Síndrome del Nido Vacío: cuando la soledad se apodera del hogar
El Síndrome del Nido Vacío es un trastorno asociado al proceso de pérdida que sufren los padres cuando los hijos abandonan el hogar familiar.
Síndrome del Nido Vacío
¿Alguna vez te has preguntado cómo se originan los estados de ánimo? La respuesta a esta pregunta es compleja, ya que estos nacen en mitad de un torrente de información que proviene a la vez del interior y el exterior de la persona. No somos seres emocionalmente autónomos, con sentimientos que nacen espontáneamente en nosotros y se vuelcan hacia afuera en nuestros actos y nuestra manera de expresar estados afectivos; en todo caso, nuestros sentimientos nacen en la continua retroalimentación con lo que ocurre a nuestro alrededor.
Teniendo en cuenta esto, no resulta extraño pensar que nuestros estados emocionales se debe, al menos en parte, al tipo de relación que tenemos con los demás y el grado en el que tenemos ocasión para relacionarnos con ciertas personas.
Definición: la soledad del hogar silencioso
El Síndrome del Nido Vacío es un claro ejemplo de esto. Este concepto se utiliza para referirse al sentimiento de soledad y tristeza que experimentan los padres, madres y cuidadores en general cuando los jóvenes de los que una vez se ocuparon se emancipan y dejan de compartir casa con ellos. Es frecuente que el Síndrome del Nido Vacío ocurra cuando los hijos se van de casa para trasladarse a la ciudad en la que se encuentra su facultad, cuando deciden irse a vivir solos y cuidar de sí mismos o cuando se casan. En todos los casos ocurre algo parecido: algo cambia en el día a día de los cuidadores, porque ciertas personas dejan de estar tan presentes como antes.
Esta sensación de pérdida no tiene por qué fundamentarse sólo en la ausencia de trato con los hijos, sino que puede tener un efecto negativo sobre la autoimagen si se le confería gran valor al hecho de ser responsable de cuidar a otra persona. La búsqueda de un sentido a lo que se hace puede verse trastocada si gran parte de ese esfuerzo existencial tiene que ver con la crianza y el cuidado de otros.
Diferencias entre hombres y mujeres
Una simple variación como pasar de compartir casa con un hijo a dejar de hacerlo puede trastocar profundamente el repertorio de estados emocionales de los padres y tutores, porque las emociones están relacionadas con los cambios objetivos que ocurren en el contexto.
Sin embargo, en la actualidad el contexto está determinado, en parte, por el género que se le asigna a cada persona. Como por el sesgo de género las mujeres han tenido un rol tradicional vinculado a la crianza y la esfera de lo doméstico, también son las más propensas a experimentar el Síndrome del Nido Vacío: una desigualdad plasmada objetivamente (el reparto de tareas domésticas) conlleva también variaciones en la percepción de esta objetividad (la salida de los hijos del hogar).
Pero, además, es posible que parte de los motivos por los que las mujeres tienden a experimentar más este sentimiento de pérdida se encuentre en el hecho de que estos episodios coinciden frecuentemente con la menopausia.
Eso no significa que los hombres no puedan llegar a desarrollar los síntomas típicos del Síndrome del Nido Vacío, pero en términos estadísticos es menos común que ocurra.
¿Qué está ocurriendo con el Síndrome del Nido Vacío en nuestros días?
Es muy posible que en los últimos años los efectos del Síndrome del Nido Vacío se estén viendo afectados por los cambios en los hábitos de vida y la crisis económica. Por un lado, cada vez hay una mayor cantidad de adultos jóvenes incapaces de emanciparse por la falta de ingresos. Por el otro, el hecho de que las tasas de natalidad estén cayendo en muchos países puede reflejar que cada vez hay más familias con un solo hijo, lo cual podría significar que su emancipación supondría un cambio más brusco.
Además, las exigencias de un mercado de trabajo más estricto lleva a muchos jóvenes a trabajar muy lejos de su lugar de residencia habitual, lo cual dificulta la conciliación familiar y hace que las reuniones con los padres sean menos frecuentes y más espaciadas en el tiempo.
Tampoco es tan frecuente que pase poco tiempo entre que los hijos se emancipan y el momento en el que tienen un hijo, así que en algunos casos las personas que viven el Síndrome del Nido Vacío ni siquiera tienen la oportunidad de cuidar de sus nietos (que, por otro lado, en caso de existir podrían estar a cientos de kilómetros de distancia).
Puede que la pérdida parcial de contacto con un hijo o hija pueda parecer difícil de sobrellevar de por sí, pero el modo en el que se experimente esto depende en gran parte de condiciones materiales como las que provee el mercado de trabajo y la situación económica de las familias.