Tópicos Cultura Literatura

8 rasgos de las personas realmente cultas según A. Chéjov


¿Qué significa, exactamente, ser una persona culta? Hay muchos hábitos e inquietudes culturales que podríamos identificar con este grupo de personas, y en ocasiones no está muy claro si estas características nos hablan realmente de la manera de pensar de alguien o son, simplemente, una descripción de las maneras en las que se expresa su soberbia o vanidad.

En ocasiones, lo que conocemos como personas cultas no son más que miembros de las clases altas que han tenido el privilegio de poder tener acceso a libros, películas y otros productos culturales demasiado lujosos como para ser costeados por la mayoría del pueblo. En otras, lo que llamamos cultura es una simple fachada que se usa para conseguir poder de influencia.

Ambas opciones eran despreciadas por el joven Antón Chéjov, nacido en 1860, que de mayor sería uno de los escritores rusos más importantes de la historia. Sin embargo, Chéjov sí creía en la existencia de las personas realmente cultas, y en una de sus cartas a su hermano Nikolái habló sobre las ocho características que, según él, las definen.

Las verdaderas personas cultas según Antón Chéjov

Nikolái, que en el momento en el que su hermano menor Antón le escribió la carta tenía 28 años, empezaba a ser un pintor reconocido y las personas con estudios comenzaban a interesarse por él. Debido a este hecho, Antón Chéjov incluyó en una de sus misivas a Nikolai un listado de las que, para él, son las características que definen a las personas cultas, para que su hermano viese hasta qué punto él no pertenecía a ese tipo de círculos.

De este modo, Antón Chéjov intentaba animar a su hermano a emprender el estilo de vida de las personas verdaderamente cultas, alejadas de cualquier rastro de vanidad y superficialidad, y a empezar a trabajar cada día para formarse en esa dirección.

Más allá de las intenciones que el Antón de Chéjov de 26 años tenía en el momento de escribir este texto (que puede ser encontrado en el recopilatorio de cartas de Chéjov), cualquier persona puede encontrar en este listado de características una manera razonable de identificar a las personas cultas. A continuación queda resumido.

1. Son amables y respetan a los demás

Chéjov sostenía que, por defecto, todo el mundo es tratado con respeto y amabilidad por las personas cultas. Eso significa que nunca llegan a prejuzgar a quienes no conocen y que se muestran educadas con todo el mundo, sin llegar a hacer favores solo a las personas que pueden devolverlos.

2. Muestran simpatía no solo por mendigos y gatos

Las personas cultas toman la iniciativa para ayudar a los demás y se preocupan por las personas con las que han establecido poco o ningún contacto.

3. Respetan la propiedad de los demás

Las personas cultas saben que robar no es el único modo de dañar las propiedades de los otros, y por lo tanto pagan todas sus deudas.

4. Huyen de la mentira

Las personas cultas no mienten ni siquiera en los detalles más ínfimos. Consideran la mentira como una falta de respeto hacia el interlocutor y se muestran en la calle tal y como son en su casa.

5. No manipulan ni se dejan manipular por la compasión

No tienen miedo de despertar compasión ante los demás, y tampoco intentan producir compasión para aprovecharse del favor de otros.

6. No abrazan la vanidad

Las personas cultas no intentan relacionarse con otras personas por el simple hecho de que son populares o poderosas. Tampoco se pavonean para especular con su propia imagen pública.

7. Cultivan sus talentos

Si tienen un talento, las personas cultas se esfuerzan por desarrollarlo, y sacrifican por él los placeres inmediatos.

8. Desarrollan intuición estética

No se preocupan solo por vivir la vida a través de un sentido pragmático de la utilidad, sino que piensan en lo que hacen en términos estéticos. Por lo tanto, especialmente si son artistas, rechazan algunos hábitos simplemente por las apreciaciones estéticas que tienen sobre ellos.

Otra concepción de la cultura

En su carta, Chéjov enfatizó el hecho de que el hecho de transformarse o no en una persona culta es una cuestión de actitud, más que de acceso a libros.

Por lo tanto, la cultura queda definida como la propiedad de interiorizar los elementos más positivos y socializadores de la cultura en la que una persona vive, no en aislarse de los demás a través de la barrera elitista del acceso a los lujos. Es una idea que, hoy en día, podríamos reivindicar más.