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30 Poemas de Amor para dedicar a tu pareja


¿Necesitas poemas de amor con los que impresionar a tu pareja? Los poemas románticos han sido, durante siglos, el leit motiv principal de muchos literatos, poetas y escritores.

Un poema de amor debe tener la capacidad de contar de una forma única aquellos sentimientos, emociones e imágenes que nos vienen a la cabeza cuando hablamos de lo especial que nos hace sentir una persona.

Grandes poemas de amor

Si las emociones están a flor de piel y necesitas hacer llegar el mensaje a una persona que quieres, te proponemos quince grandes poemas de amor de distintas épocas y autores. Con ellos podrás explorar tu faceta romántica y compartir estos buenos sentimientos con quien desees.

Sin más dilación, vamos a conocer los versos románticos. Al final de cada uno de ellos tienes una breve explicación de su contexto y significado.

1. Bienvenida, de Mario Benedetti

Se me ocurre que vas a llegar distinta

no exactamente más linda

ni más fuerte

ni más dócil

ni más cauta

tan solo que vas a llegar distinta

como si esta temporada de no verme

te hubiera sorprendido a vos también

quizá porque sabes

cómo te pienso y te enumero

después de todo la nostalgia existe

aunque no lloremos en los andenes fantasmales

ni sobre las almohadas de candor

ni bajo el cielo opaco

yo nostalgio

tu nostalgias

y cómo me revienta que él nostalgie

tu rostro es la vanguardia

tal vez llega primero

porque lo pinto en las paredes

con trazos invisibles y seguros

no olvides que tu rostro

me mira como pueblo

sonríe y rabia y canta

como pueblo

y eso te da una lumbre

inapagable

ahora no tengo dudas

vas a llegar distinta y con señales

con nuevas

con hondura

con franqueza

sé que voy a quererte sin preguntas

sé que vas a quererme sin respuestas.

  • Análisis del poema: se trata de unos versos ideales para dedicar durante un reencuentro con la persona amada, al darse cuenta de la gran conexión emocional que existe y que ni siquiera la distancia ha podido mermar.

Poemas de amor

2. Amor eterno, de Gustavo Adolfo Bécquer

Podrá nublarse el sol eternamente;

Podrá secarse en un instante el mar;

Podrá romperse el eje de la tierra

Como un débil cristal.

¡todo sucederá! Podrá la muerte

Cubrirme con su fúnebre crespón;

Pero jamás en mí podrá apagarse

La llama de tu amor.

  • Análisis del poema: una oda al amor incondicional, desprovisto de cualquier circunstancia. Una expresión de amor romántico en su máximo nivel.

3. Esclava mía, de Pablo Neruda

Esclava mía, témeme. Ámame. Esclava mía!

Soy contigo el ocaso más vasto de mi cielo,

y en él despunta mi alma como una estrella fría.

Cuando de ti se alejan vuelven a mí mis pasos.

Mi propio latigazo cae sobre mi vida.

Eres lo que está dentro de mí y está lejano.

Huyendo como un coro de nieblas perseguidas.

Junto a mí, pero dónde? Lejos, lo que está lejos.

Y lo que estando lejos bajo mis pies camina.

El eco de la voz más allá del silencio.

Y lo que en mi alma crece como el musgo en las ruinas.

  • Análisis del poema: el poeta chileno, en un alarde de erotismo y sensibilidad, nos expone un amor en que el cariño y el miedo van de la mano.

4. Si me quieres, quiéreme entera. de Dulce María Loynaz

Si me quieres, quiéreme entera,

no por zonas de luz o sombra…

Si me quieres, quiéreme negra

y blanca, Y gris, verde, y rubia,

y morena…

Quiéreme día,

quiéreme noche…

¡Y madrugada en la ventana abierta!…

Si me quieres, no me recortes:

¡Quiéreme toda!… O no me quieras

  • Análisis del poema: la poeta cubana lo deja claro: o me amas con todo el alma, o no te atrevas a hacerlo. Una oda a la pasión y al romance.

5. Contigo, de Luis Cernuda

¿Mi tierra? Mi tierra eres tú.

¿Mi gente? Mi gente eres tú.

El destierro y la muerte para mi están adonde no estés tú.

¿Y mi vida? Dime, mi vida, ¿qué es, si no eres tú?

  • Análisis del poema: este poeta español hablaba así sobre su mundo, basado en el amor por esa persona especial.

6. Despedida, de Jorge Luis Borges

Entre mi amor y yo han de levantarse

trescientas noches como trescientas paredes

y el mar será una magia entre nosotros.

No habrá sino recuerdos.

Oh tardes merecidas por la pena,

noches esperanzadas de mirarte,

campos de mi camino, firmamento

que estoy viendo y perdiendo...

Definitiva como un mármol

entristecerá tu ausencia otras tardes.

  • Análisis del poema: decir adiós nunca es fácil, y menos si hay que despedirse de una persona a la que hemos amado con pasión. Sin embargo, este poema de Jorge Luis Borges es absolutamente hermoso.

7. Agua Mujer, de Juan Ramón Jiménez

¿Qué me copiaste en ti,

que cuando falta en mí

la imagen de la cima,

corro a mirarme en ti?

  • Análisis del poema: breve pero colosal poema de Juan Ramón Jiménez. A veces el amor se fundamenta en la mirada hacia el espejo. Nos vemos reflejados en los ojos de la persona amada.

8. Dame la mano, de Gabriela Mistral

Dame la mano y danzaremos;

dame la mano y me amarás.

Como una sola flor seremos,

como una flor, y nada más...

El mismo verso cantaremos,

al mismo paso bailarás.

Como una espiga ondularemos,

como una espiga, y nada más.

Te llamas Rosa y yo Esperanza;

pero tu nombre olvidarás,

porque seremos una danza.

  • Análisis del poema: versos de la poeta chilena. Una oda al optimismo y al enamoramiento más inocente.

9. Soneto V, de Garcilaso de la Vega

Escrito está en mi alma vuestro gesto...

Escrito está en mi alma vuestro gesto

y cuanto yo escribir de vos deseo;

vos sola lo escribistes, yo lo leo

tan solo, que aun de vos me guardo en esto.

En esto estoy y estaré siempre puesto;

que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,

de tanto bien lo que no entiendo creo,

tomando ya la fe por presupuesto.

Yo no nací sino para quereros;

mi alma os ha cortado a su medida;

por hábito del alma misma os quiero;

cuanto tengo confieso yo deberos;

por vos nací, por vos tengo la vida,

por vos he de morir y por vos muero.

  • Análisis del poema: uno de esos poemas de amor de toda la vida, que nos habla sobre un enamoramiento descarnado, místico, fuera de cualquier circunstancia o condición.

10. Polvos de amor, de Francisco de Quevedo

Amor postrero más allá de la muerte.

Cerrar podrá mis ojos la postrera

Sombra que me llevare el blanco día,

Y podrá desatar esta alma mía

Hora, a su afán ansioso lisonjera;

Mas no de esotra parte en la ribera

Dejará la memoria, en donde ardía:

Nadar sabe mi llama el agua fría,

Y perder el respeto a ley severa.

Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,

Venas, que humor a tanto fuego han dado,

Médulas, que han gloriosamente ardido,

Su cuerpo dejará, no su cuidado;

Serán ceniza, mas tendrá sentido;

Polvo serán, mas polvo enamorado.

  • Análisis del poema: el autor español apela a un amor que no desaparece ni siquiera cuando las almas se han ido.

11. Amor, de Pablo Neruda

Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte

la leche de los senos como de un manantial,

por mirarte y sentirte a mi lado y tenerte

en la risa de oro y la voz de cristal.

Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos

y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal,

porque tu ser pasara sin pena al lado mío

y saliera en la estrofa -limpio de todo mal-.

Cómo sabría amarte, mujer, cómo sabría

amarte, amarte como nadie supo jamás!

Morir y todavía

amarte más.

Y todavía

amarte más

y más.

  • Análisis del poema: un reconocimiento romántico a la figura de la mujer, de uno de los poetas más emblemáticos de Latinoamérica.

12. Te amo por ceja, de Julio Cortázar

Te amo por ceja, por cabello, te debato en corredores

blanquísimos donde se juegan las fuentes

de la luz,

te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza

de cicatriz,

voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpago y

cintas que dormían en la lluvia.

No quiero que tengas una forma, que seas

precisamente lo que viene detrás de tu mano,

porque el agua, considera el agua, y los leones

cuando se disuelven en el azúcar de la fábula,

y los gestos, esa arquitectura de la nada,

encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.

Todo mañana es la pizarra donde te invento y te

dibujo,

pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese

pelo lacio, esa sonrisa.

Busco tu suma, el borde de la copa donde el vino

es también la luna y el espejo,

busco esa línea que hace temblar a un hombre en

una galería de museo.

Además te quiero, y hace tiempo y frío.

  • Análisis del poema: fiel a su estilo, Julio Cortázar hablaba así sobre un amor que le hizo perder el juicio.

13. Soneto matinal a una colegiala ingrávida, de Gabriel García-Márquez

Al pasar me saluda y tras el viento

que da al aliento de su voz temprana

en la cuadrada luz de una ventana

se empaña, no el cristal, sino el aliento

Es tempranera como una campana.

Cabe en lo inverosímil, como un cuento

y cuando corta el hilo del momento

vierte su sangre blanca la mañana.

Si se viste de azul y va a la escuela,

no se distingue si camina o vuela

porque es como la brisa, tan liviana

que en la mañana azul no se precisa

cuál de las tres que pasan es la brisa,

cuál es la niña y cuál es la mañana.

  • Análisis del poema: el autor de "Cien años de soledad" describía así un breve romance platónico con una joven colegiala.

14. Cúbreme, amor, el cielo de la boca, de Rafael Alberti

Cúbreme, amor, el cielo de la boca

con esa arrebatada espuma extrema,

que es jazmín del que sabe y del que quema,

brotado en punta de coral de roca.

Alóquemelo, amor, su sal, aloca

Tu lancinante aguda flor suprema,

Doblando su furor en la diadema

del mordiente clavel que la desboca.

¡Oh ceñido fluir, amor, oh bello

borbotar temperado de la nieve

por tan estrecha gruta en carne viva,

para mirar cómo tu fino cuello

se te resbala, amor, y se te llueve

de jazmines y estrellas de saliva!

  • Análisis del poema: sobre la belleza femenina y sus mieles. Del gran Rafael Alberti.

15. Como si cada beso, de Fernando Pessoa

Como si cada beso

Fuera de despedida,

Cloé mía, besémonos, amando.

Tal vez ya nos toque

En el hombro la mano que llama

A la barca que no viene sino vacía;

Y que en el mismo haz

Ata lo que fuimos mutuamente

Y la ajena suma universal de la vida.

  • Análisis del poema: el escritor portugués describió de este modo un amor único, especial, memorable.

16. Te quiero a las diez de la mañana, de Jaime Sabines

Te quiero a las diez de la mañana, y a las once,

y a las doce del día. Te quiero con toda mi alma y

con todo mi cuerpo, a veces, en las tardes de lluvia.

Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuando me

pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en la

comida o en el trabajo diario, o en las diversiones

que no tienes, me pongo a odiarte sordamente, con

la mitad del odio que guardo para mí.

Luego vuelvo a quererte, cuando nos acostamos y

siento que estás hecha para mí, que de algún modo

me lo dicen tu rodilla y tu vientre, que mis manos

me convencen de ello, y que no hay otro lugar en

donde yo me venga, a donde yo vaya, mejor que tu

cuerpo. Tu vienes toda entera a mi encuentro, y

los dos desaparecemos un instante, nos metemos

en la boca de Dios, hasta que yo te digo que tengo

hambre o sueño.

Todos los días te quiero y te odio irremediablemente.

Y hay días también, hay horas, en que no

te conozco, en que me eres ajena como la mujer

de otro, Me preocupan los hombres, me preocupo

yo, me distraen mis penas. Es probable que no piense

en ti durante mucho tiempo. Ya ves ¿Quién

podría quererte menos que yo amor mío?

  • Análisis del poema: uno de los poemas de amor que ponen el foco en los pequeños detalles de la convivencia y el impacto emocional que todo eso tiene.

17. El poeta pide a su amor que le escriba, de Federico García Lorca

Amor de mis entrañas, viva muerte,

en vano espero tu palabra escrita

y pienso, con la flor que se marchita,

que si vivo sin mí quiero perderte.

El aire es inmortal. La piedra inerte

ni conoce la sombra ni la evita.

Corazón interior no necesita

la miel helada que la luna vierte.

Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,

tigre y paloma, sobre tu cintura

en duelo de mordiscos y azucenas.

Llena pues de palabras mi locura

o déjame vivir en mi serena

noche del alma para siempre oscura.

  • Análisis del poema: esta obra de Lorca muestra la cara más trágica y melancólica de las relaciones amorosas, que a menudo nos llevan a un torbellino de emociones.

18. Amor, de Salvador Novo

Amar es este tímido silencio

cerca de ti, sin que lo sepas,

y recordar tu voz cuando te marchas

y sentir el calor de tu saludo.

Amar es aguardarte

como si fueras parte del ocaso,

ni antes ni después, para que estemos solos

entre los juegos y los cuentos

sobre la tierra seca.

Amar es percibir, cuando te ausentas,

tu perfume en el aire que respiro,

y contemplar la estrella en que te alejas

cuando cierro la puerta de la noche.

  • Análisis del poema: estos versos destacan la parte del amor vinculada con la sencillez y la humildad.

19. Primer amor, de Leopoldo María Panero

Esta sonrisa que me llega como el poniente

que se aplasta contra mi carne que hasta entonces sentía

sólo calor o frío

esta música quemada o mariposa débil como el aire que

quisiera tan sólo un alfiler para evitar su caída

ahora

cuando el reloj avanza sin horizonte o luna sin viento sin

bandera

esta tristeza o frío

no llames a mi puerta deja que el viento se lleve tus

labios

este cadáver que todavía guarda el calor de nuestros

besos

dejadme contemplar el mundo en una lágrima

Ven despacio hacia mí luna de dientes caídos

Dejadme entrar en la cueva submarina

atrás quedan las formas que se suceden sin dejar huella

todo lo que pasa y se deshace dejando tan sólo un humo

blanco

atrás quedan los sueños que hoy son sólo hielo o piedra

agua dulce como un beso desde el otro lado del horizonte.

  • Análisis del poema: un poema lleno de símbolos e imágenes potentes y evocadoras.

20. Quien alumbra, de Alejandra Pizarnik

Cuando me miras

mis ojos son llaves,

el muro tiene secretos,

mi temor palabras, poemas.

Sólo tú haces de mi memoria

una viajera fascinada,

un fuego incesante.

  • Análisis del poema: esta poetisa argentina habla del potencial de las relaciones amorosas a la hora de sacar lo mejor de uno mismo.

21. Mercedes Blanco, de Leopoldo María Panero

Al fin llegaste tú para mecer

en tus brazos el cadáver de mi alma

con la sonrisa de una muerta

para decirme que la muerta habla

para hacer el amor en la ceniza.

Al fin apareciste en medio del más puro

vacío-donde no quedaban

ya ni nombres ni palabras, ni siquiera

mi recuerdo en el mundo, en mí mismo:

al fin llegaste tú como un recuerdo.

Si aun siendo imposible que dejes de amarme, no obstante

tu corazón ciego se empeña en que me olvides

seré entonces yo el Imposible, seré

yo quien por entero encarne en cera

el rostro blanco de lo Imposible. Pero has venido aquí

como si te marcharas para siempre, a decirme

que aún queda una Verdad. Y ya has vencido

al agujero negro que hay detrás del alma

y que espera sólo vernos caer, que nos espera.

Y comprendí que yo era. Y que si aún sería

"entre los muchos hombres uno sólo"

como me dijo un traductor de Ausías,

lo sería

sí, pero siendo ese desierto

habitado por entero por ti,

que eras también uno solo.

Y te ofrecí el desierto como premio

y la soledad, para que la habitaras

sin jamás empero alterar su pureza;

te ofrecí, te ofrezco

mi destrucción. Y te dije tan sólo

de mí que antes

de ti el presente era una forma del pasado;

y que esperar era una forma de faltarme el tiempo

oyendo sólo, en el horizonte de la espera, el eco

de una música en que todo

calló como si nunca hubiera sido, y que sabía

que hacerlo le fue fácil, porque todo

tiene su vocación de no haber sido: hasta la cosa

más simple quisiera

desaparecer. Pero llegaste tú para habitar ese eco

y dar sentido a la voz que habla sola

porque sabe -sabía- que era esa

la forma en que hablan todos, y la única

forma de hablar posible. Y besaste

suavemente en la boca mi baba,

que manchó una vez el papel en blanco.

Llegaste tú, y quisiera

haber sido aún menos, y arrepentirme aún más

de mi vida que otro vivió por mí.

Yo no soy quien me llamo: sólo tú me nombras.

Yo no soy, ni eres tú, esta sombra que llamo

para que hable de ti como lo haría

la lluvia que no dejó nunca de caer; para ofrecerte tu reflejo

en el agua de un océano bajo la que alguien

dicen que está muerto-quizás tú que me sonríes.

Y me dijiste: la muerte habla, y te contesto:

sólo los muertos hablan, entre ellos.

No te ofrezco ningún gozo, sino sólo la dicha

fecunda de la imposibilidad, como aguijón continuo

de la invisible vida de nuestro amor. Te digo sólo:

escucha cómo muere ese insecto- y te enseñé

en la mano una mosca muerta, y dije

he aquí nuestra riqueza. Y añadí: aprende

a no gritar jamás que nos amamos. Baste

susurrarlo, basten

tus labios para no decirlo:

porque amor no ha sido aun forjado

y si nadie ama como tú y yo podríamos

hacerlo: sólo lentamente, inventando

la flor que no existió: si tú y yo ahora

nos amamos, habremos amado por primera vez.

No te ofrezco ningún gozo, sino sólo la lucha

de la hermosura subjetiva por ser cierta,

sino sólo el placer

de una agonía larga y segura porque única-

mente cuando muere se sabe

que fue la dicha. Este elefante muerto, esta búsqueda

de lo definitivamente perdido, esta espera

que sólo espera hallar su propio discurso.

Te aguardo

al final del camino: no te ofrezco

ningún gozo:

acompáñame en la tumba.

  • Análisis del poema: un poerma en el que se aprecia la convulsa relación queeste poeta tuvo con la mujer que le da título a la obra, y en el que el amor queda expresado desde una perspectiva pesimista y trágica.

22. Dueña de la negra boca, de José Zorrilla

Dueña de la negra toca,

la del morado monjil,

por un beso de tu boca

diera a Granada Boabdil.

Diera la lanza mejor

del Zenete más bizarro,

y con su fresco verdor

toda una orilla del Darro.

Diera la fiesta de toros

y, si fueran en sus manos,

con la zambra de los moros

el valor de los cristianos.

Diera alfombras orientales,

y armaduras y pebetes,

y diera... ¡que tanto vales!,

hasta cuarenta jinetes.

Porque tus ojos son bellos,

porque la luz de la aurora

sube al Oriente desde ellos,

y el mundo su lumbre dora.

Tus labios son un rubí,

partido por gala en dos...

Le arrancaron para ti

de la corona de Dios.

De tus labios, la sonrisa,

la paz de tu lengua mana...

leve, aérea, como brisa

de purpurina mañana.

¡Oh, qué hermosa nazarena

para un harén oriental,

suelta la negra melena

sobre el cuello de cristal,

en lecho de terciopelo,

entre una nube de aroma,

y envuelta en el blanco velo

de las hijas de Mahoma!

Ven a Córdoba, cristiana,

sultana serás allí,

y el sultán será, ¡oh sultana!,

un esclavo para ti.

Te dará tanta riqueza,

tanta gala tunecina,

que ha de juzgar tu belleza

para pagarle, mezquina.

Dueña de la negra toca,

por un beso de tu boca

diera un reino Boabdil;

y yo por ello, cristiana,

te diera de buena gana

mil cielos, si fueran mil.

  • Análisis del poema: uno de los poemas de amor en los que se utilizan más las referencias al exotismo atribuido a las culturas de oriente.

23. Ausencia, de Jorge Luis Borges

Habré de levantar la vasta vida

que aún ahora es tu espejo:

cada mañana habré de reconstruirla.

Desde que te alejaste,

cuántos lugares se han tornado vanos

y sin sentido, iguales

a luces en el día.

Tardes que fueron nicho de tu imagen,

músicas en que siempre me aguardabas,

palabras de aquel tiempo,

yo tendré que quebrarlas con mis manos.

¿En qué hondonada esconderé mi alma

para que no vea tu ausencia

que como un Sol terrible, sin ocaso,

brilla definitiva y despiadada?

Tu ausencia me rodea

como la cuerda a la garganta,

el mar al que se hunde.

  • Análisis del poema: otro de los poemas de amor de Borges en los que se aborda este tema desde la melancolía y la tristeza por el fin de la relación.

24. Mademoiselle Isabel, de Blas de Otero

Mademoiselle Isabel, rubia y francesa,

con un mirlo debajo de la piel,

no sé si aquél o ésta, oh mademoiselle

Isabel, canta en él o si él en ésa.

Princesa de mi infancia; tú, princesa

promesa, con dos senos de clavel;

yo, le livre, le crayon, le...le..., oh Isabel,

Isabel..., tu jardín tiembla en la mesa.

De noche, te alisabas los cabellos,

yo me dormía, meditando en ellos

y en tu cuerpo de rosa: mariposa

rosa y blanca, velada con un velo.

Volada para siempre de mi rosa

-mademoiselle Isabel- y de mi cielo.

  • Análisis del poema: un bonito poema de amor corto en el que, en pocos versos, se expresa mucho.

25. Lucía, de Joan Manuel Serrat

Vuela esta canción para ti, Lucía

La más bella historia de amor que tuve y tendré

Es una carta de amor que se lleva el viento pintada en mi voz

A ninguna parte a ningún buzón.

No hay nada más bello que lo que nunca he tenido

Nada más amado que lo que perdí

Perdóname si hoy busco en la arena

Una Luna llena que arañaba el mar.

Si alguna vez fui un ave de paso

Lo olvidé pa'' anidar en tus brazos

Si alguna vez fui bello y fui bueno

Fue enredado en tu cuello y tus senos.

Si alguna vez fui sabio en amores

Lo aprendí de tus labios cantores

Si alguna vez amé, si algún día después de amar

Amé, fue por tu amor, Lucía, Lucía.

26. Soneto IX, de Garcilaso de la Vega

Señora mía, si yo de vos ausente

en esta vida turo y no me muero,

paréceme que ofendo a lo que os quiero,

y al bien de que gozaba en ser presente;

tras éste luego siento otro accidente,

que es ver que si de vida desespero,

yo pierdo cuanto bien bien de vos espero;

y ansí ando en lo que siento diferente.

En esta diferencia mis sentidos

están, en vuestra ausencia y en porfía,

no sé ya que hacerme en tal tamaño.

Nunca entre sí los veo sino reñidos;

de tal arte pelean noche y día,

que sólo se conciertan en mi daño.

27. Remansillo, de Federico García Lorca

Me miré en tus ojos

pensando en tu alma.

Adelfa blanca.

Me miré en tus ojos

pensando en tu boca.

Adelfa roja.

Me miré en tus ojos.

¡Pero estabas muerta!

Adelfa negra.

28. Poema XX, de Pablo Neruda

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,

y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.

La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.

Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.

Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.

La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.

Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.

Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.

Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.

Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.

Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.

Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,

Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,

y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

29. Y sin embargo te quiero, de Joaquín Sabina

Me lo dijeron mil veces,

mas yo nunca quise poner atención.

Cuando vinieron los llantos

ya estabas muy dentro de mi corazón.

Te esperaba hasta muy tarde,

ningún reproche te hacía;

lo más que te preguntaba

era que si me querías.

Y, bajo tus besos,

en la madrugá,

sin que tú notaras la cruz de mi angustia

solía cantar:

Te quiero más que a mis ojos,

te quiero más que a mi vida,

más que al aire que respiro

y más que a la madre mía.

Que se me paren los pulsos

si te dejo de querer,

que las campanas me doblen

si te falto alguna vez.

Eres mi vida y mi muerte,

te lo juro, compañero;

no debía de quererte,

no debía de quererte

y sin embargo te quiero.

Vives con unas y con otras

y na se te importa de mi soledad;

sabes que tienes un hijo

y ni el apellido le vienes a dar.

Llorando junto a la cuna

me dan las claras del día.

Mi niño no tiene padre

¡Qué pena de suerte mía!

Anda, rey de España,

vamos a dormir,

y, sin darme cuenta, en vez de la nana

yo le canto así

30. Lucía Martínez, de Federico García Lorca

Umbría de seda roja.

Tus muslos, como la tarde,

van de la luz a la sombra.

Los azabaches recónditos

oscurecen tus magnolias.

Aquí estoy, Lucía Martínez.

Vengo a consumir tu boca

y a arrastrarte del cabello

en madrugada de conchas.

Porque quiero y porque puedo.

Umbría de seda roja.