Cómo gestionar la tristeza: 8 consejos prácticos
Es importante aprender a gestionar adecuadamente nuestras emociones primarias; de esta manera podremos tener un panorama más claro respeto a cómo nos afectan las situaciones de nuestra vida. Y en lo relativo a esto, la tristeza es una de las emociones básicas que pueden llegar a causar estragos importantes en nosotros.
En este artículo vamos a ver cómo gestionar la tristeza de manera que esta no se vuelva un problema en nuestras vidas ni pueda llegar a afectarnos significativamente en cuanto a la calidad de vida. Además daremos un repaso al concepto de esta emoción primaria.
- Artículo relacionado: "Los 8 tipos de emociones (clasificación y descripción)"
¿Qué es la tristeza?
Antes de ver cómo gestionar la tristeza es importante conocer de qué se trata. Como ya lo hemos visto anteriormente, la tristeza es una de las emociones primarias que experimentamos los seres humanos. Esta se caracteriza por estados de angustia, melancolía y malestar cuando alguna situación resulta desagradable para nosotros.
La tristeza, al igual que el resto de las emociones, puede variar en cuanto a su intensidad, dependiendo de una serie de factores de carácter personal y medioambiental.
Es natural que todos nos sintamos tristes de vez en cuando; el problema está cuando los estados de tristeza se vuelven demasiado intensos y duraderos, pudiendo llevar al sujeto al borde de una crisis de ansiedad o trastornos del estado de ánimo como la depresión.
- Quizás te interese: "Tipos de depresión: sus síntomas, causas y características"
¿Cómo gestionar el sentimiento de tristeza?
El siguiente listado está conformado por una serie de recomendaciones orientadas al manejo de la tristeza en la vida diaria.
1. Identificar la emoción
Lo principal para conseguir una adecuada gestión de la tristeza es conseguir identificar cómo nos estamos sintiendo en ese momento.
A veces las emociones son confusas, y nos hacen dudar. Lo que debemos hacer es establecer que es tristeza lo que estamos sintiendo y no rabia o frustración.
2. Determina el motivo de la emoción
Una vez que hayas establecido que la tristeza te agobia será el momento de encontrar el motivo de esa emoción. Es decir, hallar el detonante de la tristeza. Para ello hará falta ser verdaderamente honestos con uno mismo.
Para ello, necesitamos hacernos preguntas clave. Por ejemplo; ¿estoy evadiendo aquello que me molesta? ¿Verdaderamente estoy haciendo lo que me gusta? ¿Qué es exactamente lo que me hace sentir mal? Mediante las respuestas a estas preguntas conseguirás aclarar el panorama.
3. Establece cada cosa cuando ocurre
Es determinante establecer la intensidad de la tristeza para poder saber si se está volviendo un problema, o si es una cuestión que podemos considerar dentro de los parámetros de la normalidad. Para ello, debemos estar atentos a cuantas veces durante el día nos sentimos tristes o desanimados.
En caso de que el sentimiento se mantenga durante muchos días seguidos, podríamos estar enfrentando un problema del estado de ánimo (lo mejor será buscar ayuda profesional), pero si se trata de estados esporádicos, posiblemente tengamos que intentar solucionar la causa puntual de esos estados de tristeza.
4. Determina el grado de tolerancia
Otro aspecto importante para gestionar la tristeza es ver hasta qué punto nos resulta tolerable; en los casos más intensos el sujeto no podría soportar la sensación de tristeza y se vería afectado por una o varias crisis de ansiedad o pánico durante el transcurso del mes.
En cambio, cuando son casos menos intensos, la persona será capaz de restablecer su estabilidad emocional empleando únicamente sus propios medios, de forma adecuada. Lo normal es que seamos capaces de tolerar cierto grado de tristeza y frustración a lo largo de nuestra vida.
5. Entiende la tristeza como algo pasajero
La manera en la que percibimos nuestras emociones determina la manera en que estas nos afectan. Si nos empeñamos en que la mayoría de las cosas que nos pasan son tristes o desagradables, entonces muy probablemente viviremos sumergidos en ese estado de ánimo negativo.
Todo lo contrario ocurre cuando somos conscientes de que la tristeza es un estado de ánimo pasajero, y que eventualmente nos vamos a sentir mejor de lo que nos sentimos cuando estamos desanimados.
6. Ve la tristeza como agente de cambio
La mayoría de las personas entiende la tristeza como algo completamente negativo para sus vidas. Si bien es cierto que es una emoción poco agradable, también resulta un poderoso agente de cambio para determinadas situaciones.
Veamos el siguiente ejemplo. Cuando nos encontramos pasando por una ruptura amorosa, es natural que nos invada un sentimiento de tristeza y desasosiego. Pero a medida que pasa el tiempo vamos internalizando esa tristeza como una experiencia enriquecedora, que nos hace crecer como personas.
Tras un tiempo, la tristeza se habrá ido, y quedará en nosotros un sentimiento de calma y capacidad de mirar hacia el pasado de una manera más objetiva y serena. Como consecuencia de la tristeza nos hemos hecho más fuertes respecto a cómo éramos antes de pasar por esa experiencia.
7. Encuentra el antídoto a tu tristeza
Es verdad que no existen fórmulas mágicas que puedan hacernos sentir mejor de un momento a otro, pero si seguimos todos los pasos anteriores, habremos alcanzado una concepción de nuestra tristeza que nos permitirá encontrar las herramientas necesarias para superarla.
Retomar algún pasatiempo sin el afán de ser el mejor en ello, únicamente hacerlo para disfrutar haciéndolo, puede ser una manera efectiva de combatir nuestro sentimiento de tristeza y reemplazarlo por uno de goce personal.
8. Asistir a terapia
En caso de que ninguna de las recomendaciones anteriores consiga disminuir en ti las emociones negativas de tristeza, y a pesar de todos los intentos prevalezca un sabor agridulce de no haber conseguido lo que querías, lo mejor es asistir a terapia con un profesional de la psicoterapia que será capaz de evaluarte adecuadamente y de ofrecer tratamiento psicológico.
Referencias bibliográficas:
- American Psychiatric Association. (2013). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Quinta edición. DSM-V. Masson, Barcelona.
- Torralba, F. (2007). The essence of suffering. An.Sist.Sanit.Navar., 30 (Sup.3): 23-37.