Cómo afrontar emocionalmente la vuelta al trabajo tras las vacaciones
Para muchas personas, el fin de las vacaciones supone una fuente de malestar que va más allá del hecho de dejar de tener mucho tiempo libre durante varios días seguidos.
En no pocos casos, lo que genera más angustia o desasosiego es la necesidad de readaptarse al día a día en el trabajo; tener que adaptarse rápidamente a las exigencias de la jornada laboral puede llegar a desbordarnos emocionalmente si se dan una serie de circunstancias. De hecho, se ha llegado a halar de un fenómeno llamado depresión postvacacional que, si bien no es un trastorno psicológico ni es comparable a la depresión mayor, plasma el estado de decaimiento y bajo estado de ánimo general que se da en algunos trabajadores al volver al trabajo después de su paréntesis vacacional.
En este artículo encontrarás un resumen de los principales consejos que debes tener en cuenta para que la vuelta al contexto laboral sea más llevadera y no se haga cuesta arriba en exceso.
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¿Por qué la reincorporación al trabajo se nos hace cuesta arriba emocionalmente?
Como hemos adelantado, el factor fundamental para entender ese “bajón” que se da a veces cuando volvemos al trabajo tras las vacaciones es el contraste entre experiencias y hábitos, la fuerte diferencia que hay entre lo que hacíamos en nuestros días libres y lo que hacemos cuando estamos inmersos en las dinámicas de trabajo.
No hay que olvidar que trabajar implica mucho más que realizar una serie de acciones concretas durante una jornada de trabajo que tenemos por delante; normalmente, también pasa por adoptar una mentalidad distinta en la que debemos planificar lo que haremos durante el mes o la semana, y ajustar nuestras expectativas a ciertos objetivos de productividad, a la prevención de posibles inconvenientes, etc.
Dicho de otro modo, la diferencia entre estar de vacaciones y o estarlo tiene implicaciones psicológicas profundas, y si nuestra mente no “conecta” con las acciones que debemos realizar durante la jornada, surge una fricción que produce mucho malestar. De hecho, es relativamente frecuente que esto ocurra durante los primeros días de vuelta al trabajo, dado que aún funcionamos con las inercias psicológicas que hemos interiorizado durante las vacaciones.
Por ejemplo, el hecho de evocar recuerdos de los días que hemos pasado estando de viaje no tiene nada de malo de por sí e incluso puede resultar agradable, pero si lo usamos durante nuestra jornada laboral como una manera de evadirse del trabajo, no solo rendiremos menos (lo cual dará lugar a problemas objetivos por falta de productividad) sino que además nos sentiremos peor, dado que seremos incapaces de centrarnos y de sentirnos motivados para realizar nuestras tareas.
De este modo, el reajuste emocional consiste en transitar adecuadamente ese paso de los hábitos y recuerdos asociados a las acciones, a las estrategias de concentración, gestión del tiempo y auto-motivación necesarias para rendir laboralmente de un modo lo más satisfactorio posible.
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5 consejos para afrontar psicológicamente la vuelta al trabajo tras las vacaciones
Ten en cuenta estas ideas clave para adaptarte del mejor modo a la vuelta al trabajo.
1. Antes de tu primer día de vuelta al trabajo, reajusta tu horario de sueño
Gran parte de lo que sentimos tiene que ver con nuestro grado de activación en un momento dado. Y esto depende de los ritmos circadianos, vinculado a nuestro reloj biológico que regula la alternancia entre el sueño y la vigilia. Si tu horario de trabajo no coincide con el de las vacaciones, es normal que te sientas mal y no te concentres ni seas capaz de encontrar satisfactorio tu rol como profesional.
Por eso, al menos dos días antes de la vuelta al trabajo, asegúrate de normalizar tu horario del sueño y empieza a irte a la cama a una hora similar a la que lo harás cuando trabajes. Si no lo haces, o solo irás al trabajo con sueño, sino que además ti estado de ánimo bajará y serás una persona más propensa a sufrir estrés y con peor capacidad de concentración.
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2. Crea una secuencia de actividades clara
Para ponértelo fácil para “conectar” con el trabajo, asegúrate de tener muy claro en todo momento cuál debe ser la secuencia de tareas que tienes por delante como parte de tus responsabilidades.
Si no planeas de antemano este orden de tareas a realizar, seguramente perderás demasiado tiempo dudando y compadeciéndote por no tener energías ni motivación para hacer nada. Ten en cuenta que visualizar claramente la próxima meta a corto plazo que realizarás será un elemento motivador que “tirará de ti” y evitará que caigas en esas experiencias de angustia e indecisión.
Para ordenar las tareas que realizarás durante la jornada, una manera útil de lograrlo consiste en ordenarlas primero por urgencia, y luego por sencillez y brevedad de esas tareas. Una vez hechos esos dos listados, fusiónalos para que las tareas más prioritarias sean las más urgentes y más sencillas. Una vez hayas empezado por lo más fácil de hacer, contarás con mucha más motivación y te costará mucho menos proseguir con el resto de responsabilidades.
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3. Asegúrate de incorporar suficientes momentos de descanso a tu jornada
Si no incorporas momentos de descanso a tu jornada de trabajo, terminarás perdiendo mucho tiempo por puro agotamiento, descansando de manera improvisada y poco eficiente. Más vale añadir muchos descansos breves que no hacerlo y descansar igualmente pero saliéndote de tu horario.
4. No descuides las rutinas de alimentación sanas
Si no comes bien, será lo más normal del mundo que no tengas energía física ni mental para afrontar el reto de volver al trabajo. Ten esto muy en cuenta, pues es posible que al dejar atrás tus vacaciones, te topes con muchas más limitaciones para elegir cuándo y qué comer.
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5. No dejes que el trabajo absorba todo tu tiempo libre
Finalmente, no dejes que el fin de las vacaciones suponga el fin de tu tiempo libre, porque eso te desgastará psicológicamente con gran rapidez. Asegúrate de seguir disponiendo de varias horas semanales que dedicarte a ti y a lo que te gusta más allá del trabajo remunerado y de las responsabilidades domésticas y familiares.
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