La estructura neurótica en la psicopatología psicoanalítica
El término de estructura nos permite estudiar el tema de la psicopatología psicoanalítica de una forma integral y sencilla.
Sepamos que, los síntomas, (los cuales son el principal motivo de la consulta cuando alguien acude a un psicoanalista), generalmente, se refieren a una de varias estructuras sintomáticas, y que la neurosis es una de ellas.
Así pues, aquello conocido como “síntoma” es un fenómeno que pudiéramos etiquetar como universal, que todos, en un momento u otro, experimentamos de manera subjetiva y nos produce sensaciones de molestia, además de ser desagradable y/o dolorosa.
Cabe recalcar que nuestro “síntoma” (el cual nos produce malestar) es de fácil comprensión y/o identificación para cualquier persona, ya que se trata de una experiencia consciente de la cual estamos al tanto. Sin embargo, sus efectos (aquello que percibimos en base a nuestra propia subjetividad) son más intensos cuando son experimentados por alguien que padece neurosis.
Síntoma, síndrome y trastorno
Hagamos una diferenciación de lo anterior tomando como parámetro otras estructuras patológicas.
En los casos clínicos más graves, como sucede con las psicosis, los síntomas suelen ser más extraños e incomprensibles (a diferencia de la neurosis), debido a la presencia de severas distorsiones sensoriales, perceptivas e interpretativas por parte del sujeto.
Por otro lado, si varios síntomas se agrupan bajo un patrón fijo y definido, presentándose de la misma manera en diferentes pacientes, entonces se obtiene lo que conocemos como “síndrome” (depresivo, por ejemplo). Pero si el padecimiento del paciente es severo y su malestar subjetivo altera considerablemente su equilibrio psíquico perturbando su funcionamiento normal, este pasa a convertirse en “trastorno”.
Tengamos en claro que el modo individual de adaptarnos y defendernos de las demandas de nuestra realidad influirá más en las neurosis que en otros esquemas patológicos.
De la normalidad a la neurosis
Recordemos que la separación entre la normalidad y la neurosis o los demás trastornos mentales no es solamente un problema nosológico (que describe, diferencia y clasifica las enfermedades), sino también de magnitud. Es decir, que la diferenciación entre normalidad y malestar depende tanto de la extensión de la patología como de las características de un determinado cuadro psicodinámico.
En este punto (y en base a lo anterior), podemos considerar como válido el término de susceptibilidad individual, o sea de predisposición psíquica.
La estructura de la neurosis
Las características de una personalidad neurótica se identifican por presentar una intensa sensación de conflicto interno, así como una gran dificultad para armonizar los impulsos, deseos, normas y consciencia de realidad, lo cual podemos traducir como una vida centrada en la angustia y la inseguridad.
Además, la configuración de una estructura neurótica tiene su inicio en los acontecimientos de la relación afectiva original del individuo, en la manera en la que maneja su agresividad y sexualidad, y también en su necesidad de autoafirmación y valoración de sí mismo.
Por otro lado, el origen de una estructura neurótica está altamente relacionado con las fijaciones edípicas del individuo, las cuales (por su propia naturaleza) dan origen a diversos miedos, culpas, dudas y ansiedades ante diversos acontecimientos considerados como estresantes propios de una relación de pareja, conflictos familiares o dificultades laborales.
Como consecuencia de lo anterior, el individuo con una estructura neurótica desarrolla una dependencia del afecto y la estima que los demás pueden proporcionarle, sin importar el valor que éstos le atribuyan o de la importancia que le adjudiquen al sujeto.
La neurosis y la afectividad
Como el anhelo de afecto presentado por el neurótico es prácticamente voraz, éste comienza a experimentar angustia continua, la cual se traduce (clínicamente) en hipersensibilidad emocional, excesiva demanda de atención por parte de los demás además de un estado permanente de alerta bastante incómodo.
Pero algo curioso contrasta en éste punto: el intenso deseo del sujeto por obtener cariño es igual a su propia capacidad para sentirlo y/o para ofrecerlo. Aclaremos que no es raro observar una propensión a ocultar la necesidad de amor bajo una máscara de indiferencia o de manifiesto desprecio hacia los demás.
Las grietas de la autoestima
Así mismo, la experiencia de vida carente de amor suficiente así como una satisfacción narcisista adecuada, genera un constante sentimiento de inferioridad e incompetencia ante los demás y, por consiguiente, la autoestima se ve mermada.
De igual manera, en el ámbito clínico no es raro encontrar personas de inteligencia superior al promedio presentando sentimientos de minusvalía e ideas muy sobrevaloradas de estupidez, así como personas de gran belleza, con ideas de fealdad, o de defectos que de ninguna manera creen que podrán superar.
Por otro lado, en una estructura neurótica nunca faltan las actitudes compensatorias por parte del paciente presentadas en forma de autoelogios, alardeo constante (sobre cualquier cosa), exhibición explícita de su capacidad económica así como de su poder e influencia dentro de su círculo social.
Tampoco pueden estar ausentes las menciones sobre los viajes realizados a diversos lugares, los vínculos y contactos profesionales además de los conocimientos generales que pueda poseer el individuo sobre algún área específica.
Inhibiciones del neurótico
De igual manera, el paciente neurótico llega a presentar inhibiciones personales de todo tipo como parte de su estructura neurótica particular. Dichas inhibiciones pueden ser para expresar deseos, quejas, elogios, dar órdenes de cualquier tipo a otros, hacer críticas (tanto destructivas como constructivas) además de presentar una grave incapacidad para establecer relaciones con otros individuos.
Estas inhibiciones también son para autodeterminarse como persona, conocer claros conceptos acerca de sus propios ideales y ambiciones además de colaborar en trabajos constructivos con suficiente autonomía.
También se presentan desinhibiciones tales como conductas agresivas, intrusivas, dominantes y sumamente exigentes. Estas personas, al estar convencidas de tener la razón, pueden llegar a mandar y ordenar, engañar a los demás, criticar o denigrar sin medida ni control. O, por el contrario, en forma proyectiva, pueden manifestar sentirse engañadas, pisoteadas o humilladas.
El papel de la angustia en la estructura neurótica
Es curioso saber que, en la práctica clínica, muchos de los neuróticos que consultan solamente parecen quejarse de depresión, sensación de invalidez, perturbaciones diversas en su vida sexual, sentimiento de completa incapacidad para desempeñarse de manera eficiente (o al menos como ellos idealizan) en su trabajo, sin percatarse, obviamente, de un elemento sumamente importante: la presencia de la angustia, siendo este el síntoma básico (y principal) que se encuentra en lo más profundo de su estructura neurótica.
Es posible, entonces, mantener una angustia enterrada y oculta sin saberlo, y por supuesto, sin hacer consciencia de que este es un factor determinante para su tratamiento y bienestar.
A diferencia de lo anterior, hay otros individuos que, ante el menor indicio de un episodio ansioso, reaccionan en forma desproporcionada, presentando sentimientos de indefensión total, especialmente si asocian a la dificultad de controlarse ideas de debilidad o cobardía.
Por lo general, ningún individuo neurótico identifica de manera clara su angustia, entre otras razones, porque mientras más amenazado se sienta, menos aceptará que algo anda mal en su interior y (por lo tanto) debe ser modificado.
Un indicador de características patológicas
Sepamos que, la estructura neurótica de una persona es la antesala de toda neurosis y el determinante de sus características patológicas.
Aunque los síntomas suelen variar de persona a persona o incluso llegar a faltar por completo, el tratamiento de la angustia es de gran importancia, ya que contiene la raíz del conflicto y concentra su propio sufrimiento psicológico.
Recordemos también que, entre los síntomas de las diferentes neurosis existentes, son más importantes las similitudes entre sí que las discrepancias presentes. Dichas diferencias radican en los mecanismos empleados para resolver los problemas. Por su lado, las semejanzas tienen que ver con el contenido del conflicto y la perturbación del desarrollo.
Nota: si usted cree que está padeciendo de algún trastorno psíquico, el primer profesional con quien usted debe acudir es su médico familiar. El podrá determinar si los síntomas que encendieron sus luces de alarma se deben a una psicopatología, alguna condición médica, o ambos. Si finalmente se diagnostica un padecimiento psicológico, el siguiente paso a tomar es consultar a un profesional de la salud mental.