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Capacitismo: discriminación contra la diversidad funcional


Cada vez se está dando una mayor concienciación acerca de los distintos tipos de discriminación que ciertos colectivos y minorías deben afrontar en su día a día. Por ejemplo, el racismo y el machismo son ejemplos de maneras de pensar que se plasman en un trato desigual hacia ciertas personas por ser tal y como son.

Pero existen otros conceptos que se refieren a las formas en las que se discrimina en la actualidad. Por ejemplo, el de capacitismo, referido al trato desigual que reciben las personas con diversidad funcional, muchas veces estigmatizadas y tratadas desde los prejuicios por ser consideradas discapacitadas.

¿Qué es el capacitismo?

El capacitismo es esa forma de discriminación ideológica y material que va orientada contra las personas que son consideradas discapacitadas. Es decir, que el capacitismo se refiere a los prejuicios y los estereotipos que llevan a menospreciar a las personas con diversidad funcional, pero se plasma también en leyes y estructuras materiales (arquitectónicas, urbanísticas, etc.) que suponen una barrera para este colectivo.

Es decir, que el capacitismo es tanto ideológico como institucional, porque se expresa a través de pensamientos pero también mediante diseños y formas de organización fijadas y legitimadas.

El paradigma de la diversidad funcional

La idea del capacitismo nace de una nueva perspectiva que aborda la manera en la que social y políticamente se acoge a las personas consideradas discapacitadas. Este nuevo paradigma parte del concepto de la diversidad funcional, que se utiliza como sustituto del de "discapacidad".

¿Y qué es la diversidad funcional? Es una idea utilizada para evitar la estigmatización de las personas discapacitadas. Estas, en vez de ser vistas como seres humanos "rotos", incompletos o, en definitiva, "cuerpos erróneos", se consideran representantes de otra clase de funcionalidad, ni mejor ni peor que la que se venía considerando como "normal" (la cual, desde la perspectiva de la diversidad funcional, deja de ser considerada como tal).

De este modo, el capacistismo señala como problema fundamental la asunción generalizada de la idea de que las personas con diversidad funcional son una desviación de la normalidad y que, al mismo tiempo, no tienen los mismos derechos que el resto de seres humanos.

El capacitismo y el efecto halo

Uno de los fenómenos psicológicos que explican cómo funciona el capacitismo es el del efecto halo.

El efecto halo es una tendencia a valorar a las personas partiendo de una de sus características y extendiendo a la globalidad de su persona el juicio de valor que se ha ralizado sobre ese rasgo inicial.

Es por eso, por ejemplo, que una persona que le da mucha importancia a los estereotipos vinculados a la política puede llegar a valorar neativamente un comportamiento en una persona vestida de determinada manera (por ejemplo, con rastas) y, en cambio, valorar positivamente ese mismo comportamiento en otro individuo vestido de otra manera.

El efecto halo secuestra nuestra capacidad para valorar de manera razonable y exhaustiva los diferentes matices y características de una persona, y hace que simplemente extendamos a la totalidad nuestra opinión acerca de una característica concreta que nos ha llamado la atención. Además, hay indicios de que el efecto halo podría estar presente en la mayoría de seres humanos.

De este modo, las personas con diversidad funcional son etiquetadas por sus características biológicas y su punto de vista es minimizado o considerado una emanación de su condición de individuos discapacitados. El capacitismo se plasma en parte a partir del encasillamiento: se haga lo que se haga, eso será interpretado como una consecuencia directa del hecho de ser discapacitado, lo cual hace que se vea menos la humanidad de estas personas. Y esto, por supuesto, tiene un efecto muy negativo sobre la autoestima de muchos.

Cómo crear una sociedad más inclusiva

Para frenar el capacitismo, los profesionales de la salud mental de todos los ámbitos (también el de la psicología clínica) ponen énfasis en la necesidad de no atribuir todos los problemas de una persona discapacitada a su individualidad, como si fuese una experiencia dolorosa que debe ser llevada en silencio. Como alternativa, se propone un enfoque bio-psico-social que tenga en cuenta la importancia del contexto.

Por ejemplo, la tetraplegia no genera tantos problemas si la sociedad se adapta a ella creando accesos para sillas de ruedas y evitando barreras arquitectónicas. En ocasiones, el concepto de discapacidad puede ser usado como una excusa para llevar a lo privado e individual problemas que deben ser abordados colectivamente.

Así pues, la atención a las personas discapacitadas no consiste solo en tratamientos enfocados hacia el individuo, sino también en educar socialmente y en trabajar en red para que el contexto también se adapte al individuo, y no solo al revés. Eliminar el capacitismo supone un cambio de concienciación y también la acción coordinada de varias personas que se propongan cambiar las instituciones en lo público y en lo privado.