Apego patológico: características de las alteraciones psicológicas
Entendemos por apego el vínculo afectivo que se crea entre un ser vivo y otro individuo de su misma especie, por ejemplo un niño y su madre, que tiene la finalidad de buscar el contacto y la comunicación para lograr un apoyo seguro.
Existen distintos tipos de apego que dependen en mayor medida de cómo el cuidador satisface las necesidades del niño. Asimismo, alteraciones en este vínculo pueden dar lugar a un apego patológico, clasificándose este en dos tipos distintos. Por un lado, el trastorno de apego reactivo, característico por mostrar una conducta inhibida, depresiva y retraída; y por el otro el trastorno de la relación social desinhibida, donde se observa una conducta excesivamente familiar con adultos desconocidos.
En este artículo veremos qué es el concepto de apego patológico, explicando los distintos tipos de apego que existen y qué trastornos se relacionan con un vínculo patológico.
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¿Qué entendemos por apego?
El apego, o attachment en inglés, es el vínculo afectivo que aparece entre una persona o animal y otro ser vivo de su misma especie. Este vínculo tiene como objetivo principal proporcionar seguridad al niño, quien busca contacto físico y comunicarse con su figura de apego. Este proceso se inicia a los 12 meses de vida y persiste durante toda la vida.
Uno de los principales representantes del estudio del apego fue John Bowlby, quién apuntó que el niño es especialmente sensible a la separación de la figura de seguridad entre los 6 meses y los 2 años, lo que puede generar distintas afectaciones fisiológicas y psicológicas si se da. Esta mayor vulnerabilidad coincide con el periodo de establecimiento del apego que va desde los 7 a los 24 meses, el vínculo se intensifica y aparece mayor malestar ante la separación y angustia ante los extraños.
Al poco tiempo de producirse la separación, el niño puede mostrar estrés, agitación y síntomas depresivos. Primero aparece una fase de protesta ante la partida, posteriormente se da la fase de ambivalencia ante los nuevos cuidadores y ante el antiguo si este vuelve y finalmente la fase de aceptación del nuevo vínculo. A largo plazo, cuando la falta de apego perdura, las afectaciones que puede comportar una mala separación son más graves como déficit intelectual, problemas en las interacciones sociales o incluso la muerte.
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Tipos de apego
Otra autora relevante en el estudio del apego fue Mary Ainsworth, quien realizó un experimento conocido como situación extraña, que plantea distintas situaciones como la presencia de un extraño, la separación de la madre o el regreso de la figura de apego, es esta última situación la que Ainsworh le da especial importancia para determinar qué tipo de apego presenta cada niño.
Del mismo modo también será fundamental la sensibilidad que muestre la madre ante las necesidades del bebé, proporcionando así seguridad para poder explorar. Con los resultados que obtuvo planteó tres tipos básicos de apego, presentes en todas las culturas: el seguro que es el más prevalente, el niño se queja ante la partida de la madre pero es consolado a su regreso y explora cuando está presente.
Por otro lado, los dos inseguros son: el evitativo o huidizo, donde no se percibe malestar ante la separación, el niño ignora a la madre cuando regresa y es muy sociable con el desconocido; y el ambivalente o resistente, en el que el niño muestra gran malestar ante la separación y no logra ser consolado al volver la madre, se resiste a ello.
Posteriormente, se apuntó otro tipo conocido como desorganizado o desorientado, que consiste en una mezcla de los dos inseguros, presentando conductas incoherentes y contradictorios, es el menos seguro.
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Los trastornos del apego y el apego patológico
Ahora que conocemos cómo se define el apego y qué tipos existen de este, será más fácil entender los trastornos que pueden aparecer si se dan alteraciones en el vínculo. Como ya apuntamos Bowlby considera fundamental los primeros años para el correcto establecimiento del apego, en particular, la negligencia social, que se refiere a una falta de cuidador durante la infancia, es determinante para el desarrollo y diagnóstico de apego patológico.
La quinta edición del Manual Diagnóstico de la Asociación Americana de Psiquiatras clasifica los trastornos de apego dentro del capítulo de trastornos relacionados con el trauma y los estresores. Asimismo divide el duelo patológico en dos categorías diagnósticas el trastorno de apego reactivo, que destaca por presentar síntomas internos como los depresivos o de retraimiento y el trastorno de la relación social desinhibida, característico por mostrar síntomas externalizados, con mayor desinhibición.
1. Trastorno de apego reactivo
En el trastorno de apego reactivo se muestra un comportamiento retraído e inhibido respecto al entorno e incluso respecto a la figura de apego, acompañado por dos síntomas principales. Así, cuando el niño se siente estresado o angustiado no busca ni pide consuelo, y en caso de ser consolado o tranquilizado el niño no muestra respuesta.
También se observa alteración social y emocional que se expresa mediante dos o más de los siguientes síntomas: mínima respuesta emocional y social hacia los demás, bajo afecto positivo o sensación de tristeza, irritabilidad, timidez que aparece incluso ante la figura de apoyo.
Otro criterio a cumplir es la presencia de una crianza patológica debida a una de las siguientes características: el adulto no satisface o ignora las necesidades emocionales básicas del niño; desestimación de las necesidades físicas básicas del niño o cambios repetidos de la figura de apoyo lo que dificulta que se forme el vínculo adecuado.
La prevalencia del trastorno de apego reactivo es desconocida, pero se intuye que es poco frecuente, ya que en situaciones donde el niño no ha recibido un cuidado adecuado solo se presenta en menos del 10% de los sujetos. Se cree que si el niño con esta alteración no recibe una intervención adecuada los síntomas tienden a persistir.
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2. Trastorno de la relación social desinhibida
El trastorno de la relación social desinhibida es otra alteración vinculado al apego patológico, este se caracteriza por un patrón de conducta donde el niño interactúa con los adultos extraños y es excesivamente sociable, más dos o más de los siguientes síntomas: no muestra reticencia a acercarse a desconocidos, muestra una conducta excesivamente familiar con extraños, no comprueba o valora la opinión de su cuidador al acercarse al extraño o se va con un adulto desconocido sin dudarlo.
Las conductas que se observan son desinhibidas, pero no se deben solo a impulsividad. Deben presentarse mínimo una de las alteraciones en el modo de cuidado: no se cubren las necesidades emocionales básicas, no se le estimula o consuela; cambios repetidos de cuidadores; o crianza en sitios inusuales que dificultan la formación del vínculo, como instituciones donde el número de cuidadores es insuficiente. Las alteraciones de conducta desinhibida se deben a las afectaciones en la formación del vínculo.
También se apunta que el niño debe tener mínimo 9 meses, para que se haya iniciado el desarrollo del apego. Se puede especificar si es persistente en caso de mostrarse los síntomas durante más de 12 meses y la gravedad actual del trastorno, es grave cuando se presentan todos los síntomas con una afectación elevada.
Es típico el comportamiento social poco normal considerando la cultura del sujeto, donde el niño intenta llamar continuamente la atención y pueden presentarse tanto alteraciones emocionales como comportamentales, con dificultades para relacionarse con sus iguales.
Aunque podemos hacer conjuntamente el diagnóstico de trastorno de la relación social desinhibida y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), es necesario diferenciarlos. En el caso del trastorno desinhibido pese a poder mostrar conductas impulsivas no observaremos déficit de atención o hiperactividad.
Como ocurría en el otro trastorno de apego patológico, la prevalencia del trastorno desinhibido es desconocida, aunque se cree que es poco frecuente, incluso en situaciones con estilos de crianza poco adecuados sólo alrededor de un 20% de los sujetos muestran esta alteración.
Respecto al curso de la alteración psicológica, este se mantiene estable con algunas variaciones según la edad del sujeto. Por ejemplo, cuando tiene dos años se muestra una conducta pegajosa de vinculación no selectiva, es decir, sin diferenciar entre sujetos conocidos y desconocidos; con 4 años buscan el cariño de manera indiscriminada; durante la infancia intermedia requieren un afecto constante y en la adolescencia expresan comportamientos desinhibidos y conflictos interpersonales. No se ha observado esta afectación en adultos.