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La importancia de saber expresar nuestras emociones para no enfermar


El acto de expresar nuestras emociones no solo es positivo porque hace más fácil que los demás nos den la ayuda que necesitamos en los momentos en los que somos más vulnerables.

Además, es una excelente herramienta de autoconocimiento y de prevención de trastornos tanto psicológicos como físicos. Veamos por qué.

La relación de las emociones con las enfermedades

En primer lugar, veamos en qué consiste la relación entre la faceta emocional del ser humano y su predisposición a desarrollar enfermedades. A muchas personas les sorprende saber que existe esta conexión entre lo físico y lo psicológico, pero si lo pensamos bien, lo raro sería que las emociones y la salud física estuviesen separadas.

Y es que tras varios siglos de investigaciones científicas y desarrollo filosófico, decir que la mente y el cuerpo no son dos elementos independientes el uno del otro resulta de todo menos revolucionario. Los procesos mentales (y entre ellos, los emocionales) no existirían si no tuviesen como base biológica el organismo en el que tienen lugar: un sistema nervioso, un conjunto de hormonas en circulación, estímulos captados por los sentidos, etc.

Ahora bien… ¿qué sabemos acerca del modo en el que las emociones influyen en la aparición o no aparición de enfermedades? Por ejemplo, hoy en día sabemos que el hecho de experimentar niveles altos de ansiedad de manera sostenida debilita el sistema inmune, lo cual puede desencadenar muchas alteraciones de la salud, como por ejemplo las infecciones. A su vez, existen evidencias de que una de las causas de la depresión consisten en procesos inflamatorios cuya influencia llega al cerebro, de manera que incluso tenemos un ejemplo de cómo se cierra el círculo emoción-enfermedad-emoción.

Del mismo modo, ciertas emociones y sentimientos también nos predisponen a adoptar patrones de comportamiento que nos exponen a las enfermedades: por ejemplo, el aburrimiento nos hace más proclives a no seguir recomendaciones sanitarias y a recurrir a la violencia, y la ira mal regulada aumenta significativamente las probabilidades de sufrir lesiones.

Por otro lado, alteraciones de tipo emocional ligadas a una baja autoestima y/o a la ansiedad pueden dar lugar a importantes lesiones o incluso a un estilo de vida que ponga en peligro la propia vida. El ejemplo más claro de esto lo encontramos en los trastornos de la conducta alimentaria como la anorexia o la bulimia, y en menor medida, en trastornos como la tricotilomanía o la onicofagia.

Pero incluso allí donde no hay trastornos psicológicos diagnosticables la ansiedad puede facilitar la aparición de problemas de salud. Por ejemplo, un exceso de estrés se plasma en el ritmo de envejecimiento de la piel y en la predisposición a que surjan enfermedades dermatológicas, así como en el hecho de sufrir problemas gastrointestinales de manera frecuente (no hay que olvidar que los intestinos albergan una importante red neuronal y de receptores hormonales, muy sensibles a lo que ocurre en el cerebro).

Por qué es necesario expresar las emociones

¿Hay algo que podamos hacer para prevenir problemas de salud a través de una mejor gestión de nuestras emociones? Desde luego que sí; por ejemplo, contar con apoyo psicoterapéutico es muy efectivo en este sentido. Pero además, hay otras rutinas y acciones que podemos incorporar a nuestro día a día para lograrlo, y las que tienen que ver con la correcta expresión de las emociones resultan de especial interés.

Se ha demostrado que poner palabras a aquello que sentimos nos facilita mucho mantener un adecuado equilibrio emocional. Por ejemplo, escribir sobre aquello que nos preocupa o que nos genera estrés ha demostrado ayudar a las personas que sufren estrés postraumático, con efectos que duran incluso varios meses más tarde de haberlo hecho por última vez. Este fenómeno se basa en lo que se conoce como etiquetado emocional, y nos ayuda a mejorar nuestra relación con las emociones a través del autoconocimiento y de la habituación a aquellos sentimientos y afectos intensos que en otras situaciones nos obsesionarían precisamente por no saber concretarlos o comprenderlos. Por ello, el etiquetado emocional es uno de los recursos más utilizados en terapia psicológica.

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Referencias bibliográficas:

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