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​Conductismo radical: principios teóricos y aplicaciones


La conducta humana es un fenómeno que desde la antigüedad se ha intentado explicar de muy diversas formas. ¿Qué hay detrás de nuestro comportamiento? ¿Por qué nos comportamos como lo hacemos? La psicología a menudo ha intentado dar respuesta a estas cuestiones desde diferentes puntos de vista. 

Uno de los paradigmas que ha intentado explicarlo es el conductismo. Y dentro de esta corriente, uno de los enfoques más conocidos es el conductismo radical de Skinner.

El conductismo: premisas básicas del paradigma

El conductismo es una paradigma de la psicología cuyo objetivo es estudiar la conducta y los procesos que la elicitan, desde una perspectiva empírica y objetiva. Se parte de la premisa de que la mente y los procesos mentales son conceptos poco objetivables y no resulta posible estudiarlos de forma científica, siendo su único correlato visible la conducta que llevamos a cabo.

Se parte de una concepción mecanicista del comportamiento en el que se estipula que son las propiedades de los estímulos lo que hace que el sujeto, el cual es un ser pasivo y reactivo a dichas propiedades, responder de determinada manera.

Además, se considera que la adquisición de conductas y el aprendizaje en general se lleva a cabo gracias a la capacidad de vincular y asociar estímulos bajo unas circunstancias determinadas que permiten dicha asociación. 

Se trata de procesos de condicionamiento en los que se produce exposición a estímulos que generan una respuesta positiva o negativa en el organismo y otros neutros, relacionando el sujeto ambos estímulos de manera tal que llega a responder de la misma manera ante el estímulo condicionado (el neutro que acaba adquiriendo características positivas o negativos debido a su asociación con el estímulo inicial) que ante el elemento apetitivo o aversivo. Mediante diferentes procesos es posible hacer que se asocien estímulos o bien que se disocien, cosa que ha sido empleado por ejemplo en el tratamiento de las fobias.

Conceptos como la voluntad u otros aspectos mentales e incluso la mente en sí no son negados pero se consideran más bien una consecuencia de la estimulación y la reacción conductual en vez de su causa. En su mayoría, pues, se considera que la causa de la conducta es externa.

Desde el nacimiento del conductismo este paradigma ha ido evolucionando, surgiendo diferentes tipos de conductismo. Pero uno de los que más interés e importancia ha tenido, junto al clásico, es el conductismo radical.

La perspectiva de Skinner: el conductismo radical

El conductismo radical es uno de los principales desarrollos teóricos del conductismo, a partir del cual han surgido diferentes corrientes neoconductistas. El conductismo radical considera que, aunque el condicionamiento clásico (también denominado respondiente) es una explicación válida para entender las reacciones hacia un estímulo concreto, no es suficiente para explicar nuestro comportamiento respecto a él.

Es por ello que B. F. Skinner, principal autor y desarrollador de este tipo de conductismo, consideró y defendió que la conducta humana no estaba causada únicamente por la asociación estímulo-respuesta sino que la raíz de la conducta se encuentra en el efecto o las consecuencias que los propios actos tienen sobre nosotros mismos. La mente y los procesos intelectuales son considerados como elementos existentes, pero no resultan explicativos de la conducta y su estudio resulta improductivo. En todo caso, podría definirse el pensamiento como una conducta verbal derivada de los mismos principios del condicionamiento.

Para Skinner y el conductismo radical, la conducta y su persistencia o modificación dependen de lo que ésta pueda provocar. Si una conducta tiene consecuencias favorecedoras para nosotros, tenderemos a repetirla a menudo de manera que obtengamos el beneficio en cuestión con más frecuencia. Si por el contrario la conducta tiene como consecuencia que suframos un daño, la haremos con menos frecuencia o la inhibiremos.

La asociación entre la conducta y las consecuencias de éstas es lo que se denomina condicionamiento operante, y los estímulos que hacen que repitamos o no la conducta, los reforzadores (los cuales pueden ser de diferentes tipos). Es en este tipo de pensamiento en el que surgen conceptos como el reforzamiento y el castigo, que posteriormente serían aplicados en diferentes técnicas.

Algunas limitaciones

La aportación del conductismo radical ha sido imprescindible en el desarrollo del estudio científico de la conducta. Sin embargo, esta perspectiva tiene el inconveniente de que al menos originalmente no tiene en cuenta otros factores como la motivación, las emociones, la inteligencia o la personalidad del sujeto. 

Es por estas y otras limitaciones por las que terminarían por surgir diferentes enfoques neoconductistas que sí las tienen en cuenta e incluso uno de los motivos por las que terminarían por juntarse las líneas conductista y cognitivista en el paradigma cognitivo-conductual.

Aplicaciones del conductismo radical

El conductismo radical ha sido un enfoque en el estudio de la conducta con una gran importancia y presencia en diferentes ámbitos, entre ellos el clínico y educativo.

La idea de que la conducta depende de sus consecuencias y que esta puede modificarse mediante el uso de programas en las que determinadas conductas se refuercen o castiguen ha permitido que se generen técnicas que se siguen empleando hoy en día, si bien se han desarrollado y han incorporado conceptos de otros paradigmas como el cognitivista. Se trata de las técnicas de modificación de conducta, siendo especialmente vinculadas al conductismo radical las técnicas operantes.

El reforzamiento y el castigo tanto positivos como negativos son los más básicos y forman parte fundamental de la mayoría de los demás. En el reforzamiento se provoca la repetición o adquisición de una conducta sea debido a que se proporciona un estímulo apetitivo o se retira uno aversivo, mientras que en el castigo se disminuye o elimina una conducta mediante la aparición de estímulos aversivos o la retirada de reforzadores. 

En cuanto a los conceptos de positivo y negativo, se entiende positivo como aquel en el que se añade un estímulo y negativo en el que se le quita. Otras técnicas derivadas son las de moldeamiento o encadenamiento para aprender a realizar conductas, así como el desvanecimiento y las técnicas aversivas.

Se han empleado este tipo de técnicas con el fin de contribuir a disminuir conductas problemáticas y promover otras más adaptativas. Suelen aplicarse ante problemas conductuales, en niños y adultos, y en algunos procesos de aprendizaje en el que se han de desarrollar conductas nuevas o bien modificar las ya existentes.

A pesar de ello, el hecho de no tener en cuenta aspectos como los procesos mentales han provocado que su utilidad sea limitada e incluso en algunos casos tener efectos indeseados. Es necesario que se integren aspectos cognitivos en el tratamiento de problemas como la depresión o bien de los problemas de aprendizaje.