Nuestro Yo Niño interior todavía vive dentro de nosotros
Venimos a este mundo programados para el éxito, programados para creer que podemos con cualquier cosa, sin miedos, sin creencias limitantes. Venimos fuertes, llenos de energía, valientes, con la autoestima y la confianza recargadas al 100%.
Pero ese niño/a va sumando experiencias emocionales a lo largo de su crecimiento, conociendo las creencias limitantes; el miedo, la tristeza, el dolor, la ira, la inseguridad, los pensamientos negativos, las dudas... Y eso ha hecho que vaya reprimiendo sus impulsos y se vayan enquistando las emociones, provocando así dolencias físicas y psíquicas.
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Reconectando con nuestro Yo Niño
A veces “El niño del Yo” llamado así por el conocido Psiquiatra Carl Gustav Jung, se manifiesta con reacciones de defensa o protección en modo de desbordamiento emocional, saliendo al exterior, en forma de acciones y actuaciones inadecuadas e infantiles. Esta situación hace que descontrolemos totalmente nuestro subconsciente y por lo tanto la gestión de nuestras emociones. Pero... ¿Qué podemos hacer ante esta situación?
Afortunadamente hay varias posibilidades; nuestro Yo niño todavía vive dentro de nosotros. Todavía está en nosotros. Esa energía, esa fuerza y valentía, siguen allí, pero enquistadas y llenas de creencias. Lo único que debemos hacer, es darle aquello que necesita.
Háblale a tu Yo niño/a con amor y con cariño, dile lo mucho que vale; prométele protección y seguridad y comprobarás que tu estado de ánimo, de forma mágica e instantánea, cambia.
Hay varias maneras de conectar con nuestro Yo niño/a, y reparar nuestro pasado limitante, es decir, aquellas situaciones que por falta de edad, o recursos o por no tener apoyo, no pudieron ser controlados y ahora, de adultos, son los causantes de tantas creencias limitantes.
Existen dos herramientas muy poderosas, que pueden contactar con tu Yo niño/a y a la vez reducir o incluso eliminar nuestras creencias limitantes. Una de ellas es la visualización. Con la visualización podemos conseguir entablar un diálogo con nuestro Yo niño/a y reducir o eliminar esas creencias del pasado. Y la otra herramienta es la escritura terapéutica, que ayuda a sanar y a gestionar las emociones. Aquí veremos cómo utilizar ambas.
Así se utiliza la visualización
La visualización se utiliza mucho en terapias para la reprogramación de la mente. Busca un lugar tranquilo y silencioso, sin ninguna posible interrupción. Siéntate relajadamente sin cruzar ni piernas, ni brazos. Cierra los ojos y con tu mente en blanco, siendo consciente del aquí y del ahora, haz 3 respiraciones profundas.
Dirígete, con tu mente, a tu casa de cuando eras niño/a, y en ella, ve a tu habitación, donde te encontrarás a tu "yo" de unos 7 o 10 años sentado/a en la cama. Siéntate a su lado y cuéntale lo bien que te va, si tienes familia, lo confiado y seguro que estás en tu vida; que estás a punto de cumplir con objetivos y metas, y que tus miedos de niño ya desparecieron, que no se tiene que preocupar por nada, porque todo lo tienes bajo control y lo único que necesitas y hechas de menos de tu yo niño/a es esa energía, fuerza y valentía que sabes que sigues teniendo. Daros un fuerte abrazo de energía y sanción y despídete con un "hasta pronto".
Esta visualización la puedes hacer todas las veces que quieras. Es muy bonito de vez en cuando, visitar a tu Yo niño/a interior y contarle qué tal te va o incluso pedirle consejo. Recuerda que es el/la que más te conoce del mundo.
La escritura terapéutica ante las creencias limitantes
La escritura terapéutica es una de las mejores formas de intervención terapéuticas para gestionar nuestras emociones, y nos permite reestructurar también nuestros pensamientos.
En este caso propongo escribirle una carta a vuestro Yo niño/a. Tienes que buscar un lugar tranquilo y cómodo donde poder sentarte y escribir. Si quieres, puedes poner música de ambiente relajante, para crear un ambiente mágico. Necesitarás un papel y un bolígrafo.
Pon tu mente en blanco, siendo consciente del aquí y el ahora, y realiza tres respiraciones profundas. Haz una regresión de cuando eras niño/a y recuerda cómo eras, lo que te gustaba, tus sueños... y si puedes, intenta recordar alguna situación o momento, donde se pudiera generar una limitación.
Coge papel, boli y escríbele una carta muy sincera y liberadora; piensa que este ejercicio es solo para ti, no lo va a leer nadie, así que no te cortes y escribe libremente todo lo que te apetezca. Cuéntale cómo te va, cosas divertidas que te hayan pasado, si has creado una familia, los sueños que vas a cumplir o has cumplido... Todo lo que te surja, lo que sientes, el compromiso que vas a tener con él/ella de protección y cariño, de que tus limitaciones ya no lo son, ya no te afectan y que estás dando en la vida, tu mejor versión. Y algo muy importante: agradécele que siga a tu lado.
Guárdala y de vez en cuando léela, te reconfortará.