de género. Esta incongruencia suele provocar en la persona el deseo de iniciar un proceso de transformación con el fin de vivir de acuerdo con el género sentido como propio, empleando para ello elementos como la hormonación y la cirugía.

La identidad de género, como autoconcepto sexual que cada uno tiene de sí mismo y la valoración que le damos a dicha identidad, es algo que es en gran medida mediado socialmente. Ser hombre o mujer implica diferentes cosas según la sociedad o cultura en la que vivamos, implicaciones que pueden parecernos más o menos cercanas a nuestra propia identidad.

La definición de transexualidad antes citada indica la existencia de una inadecuación entre lo físico y lo psicológico. La cuestión de fondo es si esa sensación de inadecuación se da como una reacción normal a una diferencia entre lo mental y lo físico o por lo contrario constituye un trastorno.

¿Por qué algunos lo siguen considerando un trastorno psicológico?

Al margen de cuestiones vinculadas a la tradición y las creencias de una parte de la población al respecto, el principal motivo por el que se ha considerado hasta el momento la transexualidad como un trastorno se basa en el concepto de disforia de género.

La disforia de género

La disforia de género se entiende como la profunda frustración y malestar que muchas personas tienen en relación a su propio cuerpo al considerar que no es el que deberían tener, al considerar que no se corresponde con la propia identidad de género.

Este fenómeno psicológico puede provocar un gran estrés y ansiedad, además de problemas de autoestima, trastornos depresivos y ansiosos y al despliegue de conductas de aislamiento y auto-ocultación.

Es por ese motivo por el que en manuales diagnósticos como el DSM sigue vigente la disforia de género como factor desencadenante de malestar relacionado con la transexualidad.

Transexualidad no implica necesariamente disforia

Sin embargo, no debe identificarse la disforia de género con la transexualidad. No hace falta desear transformarse o vivir como el sexo opuesto para sentir malestar con el rol de género asignado, del mismo modo que tampoco hace falta sentirse mal consigo mismo para querer realizar dicha transición.

Y es que, si bien puede suceder, no todos los transexuales sienten un profundo desagrado por su cuerpo, o este no les supone mayor problema que el deseo de cambiar. Por ejemplo, existen transexuales que no ven necesario realizar un cambio físico total, optando por hormonarse y cambiar su vestuario y forma de actuar en pos del que sienten más propio.

De este modo, no toda persona transexual tendrá una disforia de género especialmente marcada que le produzca sufrimiento. De hecho, es posible incluso que más que sufrimiento, el hecho de darse cuenta de la verdadera identidad de género puede ser vivido como una liberación para aquellos que han visto reprimida su identidad.

Otros argumentos en contra de su consideración como trastorno

Las conclusiones extraídas de diversas investigaciones reflejan que la transexualidad no es un trastorno, utilizando diferentes argumentos para ello.

En primer lugar hay que tener en cuenta que la existencia de una identidad no es por sí misma patológica, con lo que al tratar la transexualidad de la existencia de una identidad divergente con la biológica no podría considerarse como trastorno.

En segundo lugar, resulta importante tener en cuenta el hecho de que por norma general las personas que quieren cambiar de sexo y lo hacen con el debido tratamiento psicológico, hormonal y en algunos casos quirúrgico presentan una mejora en su calidad de vida con respecto a cuando no habían exteriorizado su identidad sexual. Además, la propia consideración de que es un trastorno provoca un daño manifiesto y una elevada estigmatización a la población transexual, favoreciendo la transfobia y la desigualdad.

Por último, hay que tener en cuenta que el deseo de realizarse modificaciones corporales tales como la cirugía estética no es considerado patológico siempre y cuando no amenace los estereotipos de género. Modificar nuestro peso con una liposucción, cambiar la forma de la nariz mediante una rinoplastia o inyectarse toxina botulínica implica que no nos gusta lo que había presente anteriormente y queremos cambiarlo, sin ser necesariamente casos de Trastorno Dismórfico Corporal. Lo mismo ocurre con las características sexuales y la identidad.

La situación en la actualidad

Si bien hasta ahora la transexualidad ha sido recogida como trastorno mental en las clasificaciones diagnósticas predominantes a nivel mundial, como el DSM-IV, que la incluye como trastorno bajo el nombre de Trastorno de la Identidad Sexual o la CIE-10 (aquí aparece el término transexualismo como trastorno mental), este hecho está próximo a cambiar.

La Organización Mundial de la Salud, la cual edita la Clasificación Internacional de Enfermedades o CIE entre las cuales se incluyen los trastornos mentales (siendo en este sentido otro de los manuales de referencia mundiales junto con el DSM), publicará a lo largo del año 2018 la próxima edición de la CIE, la CIE-11.

Tal y como ocurrió en su anterior versión (publicada en 1990) con la homosexualidad, la OMS dejará de considerar la transexualidad un trastorno mental. En su lugar, la transexualidad pasará a considerarse una condición relativa a la salud sexual, bajo el nombre de incongruencia de género.