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¿Cómo se abordan los problemas de erección en terapia sexual?


La disfunción eréctil es una de las disfunciones sexuales que afectan a más varones. Sin embargo, por suerte, puede ser tratado con eficacia tanto desde la medicina como desde la terapia sexual basada en los hallazgos de la Psicología y los métodos de regulación emocional.

En este artículo encontrarás un resumen acerca de cómo se aborda la disfunción eréctil a través de la terapia psicosexual, así como de los factores que pueden causar este problema.

¿Qué es la disfunción eréctil?

También conocida popularmente como “impotencia”, la disfunción eréctil es la incapacidad para mantener una erección completa durante la actividad sexual. Es, junto con la eyaculación precoz, la disfunción sexual más frecuente en varones.

La disfunción eréctil puede estar producida o facilitada por una gran cantidad de alteraciones orgánicas; básicamente, todas aquellas que afecten directa o indirectamente el proceso fisiológico ligado a la excitación sexual y el desencadenamiento de los cambios que esta produce en los genitales del varón. Esto incluye lesiones por golpes, quemaduras o cortes, así como enfermedades que dañan las células nerviosas involucradas en la erección, así como aquellas que alteran la producción de ciertas hormonas.

A la práctica, sin embargo, y si nos fijamos en las estadísticas, las patologías con causas orgánicas fácilmente identificables con las que más se asocia la disfunción eréctil son las enfermedades cardiovasculares y la hiperplasia benigna de próstata. Es decir, dos fenómenos que influyen directamente en el funcionamiento de los genitales (no hay que olvidar que la erección se produce cuando los cuerpos cavernosos se llenan de sangre) y de sus zonas aledañas.

Por otro lado, tal y como avanzamos, la disfunción eréctil es un problema que estadísticamente está muy vinculado a la edad; afecta a alrededor del 7% de los varones de menos de 40 años, al 22% de los que tienen 40 años, y a uno de cada dos entre los que tienen 70 años.

Sin embargo, sería caer en el simplismo asumir que la disfunción eréctil es básicamente un problema médico. Muchas veces las principales causas son psicológicas, e incluso en los casos en los que hay una enfermedad orgánica, las alteraciones emocionales suelen solaparse con los síntomas de esta última. Es por eso que cuando se ofrece terapia a varones con problemas para lograr erecciones, en las primeras fases se le da mucha importancia a determinar la causa o las causas de lo que le ocurre, para desde ahí, ofrecer soluciones personalizadas en las que no se obvien los procesos cognitivos, emocionales y comportamentales que juegan un posible papel en la aparición de este fenómeno.

Entre los aspectos psicológicos que pueden causar o favorecer la aparición y mantenimiento de la disfunción eréctil hay que destacar los siguientes:

  • Depresión
  • Ansiedad durante el acto sexual
  • Pensamientos intrusivos relacionados con el fracaso a la hora de conseguir una erección
  • Inseguridad con la propia desnudez y sexualidad
  • Dinámicas relacionales conflictivas con las últimas parejas sexuales que se ha tenido

¿Cómo se trata la disfunción eréctil en terapia sexual?

Estas son las principales áreas de intervención en pacientes con disfunción eréctil, aunque siempre son usadas o no dependiendo de las necesidades específicas de cada persona.

1. Psicoeducación y educación sexual

Algo tan sencillo como informar acerca de aspectos relacionados con la sexualidad, la gestión de las emociones y los hábitos saludables que hay que seguir para prevenir disfunciones sexuales es muy útil para combatir la disfunción eréctil, sobre todo en casos en los que esta ocurre sobre todo a causa de miedos y la creencia en mitos que circulan acerca del sexo.

2. Ejercicios de imaginería en terapia

La imaginería se basa en la realización de ejercicios de imaginación, habiendo practicado previamente para que estas imágenes mentales y sus sensaciones asociadas sean muy vívidas, muy parecidas al mundo real. Permiten controlar las emociones durante el transcurso de acciones clave, en este caso, centradas en la sexualidad y la excitación sexual. De este modo es posible practicar la gestión de la ansiedad y de otras emociones en un “ambiente controlado” en el que es más fácil empezar a realizar progresos partiendo de unos primeros retos relativamente sencillos.

De este modo, se le va perdiendo el miedo al tipo de experiencias asociadas a la erección. Además, se entrena al paciente en la habilidad de desprenderse de la preocupación por si se está consiguiendo o no una erección (estos miedos suelen obstaculizar el proceso) y centrarse en cambio en la satisfacción.

3. Neurofeedback

El neurofeedback se usa en una amplia variedad de problemas originados total o parcialmente por una mala regulación de la ansiedad. Consiste en inducir al paciente a determinado estado mental a la vez que este recibe información sobre su actividad nerviosa en tiempo real, gracias a una serie de sensores aplicados sobre su piel. De este modo va aprendiendo a alentar esas operaciones psicológicas que le acercan a determinada meta, y a descartar el resto.

4. Mejora de la autoestima mediante reestructuración cognitiva

La baja autoestima está muy ligada a las disfunciones sexuales, tanto como causa como consecuencia. Por eso, es habitual que en terapia se trabaje para ayudar a que la persona tenga un niel de autoestima más adecuado.

Esto involucra una amplia variedad de técnicas y estrategias, pero una de las más importantes es la reestructuración cognitiva, que consiste en llevar al paciente a cuestionarse creencias disfuncionales a las que se ha estado aferrando y que le venían causando problemas, sustituyéndolas por otras que permiten tener una mentalidad más constructiva y no caer una y otra vez en la evitación de experiencias.

5. Realización de un calendario de retos

Entre las sesiones de terapia, los pacientes deben llevar a cabo una serie de tareas en su vida privada. Estas metas a alcanzar a lo largo de la semana están distribuidas temporalmente y diseñadas siguiendo una curva de dificultad ascendente y ajustándose al nivel de progreso a de la persona; el hecho de tener objetivos a cumplir a corto plazo (a días u horas vista) facilita que el paciente se sienta motivado por seguir mejorando.

Referencias bibliográficas:

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