Crisis de los 50 en hombres: qué es, características y causas
La crisis de los 50 es un problema psicológico (aunque no una psicopatología) que afecta a mucha gente en un mundo en el que existe una auténtica devoción por la idea de ser joven.
Aunque puede afectar a personas de toda clase, en este artículo vamos a centrarnos específicamente en su manera de dañar la calidad de vida de los hombres en las sociedades occidentales. Así pues, veamos cómo suele producirse la crisis de los 50 cuando la viven los hombres.
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¿Qué es la crisis de los 50?
La crisis de los 50 es un tipo de malestar psicológico que se da en algunas personas al sobrepasar o aproximarse a los 50 años de edad.
Se trata fundamentalmente de un problema de autoestima en el que la percepción de la propia edad tiene un papel muy importante y da lugar a maneras disfuncionales de gestionar las emociones y de verse a uno mismo, dando lugar a lo que se conoce como un efecto de profecía autocumplida: mucho de lo que se dice o hace es interpretado como una señal de que valemos menos a causa de tener esa edad y vivir en un contexto determinado.
Dicho esto, veamos cuáles son las principales características de la crisis de los 50.
1. No es un problema surgido de la edad
Esto puede resultar contraintuitivo, pero si nos detenemos a pensarlo un poco, no lo es tanto. El hecho de sobrepasar el umbral de los 50 años no desencadena la crisis de los 50, como es natural: este es un número arbitrario que es relevante por el significado que la atribuimos socialmente en general, y específicamente, en la cultura occidental.
Esto explica en parte por qué solo una parte de las personas que alcanza esta edad desarrolla la crisis de los 50 o algo que se le asemeja.
Así pues, la manera de superar la crisis de los 50 es de naturaleza psicosocial, y no depende del grado de maduración biológica de la persona que sufre este malestar.
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2. Se nutre del edadismo
Si la crisis de los 50 existe es porque, desde hace varias décadas, se han ido produciendo una serie de dinámicas culturales que ensalzan todo lo que tiene que ver con la juventud y la estética asociada a esta.
El hecho de saberse lejos de la juventud (que es percibida como una etapa de la vida enterrada en el pasado) lleva a muchas personas a desarrollar muchos complejos con su apariencia, sus habilidades y sus logros, y a desear ser mucho más jóvenes debido a los mensajes negativos acerca de la mediana edad y la vejez que la sociedad difunde constantemente.
Es decir, que la crisis de los 50 puede ser entendida, al menos en parte, como la huella psicológica que deja en algunas personas la discriminación dirigida contra las personas que han sobrepasado cierta edad.
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3. También se apoya en el concepto de éxito
Hemos visto que la crisis de los 50 bebe de la idea de que una vez se ha llegado al núcleo de la juventud, cada año que pasa resta valor a la persona. Sin embargo, no se queda solo ahí; también se apoya en otro sistema de prejuicios que va en otra dirección algo diferente: los conceptos de “persona con éxito” y “persona fracasada”.
Estos tópicos consisten en una serie de expectativas y tópicos acerca de lo que se supone que es un proyecto de vida exitoso, y que adopta muchos elementos del modelo consumista y de la idea de “self-made man” (“hombre hecho a sí mismo”) vinculado de las sociedades del bienestar aparecidas en Occidente.
Se entiende que las personas disponen de un tiempo determinado para demostrar su valor, y que este se plasma en la capacidad para acumular bienes materiales, para construir un modelo de familia muy concreto, y para acumular capital intelectual (es decir, de acceder a la “alta cultura”).
Como se supone que la mayoría de trayectorias profesionales ya han llegado a su “techo” alrededor de los 50 años de edad, cruzar ese límite de edad supone experimentar la presión social de compararse con el resto de personas y valorar si ese recorrido ha sido exitoso o no, y por extensión, si uno mismo tiene valor o no.
Todo lo que se aleje de esa idea de éxito basada en el hombre blanco anglosajón resta puntos, lo cual implica que una parte enorme de la población, diversa por su propia naturaleza, tiene muchos motivos para sentirse mal al llegar a esa etapa de la vida.
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Formas de malestar asociadas a la crisis de los 50 en los hombres
Estas son las principales fuentes de malestar que suelen sufrir los hombres que pasan por la crisis de los 50.
1. Tienden a sufrir el síndrome del impostor
Muchos hombres tienen la sensación de que parte de lo que están logrando mantener a causa de su estatus socioeconómico se debe al simple hecho de llevar más años que los más jóvenes trabajando en una empresa o en un entorno profesional concreto (y por los contactos que han ido ganando por el camino), no por el hecho de ser realmente más valiosos o competitivos en el mercado laboral.
Esto hace que atribuyan buena parte de sus éxitos a elementos externos a ellos, y eso les hace sentirse mal al compararse con profesionales más jóvenes, infravalorando las cualidades que realmente tienen. En este sentido, cabe recordar que por lo general, el valor en el mercado de trabajo suele influir más en la autoestima de los hombres.
2. Se sienten mal si notan que no han logrado cimentar familias tradicionales o logrado acumular riqueza
A esta edad ya empieza a ser habitual echar la mirada atrás y valorar el pasado como si fuese el grueso de la propia vida, el núcleo del recorrido vital de uno mismo. Es decir, la persona asume que no ocurrirá nada positivo que sea remarcable y no le haya ocurrido ya antes.
Esta idea, además de ser errónea, lleva a muchas personas a sentir angustia si llegan a los 50 años (un importante umbral psicológico) y se sienten insatisfechas en relación con sus expectativas de formar una familia. Y como tradicionalmente los hombres han sido vistos como los líderes de la unidad familiar a causa de las dinámicas sexistas, este tipo de “fracasos” son vistos como los fracasos de uno mismo.
Algo similar ocurre con los logros en lo económico, entendidos con la capacidad de ganar dinero. En este aspecto, es fácil que los hombres se comparen únicamente con las personas que han logrado acceder a un estatus socioeconómico privilegiado en menos tiempo que ellos.
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3. Sufren una falta de referentes acerca de aquello a lo que deben aspirar
Como mucho hombres se dedican a centrarse casi exclusivamente en las metas de carácter económico o profesional, es relativamente frecuente que al llegar a cumplir 50 años dejen de sentir motivación por ganar cada vez más (ya sea porque tienen menos motivos para pensar que en relativamente poco tiempo podrían haber progresado mucho en este aspecto, o porque piensan más en la muerte) y esto les lleve a una crisis existencial. Es decir, a preguntarse acerca de qué es lo que les importa en la vida.
La incapacidad para llenar ese vacío toma la forma de la crisis de los 50 en una versión caracterizada por la desorientación y el malestar por no saber por dónde empezar a hacer de sus idas algo ilusionante.
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