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Aprendizaje no asociativo: sus características y tipos


Un importante porcentaje de nuestra conducta se debe a aprendizajes. Estos aprendizajes pueden ser conscientes pero, en la mayoría de los casos, se dan de forma totalmente casual, sin que nos demos cuenta de qué respuesta hemos relacionado con qué estímulo.

El aprendizaje no asociativo es una de las formas por las que los seres vivos podemos cambiar nuestra conducta, haciendo que nuestra respuesta ante un estímulo determinado se vea reducida o, en el caso contrario, significativamente incrementada. A continuación profundizaremos en esta modalidad de aprendizaje.

¿Qué es el aprendizaje no asociativo?

El aprendizaje no asociativo es un cambio permanente en la respuesta hacia un estímulo debido a la exposición repetida y prolongada al mismo durante relativamente mucho tiempo. Normalmente, el cambio producido en la conducta del individuo tiene que ver con el grado de respuesta al estímulo, es decir, o bien da una respuesta más débil o, por el contrario, da una respuesta más fuerte.

Un ejemplo de aprendizaje no asociativo lo tendríamos al estar en un bar. Es normal que, al entrar en el establecimiento, oigamos las voces de los demás clientes, que están charlando de sus cosas.

A medida que van pasando los minutos y nos tomamos algo con nuestros amigos dejamos de prestar atención a las demás conversas: nos hemos acostumbrado. Ya no nos causa como respuesta el perder el hilo de la conversación o no ser capaz de escuchar bien lo que nuestros amigos nos tienen que decir.

La principal característica del aprendizaje no asociativo es que es capaz de provocar cambios en la conducta o respuesta del individuo sin necesidad de que haya varios estímulos relacionándose entre sí, de ahí lo de no asociativo.

Se diferencia de su contraparte, el aprendizaje asociativo, en el hecho de que este segundo se da por medio de conexión de ideas y experiencias. Un ejemplo clásico de aprendizaje asociativo sería experimento de Pavlov que, presentando comida a un perro y haciendo sonar una campana a la vez, hizo que el can asociada el ruido de ese instrumento con el alimento.

El aprendizaje no asociativo es de los aprendizajes más simples, y es común en muchas especies. Al igual que sucede con el aprendizaje asociativo, el no asociativo fue originalmente descrito por la psicología conductista, rama que en sus orígenes estaba centrada exclusivamente en el comportamiento visible y dejaba de lado los procesos mentales. Con el paso del tiempo se ha ido teniendo más en cuenta los procesos mentales, y se ha usado el aprendizaje no asociativo en el ámbito terapéutico y educativo.

El aprendizaje no asociativo se puede dar por medio de uno de los siguientes dos procesos: la habituación o la sensibilización. Generalmente, estos procesos son complementarios y opuestos, y son la base de muchas de nuestras experiencias diarias y comportamiento.

Los tipos de aprendizaje no asociativo

Como hemos comentado, el aprendizaje no asociativo puede darse en dos procesos complementarios y opuestos: la habituación y la sensibilización. Ambos fenómenos implican un cambio en la actitud o conducta del individuo como consecuencia de la exposición repetida a un estímulo concreto. Sin embargo, la forma en que lo hacen cada uno es diferente.

1. La habituación

Podemos definir a la habituación como el proceso de aprendizaje en el que uno o más de los componentes de la respuesta innata del individuo ante un estímulo van disminuyendo al ser expuesto continuamente ante el mismo estímulo o en varias ocasiones.

Entre los componentes que pueden disminuir su intensidad encontramos algunos como la probabilidad de la respuesta o su duración. Es decir, a medida que la persona recibe más veces el estímulo menos tendencia tiene a emitir una respuesta, dado que se ha acostumbrado.

La habituación puede darse ante cualquier tipo de estímulo físico o mental. El efecto de la habituación es más pronunciado cuando los estímulos se presentan de manera frecuente, dado que el organismo acaba acostrumbrándose a ellos. L

o mismo ocurre con estímulos que provocan respuestas de baja intensidad, dado que acaban disminuyendo con mayor rapidez que las más intensas.

Un ejemplo bastante fácil de entender lo tenemos con la ropa. Cuando nos la ponemos, la sentimos. Puede que notemos lo apretados que están los pantalones, que nos molestan un poco los calzoncillos, el sostén está demasiado apretado… Sin embargo, cuando ha pasado un rato, nuestro cerebro genera una respuesta de habituación, bloqueando la información redundante para poder concentrar todos los recursos cognitivos en otras tareas.

Otro caso sería cuando estamos mirando una película y cambian de escena. Puede que la nueva escena transcurra en el campo, en donde se oyen a los pajaritos cantar y el soplar de la brisa veraniega. Al principio notaremos estos ruidos pero, pasado un rato, no los tendremos tanto en cuenta y nos centraremos solo en lo que dicen los protagonistas.

2. La sensibilización

La sensibilización puede entenderse como el proceso opuesto a la habituación. Cuando se produce este fenómeno, la respuesta al estímulo aumenta en intensidad debido a haberse expuesto de forma repetida al mismo. Este proceso estaría detrás de fenómenos de aprendizaje tanto adaptativos como desadaptativos.

Un ejemplo de sensibilización sería lo que le pasa a una persona cuando se frota constantemente el brazo. Al principio, la sensación puede ser placentera pero, pasados unos minutos y tras haber excitado los nervios periféricos de forma prolongada, se torna en una molestia incluso dolorosa.

Otro ejemplo lo tendríamos en la alarma del despertador. Los despertadores se han hecho para que no nos podamos habituar a su ruido porque, si fuera así, continuaríamos durmiendo. Es por ello que cuando los escuchamos cada mañana, lejos de acostumbrarnos a su melodía, nos es todavía más molesta, volviéndonos más sensibles a su melodía.

¿Está presente en otras especies?

Si bien muchos comportamientos observados en la especie humana no parecen darse en otras especies, no es el caso del aprendizaje no asociativo. Este mecanismo de modificación de la conducta se ha encontrado en multitud de seres vivos. Prácticamente todos los animales muestran alguna versión de este, además de encontrarse en especies vegetales como es el caso de la Mimosa pudica y algunos protozoos.

Debido a esto, muchos científicos consideran que el aprendizaje no asociativo debió ser el primer tipo de cambio de conducta en aparecer a nivel evolutivo.

Posiblemente, este proceso haya tenido un papel muy importante en la adaptación al medio, permitiendo que los seres vivos ahorren recursos al evitar reaccionar desmedidamente ante estímulos que se presentan de forma frecuente, como sería en el caso de la habituación, o evitar daños debidos a la sobreexposición de los mismos, como sería el de la sensibilización.

Ventajas

Son múltiples las ventajas que se pueden observar del aprendizaje no asociativo.

1. Mayor adaptabilidad

El aprendizaje no asociativo, especialmente la habituación, es un mecanismo que nos permite desenvolvernos en nuestro entorno muy adaptativamente. Si no disponiéramos de esta capacidad nos encontraríamos con todo tipo de problemas a la hora de funcionar correctamente en nuestro día a día.

Cuando nos encontramos ante un nuevo estímulo lo normal es que nuestra respuesta sea muy intensa. Esto ocurre con la mayoría de los cambios. Por ejemplo, si hemos cambiado de marca de agua podemos notar que no nos sabe igual e, incluso, tiene un regustillo que no nos acaba de convencer.

Sin embargo, a medida que vamos bebiéndola dejamos de notar su sabor. Si no fuera así y siempre notáramos ese sabor quizá tomaríamos menos agua de la que necesitamos y correríamos el riesgo de deshidratarnos.

2. Aplicabilidad

Tanto la habituación como la sensibilización son dos procesos que se pueden aprovechar de muchas formas, especialmente en el ámbito de la educación, la crianza de los hijos y la terapia psicológica.

Por ejemplo, cuando un niño acaba de empezar a ir a la escuela es normal que se sienta incómodo, con miedo e incluso ganas de llorar, dado que es una situación completamente desconocida para él que no le aporta seguridad. Sin embargo, a medida que va a clase se acaba habituando, relajándose y pasándoselo bien con sus nuevos amigos de la escuela.

En cuanto al ámbito de la terapia, la habituación es uno de los procesos más útiles para la eliminación de fobias. Por ejemplo, una persona que tiene fobia a las cucarachas presenta un miedo irracional a estos insectos, lo cual hace que al verlas en su casa lo pase realmente mal y provocándole una alta irrupción en su vida.

En terapia se reduce este miedo mediante exposición controlada, mostrándole al individuo estímulos de menor a mayor intensidad hasta que muestre una respuesta menos intensa y se haya habituado.

3. Encontrar nuevas situaciones

Aunque en la mayoría de los experimentos conductistas sobre el aprendizaje no asociativo se pone énfasis en la habituación, la sensibilización también tiene una gran importancia.

La sensibilización estaría detrás de muchos procesos de aprendizaje avanzados, especialmente en los que es necesario adquirir nuevas habilidades. Cuando esto ocurre, la persona es capaz de detectar estímulos poco intensos, de tal manera que podría dar con mayor facilidad una respuesta más precisa.

Por ejemplo, cuando se aprende a conducir es normal que en los primeros intentos tras conseguir el carné la persona esté excesivamente concentrada en la carretera y tarde su tiempo en procesar todos los estímulos. En cambio, a medida que va repitiendo estos intentos le será más sencillo procesar toda la información sin necesidad de poner un gran esfuerzo en ello.

Desventajas

Pero de la misma manera que tiene una serie de ventajas, el aprendizaje no asociativo también tiene sus desventajas.

1. Reduce emociones positivas

Es normal que cuando nos encontramos ante un estímulo agradable este nos produzca toda alegría, euforia, satisfacción y demás emociones positivas. Sin embargo, si el estímulo se va repitiendo varias veces la respuesta emocional irá reduciéndose, como sería el caso en un proceso de habituación. A esto se le llama adaptación hedónica.

En caso de no manejarse adecuadamente la adaptación hedónica se corre el riesgo de tomar conductas peligrosas. Es frecuente ver esto en las personas que dicen ser “adictas a la adrenalina”, exponiéndose a situaciones arriesgadas como lanzarse en paracaídas, correr en carreras de coches, hacer senderismo extremo...

2. Adicciones

Y muy relacionado con la desventaja anterior tenemos que el aprendizaje no asociativo puede jugar un importante papel detrás de las adicciones a drogas. La persona que consume una sustancia, a medida que va tomándola en nuevas ocasiones, va notando que se habitúa a la droga, no causándole las mismas sensaciones que el principio y necesitando incrementar la dosis. Así, se arriesga a incrementar el daño de la droga en su organismo.

Por ejemplo, el alcoholismo tiene detrás como principal factor la habituación al alcohol. La primera vez que se toma una cerveza esta nos puede afectar bastante, dado que no estamos acostumbrados.

A medida que vamos incrementando el consumo, habrá un momento en que no notaremos nada al tomar 3 o 4 cervezas y diremos que estamos “entrando en calor”. Para ponernos “alegres” necesitaremos tomar más, y es aquí donde empieza el turbio camino del trastorno por abuso de alcohol.

Referencias bibliográficas:

  • Shettleworth, S. J. (2010). Cognition, Evolution and Behavior (2nd ed.). New York: Oxford.
  • Malenka RC, Nestler EJ, Hyman SE (2009). "Chapter 15: Reinforcement and Addictive Disorders". In Sydor A, Brown RY (eds.). Molecular Neuropharmacology: A Foundation for Clinical Neuroscience (2nd ed.). New York: McGraw-Hill Medical. pp. 364–375.
  • Pellegrino, R.; Sinding, C.; Wijk, R.A. de; Hummel, T. (2017). "Habituation and adaptation to odors in humans". Physiology & Behavior. 177: 13–19. doi:10.1016/j.physbeh.2017.04.006. PMID 28408237