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Los 4 tipos de arritmias: síntomas, causas y gravedad


Las alteraciones en el ritmo y en la frecuencia con que el corazón bombea sangre, sea por exceso, déficit o irregularidad, se conocen como arritmias. Aunque en muchos casos estas anormalidades no son graves ni producen síntomas, en otros aumentan el riesgo de que se produzcan problemas cardíacos como infartos o paradas súbitas.

En este artículo detallaremos qué tipos de arritmia existen y cuáles son las causas, los síntomas y la gravedad de cada uno de ellos. Conviene tener en cuenta que algunos tipos de arritmia pueden suponer un peligro para la salud incluso cuando no producen síntomas.

¿Qué son las arritmias?

“Arritmia” es el nombre que se da a los trastornos del ritmo y de la frecuencia cardíacas. Estas alteraciones pueden consistir en el aumento, la disminución o la irregularidad de la velocidad de los latidos del corazón.

Hablamos de taquicardia cuando se incrementan significativamente el ritmo y/o la frecuencia cardíacas (más de 100 pulsaciones por minuto en adultos), mientras que si se produce una ralentización (menos de 60 pulsaciones por minuto) estaremos ante un caso de bradicardia.

Su gravedad es variable: mientras que algunas arritmias son inofensivas, otras pueden ser síntoma de problemas circulatorios de mayor calibre o incluso suponer un riesgo para la salud a corto plazo, aumentando la probabilidad de sufrir infartos o paradas cardíacas.

Si los problemas son severos, el tratamiento de las arritmias consiste habitualmente en administrar medicamentos anticoagulantes o betabloqueantes, cirugía cardíaca o, en casos de bradicardia, la implantación de un marcapasos. Cada uno de los distintos tipos de arritmia se trata de un modo diferente, puesto que las alteraciones pueden ser opuestas entre ellas.

Causas de estas alteraciones

Las arritmias se deben a alteraciones en los impulsos eléctricos del corazón. Estas anormalidades pueden ser provocadas por la aparición de señales eléctricas suplementarias, el bloqueo o demora de la conducción eléctrica o la propagación de estos impulsos a través de vías inadecuadas.

Aunque pueden darse a cualquier edad, las arritmias son más habituales en personas de edad avanzada. En muchos casos están influidos por problemas congénitos en la morfología del corazón o enfermedades como la hipertensión la arterial, la diabetes, el hipertiroidismo, el hipotiroidismo o la insuficiencia cardíaca.

Las causas más comunes de la taquicardia son el consumo y el abuso de medicamentos y sustancias estimulantes, como los antidepresivos, los antipsicóticos, la cocaína, el alcohol y la cafeína. El estrés continuado también favorece la aparición de taquicardias. En cuanto a la bradicardia, suele producirse como consecuencia de bloqueos auriculoventriculares o cardíacos.

Síntomas y signos

En muchos casos las arritmias no producen síntomas ni signos detectables, más allá de la propia alteración en el ritmo o la frecuencia cardiacas. Incluso las arritmias asintomáticas pueden predisponer a la aparición de problemas y accidentes cardíacos, por ejemplo mediante la formación de coágulos que dificultan el transporte de sangre al corazón.

Las personas con arritmia con frecuencia notan palpitaciones o pausas entre cada latido del corazón. Estas pueden ser más o menos frecuentes y producirse de forma continua o intermitente.

En casos más severos de arritmia pueden darse síntomas como desmayos o síncopes, dificultades para respirar, sudoración, palidez, sensaciones de mareo y aturdimiento o dolor en el pecho. Asimismo, cuanto más grave sea la arritmia mayor será la probabilidad de paro cardíaco, infarto o muerte súbita.

Tipos de arritmia y su gravedad

Existen cuatro tipos principales de arritmia. Cada uno de ellos está compuesto por una serie de alteraciones de gravedad variable.

1. Extrasístoles

Las extrasístoles consisten en latidos extra surgidos de impulsos eléctricos que se propagan inadecuadamente a todo el corazón. Se trata de contracciones ventriculares prematuras seguidas de una pausa compensatoria.

Este tipo de arritmia es el más habitual de todos y no suele ser peligroso, por lo que en general no requiere tratamiento. Normalmente las extrasístoles son asintomáticas, aunque las personas que las sufren pueden notar agitaciones en el pecho o bien la sensación de que el corazón omite algunos latidos.

2. Arritmias supraventriculares

Este tipo de arritmia se caracteriza por la aparición de taquicardias en las aurículas del corazón o bien en el nódulo auriculoventricular, que como su nombre indica se localiza entre los ventrículos y las aurículas.

Entre las arritmias supraventriculares, el subtipo más común son las fibrilaciones auriculares, contracciones rápidas e irregulares a las que se atribuye una gravedad severa puesto que indican que el corazón no está bombeando sangre correctamente. Predisponen a la aparición de episodios de insuficiencia cardíaca y de accidentes cerebrovasculares.

3. Arritmias ventriculares

Las arritmias ventriculares provocan aproximadamente el 80% del total de muertes por fallo cardíaco súbito, de modo que se las considera una forma grave de este trastorno y suelen justificar la intervención médica, especialmente cuando los episodios tienen una duración prolongada.

Entre los factores que propician la aparición de arritmias ventriculares destacan la presencia de enfermedades del corazón, el debilitamiento de sus músculos y el hecho de haber sufrido ataques cardíacos con anterioridad.

4. Bradiarritmias

Estas arritmias consisten en bradicardias, es decir, en el enlentecimiento de la frecuencia o el ritmo del corazón. Cuando son intensas la sangre no llega al cerebro en la cantidad necesaria, de modo que puede causar mareos e incluso síncopes. En general podemos decir que su gravedad es menor que la de las arritmias ventriculares y supraventriculares.

Algunas de las causas más habituales de bradiarritmia son el envejecimiento, el hipotiroidismo, los ataques al corazón o el consumo de fármacos como los betabloqueantes. No obstante algunas personas, en especial si están en buena forma física, suelen tener un ritmo cardíaco inferior a 60 pulsaciones por minuto; en estos casos la bradicardia no supone un problema.