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Edad Media: las 16 características principales de esta etapa histórica


La historia de la humanidad es rica y compleja, llena de grandes logros y grandes pérdidas.

El ser humano ha evolucionado a través de los tiempos haciendo frente a una gran variedad de vicisitudes, aprendiendo en su camino sobre el funcionamiento del mundo y construyendo diferentes modelos interpretativos de este. Son cuatro las grandes edades en que podemos dividir la historia (cinco si consideramos también la prehistoria): Antigua, Media, Moderna y Contemporánea.

De entre todas ellas tal vez una de las que mayor interés suele generar es la Edad Media. En este artículo vamos a hacer un breve repaso a las características propias de la más prolongada de las edades de la historia, especialmente en lo que se refiere a nivel social y psicológico.

Delimitando el periodo temporal: la Edad Media

Llamamos Edad Media al período histórico comprendido entre los siglos V y XV, estando cronológicamente situado entre Edad Antigua y Edad Moderna. Esta edad de la historia es la más prolongada de las que ha habido hasta el momento (si no consideramos la prehistoria), y se considera que da inicio con la caída del Imperio Romano occidental (el de Roma) en el 476.

Su final coincide asimismo con la caída del Imperio bizantino (anteriormente Imperio romano oriental) en 1453, si bien otros autores datan su final en el descubrimiento de América (si bien descubrir no sería la palabra exacta ya que ya existían civilizaciones en ella) por parte de Cristóbal Colón en 1492.

Este largo período de tiempo engloba una gran cantidad de acontecimientos que marcaron el devenir de la historia de una u otra manera, si bien los acontecimientos que se tienen en cuenta tienen prácticamente como protagonista al territorio Europeo y a parte del Asiático. La Edad Media puede asimismo dividirse en distintos periodos, siendo la Alta Edad Media (que transcurría entre los siglos V y X) y Baja Edad Media (correspondiente a los siglos comprendidos entre el XI y el XV).

Durante esta etapa han existido distintos avances y retrocesos en diferentes ámbitos, naciendo y muriendo diferentes instituciones, creencias, culturas e incluso clases sociales. La religión juega un papel primordial, así como los diferentes sistemas políticos. También es una época llena de conflictos bélicos (auspiciados por motivos políticos, religiosos y económicos), como las Cruzadas o la Guerra de los Cien Años.

Si bien se trata probablemente de una las épocas más denostadas, sugiriendo muchos autores la existencia de una involución en el desarrollo humano, lo cierto es que aunque en muchos aspectos hubo retrocesos importantes también se originaron diferentes maneras de interpretar la realidad y se produjeron avances en distintas áreas, a pesar de hacerlo con gran lentitud en comparación con etapas posteriores.

Características de la sociedad medieval

La Edad Media es una etapa en la que podemos observar grandes divergencias en una gran cantidad de parámetros a lo largo de su transcurso. Asimismo, existen muchas características típicas de esta edad que con el paso del tiempo han ido cambiando y evolucionando (si bien algunas de ellas han permanecido durante la modernidad y parte de la edad contemporánea, y de hecho solo han cambiado en los últimos siglos).

En este sentido, centrándonos en los aspectos sociales y aquellos de carácter más psicológico, podemos encontrar los siguientes elementos distintivos.

1. La institución religiosa como núcleo de poder

Una de las características que probablemente más destaca de esta etapa es el gran poder y consideración que obtiene la religión. Las creencias religiosas se vuelven elementos básicos en el día a día de la población, así como una manera de mantener a la población contenida y circunscrita a un modelo concreto de realidad.

Las instituciones religiosas, y concretamente la Iglesia católica, adquieren un rol preponderante en la sociedad, siendo una de las pocas clases con acceso a la educación y con un poder político capaz de superar al de la nobleza, hasta el punto de ser un eje central del poder en la Europa de la época.

2. Un mundo teocéntrico

Relacionado con lo anterior, nos encontramos con una etapa en que el mundo se explicaba fundamentalmente a partir de conceptos religiosos, siendo la realidad producto de la voluntad y la creación divina. Ello hacía que en el centro de todo estuviera Dios, centrándose la sociedad y gran parte de los esfuerzos filosóficos en comprender el mundo a través de la divinidad.

3. El miedo y la obediencia a los dogmas

Otro aspecto de gran relevancia es la existencia de un elevado nivel de miedo en la población, en su mayoría analfabeta y con pocos conocimientos respecto al funcionamiento del universo y de los diferentes fenómenos naturales. Ello facilitaba asimismo la adscripción al único modelo explicativo imperante al que tenían acceso, el religioso, hasta el punto de llegar a actitudes de fanatismo y persecución de aquello que se apartara de él..

Abundaba la interpretación de que los aspectos negativos de la vida o las enfermedades eran consecuencias de posesiones demoníacas, hechicería o magia. También es una época de un elevado nivel de desconfianza hacia lo extraño y foráneo, especialmente a lo que no resultaba entendible.

Del mismo modo, el elevado desconocimiento a nivel médico y el surgimiento de grandes epidemias se veían como castigos divinos. Otro miedo frecuente era el de la llegada del fin de los tiempos, viviéndose el paso de este como algo negativo y preocupante (especialmente en los alrededores del año 1000 d.C., debido a la interpretación de la Biblia).

4. La exacerbación de la culpa, el pecado y la virtud

Algunos conceptos fundamentales que rigieron la conducta de muchos durante la época son los culpa y pecado. El hecho de cometer actos considerados deleznables por el que pudieran ser castigados tanto en esta vida como especialmente tras la muerte impregnaba la sociedad. La contención y el excesivo control generaron actitudes paranoicas, ocultismos y persecuciones. Por otro lado, se promovía un ideal del ser humano virtuoso como modelo a seguir, de tal manera que la conducta quedaba muy delimitada.

5. La Inquisición y la persecución de la brujería

Tal vez una de las figuras más odiadas y temidas de la Edad Media es la de la Inquisición, la cual es responsable de la persecución de lo que se consideraba herejía (como por ejemplo posturas divergentes con los dogmas oficiales) y de la brujería.

En este último aspecto destaca la caza de brujas, como algo que generó un gran nivel de persecución y sufrimiento a gran parte de la población. Una gran parte de los malestares, enfermedades y catástrofes se asociaban al uso de magia y hechicería, culpabilizándose a menudo a sectores concretos de la población o a personas con características marginales. Asimismo, se empleo dicha persecución como herramienta política para eliminar adversarios y para mantener un férreo control de la población.

6. El progreso de la ciencia y la escolástica

Si bien en este aspecto muchas personas consideran que la Edad Media es un punto negro en el progreso científico, lo cierto es que a pesar de que el conocimiento científico y su expansión estuvieron muy enlentecidos también hubieron numerosos avances.

Si bien es cierto que en la Europa medieval prevalecía la copia y transcripción de las figuras clásicas de la antigüedad, siendo la investigación algo secundario y generalmente vinculado al estudio de zoología o bien a la espiritualidad, no deberían obviarse los adelantos científicos propios del mundo árabe y que posteriormente serían poco a poco introducidos.

Un aspecto especialmente relevante es el movimiento conocido como Escolástica, surgido en el siglo XIII. Esta corriente aunaba la teología con la filosofía clásica con el propósito de coordinar la fe y la razón. Aunque en esta relación la fe siempre estaba por encima, lo cierto es que permitió el fomento del razonamiento y la reflexión, y de ella surgieron figuras relevantes de la filosofía como Santo Tomás de Aquino.

7. Grandes diferencias sociales

Además de la religión, otro de los grandes factores identificativos de esta época es la división en tres grandes clases sociales (nobleza, clero y campesinado) y la existencia de una gran diferencia entre las atribuciones, roles y derechos de cada una de ellas.

El campesinado aglutinaba a la mayoría de la población, siendo sus derechos mínimos o inexistentes. Su papel se centraba en proveer y producir alimentos trabajando las tierras de sus señores, siendo la clase trabajadora que en realidad sustentaba a la sociedad. Los derechos de este sector de la población eran mínimos y formaban parte de los no privilegiados, siendo abusados a menudo por las otras clases sociales y debiendo pagar tributos.

Los nobles eran la clase más alta, estando dentro de las clases privilegiadas y beneficiándose de derechos especiales. En su mayoría no trabajaban, y solían dirigir tierras y negocios. Gozaban de posiciones de poder y tenían acceso a la educación. También formaban parte del ejército, generalmente como altos mandos. En la etapa feudal, eran los propietarios de las tierras que los campesinos trabajaban, siendo estos sus vasallos. Por encima de ellos estaba el rey (si bien durante el feudalismo no era infrecuente que algunos señores feudales pudieran llegar a tener mayor poder que éste).

Por último, el clero gozaba también de una posición especial. Se trataba también de una clase privilegiada, que no pagaba tributos y que tenía acceso a posiciones de gran poder. Se trata del estamento con mayor nivel de educación de la época. No era raro que las familias enviaran a alguno de sus hijos a . Si bien al principio se dedicaban únicamente a la oración y al estudio, con el tiempo también se dedicarían al trabajo de sus tierras (con el conocido Ora et labora de la regla de san Benito).

Otro grupo social que a menudo es ignorado cuando se habla de las clases sociales es el de los esclavos. Aunque ya existían en la Edad Antigua, se seguían viendo como poco más que propiedades a las que poder usar al antojo de sus “amos”.

8. Una posición de nacimiento

La posición social que ocupaba cada uno estaba determinado por su procedencia y familia de nacimiento, con la única excepción del clero. Alguien nacido de nobles era noble y un hijo de campesinos sería campesino toda su vida, no existiendo en principio la posibilidad de cambiar la posición social.

La excepción era el clero, siendo posible que aquellos que entraran en él asumieran una posición social más elevada y cambiara su estamento social. De hecho, entre las clases bajas solía ser uno de los únicos modos de acceder a la educación.

9. La figura y el rol de la mujer

Otro aspecto de gran relevancia a tener en cuenta es el rol de la mujer en la Edad Media. Dicha consideración fue variable a lo largo de este periodo, pero por norma general la mujer estaba por debajo del hombre y estaba supeditada a él. También surgió la idealización de la belleza femenina y del romanticismo, naciendo la figura literaria del “roman courtois”.

Asimismo, las mujeres de este periodo tenían una función y un rol centrado en el hogar y en la reproducción, si bien en el caso del campesinado también trabajaban en el campo. Socialmente, la mujer soltera era mal vista y a menudo se consideraba que existían tres caminos básicos: el matrimonio, la iglesia o la prostitución. En lo que respecta a la mujer casada, debía obediencia y sumisión a su marido.

Sin embargo, con el paso del tiempo surgieron grandes figuras femeninas entre las nobles y las mujeres que se dedicaban a la Iglesia, siendo muchas nombradas santas o teniendo gran influencia. También existieron grandes reinas con un influyente papel en la vida política, si bien a menudo de manera indirecta. Durante la Inquisición, asimismo, existió mayor preponderancia de persecución a la figura de la bruja, generalmente mujeres solitarias o viudas.

10. El tratamiento de la diversidad étnica y religiosa

Como hemos mencionado, durante le Edad Media destaca la existencia de un elevado nivel de miedo e incluso de psicoticismo, así como de gran desconfianza hacia lo extraño. Ello se reflejaba en que personas que no cumplieran con el modelo estándar de comportamiento o sus costumbres o facciones no se adscribieran a lo que se consideraban normal eran perseguidas e incluso atacadas.

Por ejemplo, minorías étnicas eran perseguidas y tratadas como animales (las personas de color, de hecho, eran principalmente esclavos). Personas con religiones diferentes a la oficial también eran perseguidas o bien obligadas a convertirse, como en el caso de los judíos (los cuales eran frecuentemente culpabilizados de enfermedades y otros desastres y atacados y asesinados en las juderías). Lo mismo ocurría con la minoría musulmana de los territorios europeos (si bien en diferentes períodos y territorios hubo también una convivencia pacífica).

11. El sexo, un tabú

El tratamiento del sexo es también un aspecto particular de la Edad Media. El sexo era algo que a nivel oficial se ocultaba socialmente y del que no se hablaba. Se veía como algo reservado a la mera reproducción, y también se encontraba muy guionizado y estandarizado. Prácticas como el sexo anal eran pecado de sodomía, por ejemplo.

Sin embargo, era frecuente recurrir a los servicios de prostitutas y que los hombres (especialmente los nobles) tuviesen una o varias amantes. La sexualidad femenina era algo ignorado y no valorado, no siendo su disfrute algo contemplado ni siquiera por el propio sector femenino. En ellas, el adulterio tenía severas penas que podían incluir el emparedamiento.

En lo que respecta a la diversidad sexual, la homosexualidad y otras conductas diferentes de la heterosexualidad era considera una aberración y era perseguida oficialmente especialmente en la etapa en que existió la Inquisición, considerándose el pecado de sodomía como grave y pudiendo acarrear severas consecuencias a quienes se acusara de tal acción.

12. Creación cultural

Si bien el conocimiento científico no fue especialmente destacable en la época, lo cierto es que la creación cultural tuvo grandes representantes en la Edad Media.

Si bien por lo general casi todos los aspectos culturales estaban centrados en la religión, en el caso de la arquitectura encontramos grandes avances a través de los siglos, naciendo diferentes estilos arquitectónicos como el románico y el gótico. También la música era importante en esta época, y la creación literaria (si bien salvo excepciones por lo general se trabajaba con pseudónimos).

13. Los orígenes de la burguesía

La mayoría de la población europea vivía en el campo durante la Edad Media. Sin embargo, durante el paso de los siglos poco a poco y cada vez en mayor medida se fue incrementando el número de habitantes de los burgos. Asimismo, se empezaron a generar oficios diferentes a las labores del campo y que eran de gran relevancia para la sociedad, como los mercaderes y artesanos.

Estos profesionales poco a poco se fueron organizando en gremios, y con el paso del tiempo terminarían por generar una nueva clase social: la burguesía. Esta nueva clase no estaba entre las clases privilegiadas, pero tendía a concentrar una gran cantidad de dinero y poco a poco se tornaría un elemento básico de la economía. Al contrario que los campesinos, los burgueses tenían muchas más probabilidades de llegar a prosperar y cambiar su posición social.

14. La educación

Otro aspecto característico de la época es la educación. Se trataba de algo minoritario, siendo permisible sólo para la nobleza y el clero en la mayoría de los casos. Los métodos empleados no solían tener en cuenta la existencia de diferencias individuales en capacidades, no adaptádose la metodología a los alumnos. Los contenidos tratados estaban supeditados a los dogmas oficiales, siendo el clero el principal encargado de educar a los pocos que podían hacerlo. Principalmente se llevaba a cabo un aprendizaje de tipo memorístico.

Asimismo, también surgieron las primeras universidades (algunas de ellas en nuestro territorio) como tales a partir de las escuelas monacales. Gramática, Medicina o Derecho eran, junto a Teología, algunas de las materias tratadas.

15. El tratamiento de enfermedades y trastornos mentales

La enfermedad era en la Edad Media algo extremadamente temido, siendo el desarrollo médico deficiente. En muchos casos se tenía una concepción cuasi mística del funcionamiento del cuerpo, y un simple resfriado o corte podían resultar mortales. Explorar el interior de un cuerpo humano era delito y estaba perseguido con dureza, lo que hizo que muchas enfermedades no pudieran ser tratadas ni comprendidas.

Otros muchos trastornos se trataban de forma deficiente e incluso el tratamiento utilizado podía empeorar el cuadro. El ejemplo más claro es el uso de la sangría o de las sanguijuelas, empleado frecuentemente para purificar la sangre. Lo que no se sabía era que ello también debilitaba en gran medida al paciente, pudiendo empeorar su estado y llevarle con mayor facilidad a la muerte.

Si bien se conocían propiedades medicinales de algunas plantas, su utilización no era frecuente. De hecho, muchas personas con conocimientos de este tipo fueron acusadas y quemadas o ahorcadas acusadas de brujería.

También en este sentido destaca que las condiciones higiénicas eran mínimas, existiendo gran cantidad de piojos, chinches, pulgas y criaturas con potencial para contagiar distintas enfermedades. Ello generó grandes plagas, incluyendo la peste negra.

Mención aparte merece el tratamiento de los trastornos mentales. Inicialmente existía un tratamiento de carácter caritativo, pero con el transcurso de los siglos se consideraban determinados trastornos como posesiones demoníacas o efecto de la brujería, no siendo extraña la presencia de exorcismos, tortura o incluso de quema en la hoguera para liberar el alma de la persona de espíritus malignos.

16. El alma y el cuerpo

En esta etapa, se consideraba que el ser humano estaba configurado por alma y cuerpo, incluyendo el alma lo que hoy consideramos mente. Las sensaciones o los pensamientos eran actos del espíritu.

Coexistieron concepciones tanto dualistas como monistas al respecto. También se explora la existencia de diferencias entre personas a nivel de características del alma. Emociones, motivación y otros aspectos relevantes para la psicología serían trabajados por autores como Juan Luis Vives a finales de esta edad.

Referencias bibliográficas:

  • Regales, A. (2004). La mentalidad actual y la mentalidad medieval a la luz de la literatura. Comunicaciones. Universidad de Valladolid.