Cómo pedir favores: 5 consejos prácticos
A lo largo de nuestras vidas vamos a necesitar ayuda de los demás en más de una ocasión. Pese a que nos cueste reconocerlo, no somos perfectos y necesitamos que otras personas nos ayuden con multitud de tareas.
En otras ocasiones lo que puede pasar es que simplemente nos haya surgido un imprevisto y, como consecuencia de ello, necesitemos que alguien nos haga un favor de última hora.
Sea cual sea el favor a pedir, la forma en cómo se hacen es casi tan importante como lo urgentes que puedan ser. Por este motivo aquí vamos a abordar el tema de cómo pedir favores, viendo qué factores pueden influir en que los demás estén predispuestos a ayudarnos.
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¿Cómo aprender a pedir favores?
Incluso las personas más autosuficientes necesitan ayuda en algún momento, puesto que no dejamos de ser animales imperfectos y, también, sociales. Aprovechando ese componente social de la naturaleza humana en más de una ocasión nos vemos en la necesidad de pedir favores, aunque eso no siempre es algo fácil. Ya sea por reparo, porque nos dé vergüenza o por simple miedo a que nos lo rechacen, lo cierto es que pedir algo a otra persona es una tarea un tanto complicada.
Lógicamente, cada favor implica una dificultad distinta que también influye a la hora de ser pedido. No es lo mismo pedir que, por favor, nos compren una lata de sardinas en el supermercado que nos cubran el horario de tarde en la oficina. Los favores pueden ser más fáciles o difíciles de satisfacer en función de cuántos recursos tenga que mover la persona a la que le pedimos el favor, motivo por el cual también es más o menos probable que nos lo satisfazca. Por fortuna, hay una serie de factores que pueden ayudarnos a que nuestras peticiones se cumplan.
1. Presencialidad
Ya sea por comodidad o porque directamente nos da reparo hacerlo en persona son muchos los que prefieren pedir los favores por vía escrita, tanto por email como por mensajería instantánea. Los correos electrónicos son vistos como perfectos para pedir favores a los compañeros del trabajo, mientras que los chats se usan con personas más cercanas, como familiares y amigos.
Muchos recurren al texto pensando que esta modalidad nos va a ahorrar tener que mirar a los ojos de la persona a quien le pediremos el favor. Además, el texto nos sirve para ser más persuasivas, premitiéndonos preparar bien nuestro discurso, haciendo que el texto esté extensamente redactado, exponiendo cada una de las razones por las que necesitamos que nos hagan el favor y la urgencia del mismo.
Pese a todo esto, lo cierto es que la presencialidad es la mejor manera de pedir los favores. De hecho, hacerlo por vía escrita es una muy mala opción, y así lo demostró una investigación realizada por la Universidad de Cornell, en Estados Unidos. El estudio llevado a cabo por Roghanizad y Bohns (2017) llegó a la conclusión de que mirando a los ojos de la persona a la que le pedimos el favor es 34 veces más persuasiva que haciéndolo por vía escrita. Lo mejor es la presencialidad, o dicho de otra forma, pedir favores cara a cara.
2. Ir sin rodeos
Es normal que, antes de pedirle el favor a alguien, le saludemos, conversemos cordialmente sobre el tiempo o de algún tema de actualidad y, una vez se ha entrado un poco en ambiente, procedemos a los halagos, el peloteo dicho más coloquialmente. Esto está bien siempre y cuando no nos alarguemos demasiado.
Por regla general, cuando vamos a pedir una favor la otra persona lo nota. Siempre se le va a pasar por la cabeza lo de “Este quiere algo, seguro”. Lo mejor es soltar la petición lo antes posible, sin ser demasiado bruscos pero tampoco dando demasiados rodeos ni halagando empalagosamente. Generalmente, somos más propensos a hacer favores a los demás si quien nos lo pide va directo al grano.
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3. Cuidar el lenguaje no verbal
Pedir los favores cara a cara es tan persuasivo gracias a la ayuda del lenguaje no verbal. Este tipo de lenguaje influye mucho a la hora de conseguir convencer a alguien para que nos ayude, motivo por el cual debemos cuidar qué expresiones y movimientos hacemos en presencia de la persona a la que le vamos a hacer una petición.
Algunos consejos: mirada clara, movimientos relajados, los brazos en posición abierta y nunca cruzados. Estos gestos, además de mirar a los ojos y sonreír, invitan a que la otra parte se muestre generosa y nos ayude. Añadido a esto, lo adecuado es hacer la petición en un lugar tranquilo en donde no nos vayan a interrumpir terceras personas.
4. Elegir el momento
Es muy importante hacer el favor en el momento adecuado. Todo el mundo tiene momentos del día en el que está de mejor humor y otros en los que no tanto, como por ejemplo después de trabajar o justo cuando ha recibido una mala noticia. Esto influye y mucho a la hora de hacer un favor, teniendo probablemente menos éxito si le pedimos a la persona que nos lo haga justo cuando tiene un mal día.
Por este motivo deberemos ser pacientes y elegir el momento más adecuado para hacer la petición, aunque lo que necesitemos nos corra mucha prisa. Siempre y cuando no sea algo urgente lo que tengamos que pedir puede esperar unas cuantas horas o días, puesto que de hacerlo en el momento menos adecuado tenemos asegurado el rotundo “no”.
5. Exponer los motivos
Aunque no es recomendable explayarse demasiado en el porqué de nuestra petición, sí que es muy recomendable exponer algún motivo puesto que de no hacerlo va a sonar como una imposición o algo puramente egoísta. La otra persona debe entender que realmente lo necesitamos, que le pedimos un favor porque no nos podemos valer por nosotros mismos pero es algo importante.
Aquí volvemos a hablar de evidencia científica mencionando otro experimento, en este caso realizado por la Universidad de Harvard. En su experimento, Langer y Chanowitz (1978) hicieron una prueba sencilla. Uno de los investigadores abordaba a un compañero en la fotocopiadora y le pedía, por favor, que le cediera el turno. Unas veces lo hacía sin dar explicación alguna mientras que en otras sí que exponía su motivo.
En el 60% de los casos en los que pedía el favor pero sin dar explicaciones tenía éxito, valiéndose de tan solo el factor presencialidad, esto es, pedir el favor cara a cara. En cambio, el porcentaje de éxito ascendía a casi el 90% cuando el investigador daba un motivo para colarse.
Lo sorprendente de todo era que el motivo que daba no era nada demasiado complejo ni una petición trascendental, era literalmente “Disculpa, ¿puedo colarme? Es que tengo que hacer unas fotocopias.” Por el simple hecho de dar un motivo, aunque evidente y absurdo, el investigador conseguía colarse 9 de cada 10 veces. Esto viene a demostrar que siempre que pidamos un favor lo debemos acompañar con una justificación, aunque sea mínima.