¿Qué hacer si mi hijo no me respeta? 7 consejos
Conseguir que un hijo o hija empiece a respetar a sus padres no siempre es fácil. Normalmente no es una dinámica relacional que aparezca de manera espontánea por el simple hecho de guardar una relación directa de parentesco. En la mayoría de los casos, hay que trabajar proactivamente para que se genere este vínculo saludable entre padres e hijos.
En este artículo veremos algunas ideas clave para saber qué hacer para que un hijo respete a sus padres. Saber solucionar este tipo de conflictos del modo más constructivo posible y sin agravar la situación es fundamental.
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Mi hijo no me respeta: ¿qué hacer?
Cada familia y vínculo paterno o materno con un niño o niña es diferente. Los problemas particulares exigen soluciones particulares, pensadas después de ceñirse al caso concreto. Esto hace que muchos adultos se sientan desorientados en muchos temas relacionados con la crianza, y la gestión de la autoridad frente a los niños es algo que frecuentemente da quebraderos de cabeza.
En concreto, hay un patrón que se repite muchas veces: quiero tener una relación sana y amorosa con el pequeño de la casa, pero no me lo pone fácil y se salta las normas… ¿qué hacer si mi hijo no me respeta?
Afortunadamente, aunque cada caso sea único, hay aspectos generales que nos pueden orientar a la hora de gestionar bien la crianza de los pequeños. A continuación veremos algunos consejos muy útiles para solucionar la clase de problemas de crianza derivados de la falta de respeto a quien quiere lo mejor para sus hijos.
1. Establece líneas que no hay que cruzar
Es importante tener muy claro qué tipo de comportamientos son totalmente inaceptables y diferenciarlos de otros que simplemente son indeseables pero tienen una importancia menor. Estas ideas serán la estructura principal sobre la que se debe erigir nuestra gestión de las faltas de respeto de nuestro hijo o hija.
Es muy importante, pues, establecer desde el principio qué es aquello que no se va a tolerar de ningún modo y cuyo incumplimiento va a requerir acciones de compensación por parte del niño o niña. También es crucial actuar de manera consecuente y no mostrar inconsistencias a la hora de aplicar estas normas de respeto. El trabajo de semanas puede venirse abajo si aparecen unas pocas excepciones, ya que muestra de manera clara que a la práctica no existen esas líneas rojas.
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2. Escuchaos mutuamente
Una vez hecho lo anterior, es muy importante que habléis sobre el problema que existe. Tú debes expresar tus preocupaciones y el porqué de tu malestar cuando tu hijo o hija te falta al respeto, y él debe tener la oportunidad de hablar sobre necesidades suyas que cree que son pasadas por alto. De esta manera es posible llegar a pactos que ambas partes valoren y que, por consiguiente, no sean vistos como una imposición.
3. Cuando se incumpla algo, exige una conducta compensatoria
Esto no debe ser visto como una manera de vengarse, y es importante que el menor tampoco lo perciba de esa manera. Habiendo hablado sobre tu punto de vista, es más fácil justificar por qué pides que se compense el malestar causado, pero de todas formas es necesario que vuelvas a explicar por qué en ese caso completo es necesario hacer un sacrificio y recomponer el respeto mutuo.
Esta compensación debería incluir siempre una disculpa, y en ocasiones esto no será suficiente. Por supuesto, los castigos físicos no deben ser considerados como una opción. Simplemente, deben ser tareas que requieran un esfuerzo proporcional al daño causado, aunque se trate de una compensación de tipo simbólico.
4. Haz cumplir las normas de manera inmediata
En el momento en el que se incumpla una norma, es importante exigir la conducta compensatoria de inmediato, no esperarse a un contexto en el que sea más cómodo. De esa manera, la asociación entre la infracción y la compensación es más directa y evidente, y la experiencia queda memorizada como un todo.
5. Da ejemplo
Este es un punto que muchos padres olvidan, porque les pone en un compromiso. Sin embargo, cabe recordar que entre los sacrificios que implica la paternidad y la maternidad figura el de dar ejemplo. No es solo para que nuestros hijos aprendan por imitación y no nos causen problemas: además de eso, es un derecho de los pequeños tener referentes de comportamiento adecuado en sus padres o madres, de modo que no les cueste adaptarse a la sociedad y a la convivencia con los demás.
6. Evita enmarcar la restricción de libertades como si fuese renuncia al placer
Es importante mostrar siempre que las normas familiares son efectivamente una limitación de la libertad individual, pero también son una manera de expandir las libertades colectivas. Gracias al seguimiento de normas razonables, es posible contar con amigos y aliados, confiar los unos en los otros, y en general demostrar el amor que se siente por el otro.
Así, cumplir con las normas no es una necesidad porque nos prive de situaciones placenteras o porque lo deseable sea un trato impersonal y frío, sino porque de hecho permite que nuestras relaciones sean de mejor calidad y, en general, que disfrutemos mejor de la vida en compañía del resto.
7. Muestra tu humanidad
Las faltas de respeto, por mucho que vengan de niños pequeños, duelen. Es bueno mostrar ese malestar para que tu hijo o hija afronte también esa parte de las consecuencias que ha tenido su conducta.