Sensibilización encubierta: qué es y cómo se usa en terapia
El condicionamiento encubierto consiste en un tipo de condicionamiento en imaginación, desarrollado por Cautela. Se fundamenta en que la actividad cognitiva sigue las mismas leyes que las respuestas observables, siendo la única diferencia el grado de accesibilidad.
En este artículo conoceremos la sensibilización encubierta, una técnica propia de este tipo de condicionamiento, donde el objetivo es desarrollar una respuesta de aversión hacia un estímulo que anteriormente era una fuente de atracción.
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Sensibilización encubierta: características
La sensibilización encubierta es un tipo de técnica propia del condicionamiento encubierto. Se trata de una estrategia de intervención perteneciente a los modelos conductuales y cognitivos, y consiste en repeticiones imaginadas de la conducta-problema apareada con eventos simbólicos aversivos.
El objetivo de la sensibilización encubierta es provocar en el paciente algún grado de inhibición en comportamientos potencialmente dañinos y que el paciente no desea, como por ejemplo fumar, tomar alcohol, algún tipo de desviación sexual como la pedofilia o comer de forma compulsiva.
Así, la sensibilización encubierta es análoga al castigo positivo, ya que pretende disminuir la probabilidad de ocurrencia de la conducta, mediante la presentación de un estímulo aversivo imaginado, inmediatamente después de la ocurrencia (también imaginada) de esa conducta que queremos eliminar. Es decir, que está indicada para modificar conductas desadaptativas o disfuncionales.
¿Cómo funciona?
Se trata de un procedimiento que consistiría en lo “opuesto” a la Desensibilización Sistemática (DS), es decir, actuaría a la inversa, ya que lo que intenta precisamente es que la persona experimente cierto grado de ansiedad o malestar (vs. la relajación de la DS) frente a los comportamientos no deseados o patológicos, de forma que se inhiba la ocurrencia de estos.
Pero, ¿cómo funciona concretamente la técnica? La sensibilización encubierta está enfocada a alterar las representaciones simbólicas o mediadores de la actividad o conducta no deseada, así que su efectividad depende de que esa conducta posea tales representaciones simbólicas; es decir, es importante que no estemos frente a una conducta automática.
Así, el individuo se imagina a sí mismo realizando la conducta cuya frecuencia pretende reducir, pasando a imaginar, de forma contingente y brusca, algún acontecimiento aversivo que esta conducta podría producir, o un acontecimiento, que aun siendo poco probable, resulte muy aversivo para el sujeto.
Componentes
Si desglosamos el término, encontramos que la sensibilización, como su propio nombre indica, implica sensibilizarse a ciertos estímulos o situaciones (es decir, que acaben generando aversión), y encubierta significa que la técnica se desarrolla en la imaginación del paciente, lo cual implica que el paciente tendrá que imaginar escenas o situaciones “X” unidas a una sensación desagradable, de asco, vergüenza, aversiva, etc.
Estímulo aversivo
Es importante escoger correctamente los estímulos aversivos, y que lo sean realmente para el sujeto. Se le puede incluso preguntar al sujeto directamente sobre las situaciones o imágenes que le resulten desagradables.
Maciá y Méndez describieron 3 escenas especialmente repulsivas:
- La boca de un anciano expectorando.
- Un animal muerto en avanzado estado de descomposición.
- Una herida infectada.
Por otro lado, otro autor, Costa, en un cambio de tendencia sexual, utilizó a una persona homosexual que era descubierta con otro por la chica que le atraía. Por su parte, Leitenberg, opina que para problemas de paidofilia se debe escoger aquella imagen que resulta más efectiva de cara al cliente.
Cautela utiliza como estímulo aversivo la sensación de vómito adornado con todas las modalidades sensoriales, y Mckay propone una lista de pensamientos repulsivos y aterradores.
Aplicaciones
La sensibilización encubierta se usa especialmente en el ámbito de las adicciones, concretamente hacia la última fase del tratamiento, momento en que se intenta que el paciente adquiera un buen grado de autocontrol ante los entornos, condicionantes o personas que lo puedan conducir a una recaída.
Por ejemplo, a un paciente que padece alcoholismo y que sigue un procedimiento de sensibilización encubierta, se lo induce a imaginar situaciones donde haya gente bebiendo seguidas de otras que él experimente como aversivas, que le produzcan asco, le degraden mucho o le hagan pasar vergüenza.
Si esto lo aplica de forma consistente y sistemática (junto a otras técnicas psicológicas en caso de ser requeridas para el tratamiento), se podrá conseguir debilitar su apetencia por consumir alcohol en contextos similares a los que ha imaginado.
Variantes
La sensibilización encubierta presenta dos variantes:
1. Sensibilización encubierta asistida
En este caso, se fortalece la aversión al estímulo mediante el uso de una descarga eléctrica o de una sustancia olorosa desagradable. Es decir, se aplica algún tipo de estimulación real.
2. Sensibilización encubierta vicaria
Aquí el sujeto se imagina a otra persona ejecutando la conducta y recibiendo el castigo o estímulo aversivo por ello.
Inconvenientes
El problema de la sensibilización encubierta (así como de otras técnicas aversivas) es la hostilidad, rechazo, agresividad o falta de cooperación que puede manifestar el paciente. Por ello será siempre necesario reforzar los aspectos adaptativos del comportamiento que queremos aumentar.