Las 15 barreras de la creatividad, explicadas
La creatividad es entendida como la capacidad de crear algo nuevo, ya sea en forma de ideas, objetos, arte, ideologías políticas, y un largo etcétera.
El pensamiento creativo es algo que es visto generalmente como algo positivo y un don para aquel quien lo tiene muy desarrollado, sin embargo, no son pocas las formas en las que se puede ver impedido.
Existen muchas barreras de la creatividad, las cuales hacen que ideas originales nunca lleguen a salir a la luz. A continuación se pueden las 15 más comunes y algunas formas con las que se les puede hacer frente.
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Las 15 barreras de la creatividad
Hay muchas formas de obstruir el pensamiento creativo o impedir que algo nuevo sea traído del mundo de la imaginación al mundo real, sin embargo, son las siguientes 15 formas las más comunes de impedir o dificultar que se dé el proceso creativo.
1. Falta de tiempo
Como todas las cosas en este mundo, el proceso creativo requiere su tiempo.
Primero hay que disponer de un momento de calma en el que se puede poner en marcha la mente, luego, hay que tomarse su tiempo para ir moldeando la idea, haciendo sus mejoras y descartar sus posibles defectos y, después, materializarlo. Por ejemplo, si queremos pintar un cuadro, primero necesitaremos pensar qué queremos hacer, luego, con más detenimiento, iremos haciendo un boceto de lo que queremos pintar, en este caso, un paisaje otoñal.
Luego vamos pintando, haciendo los elementos de la pintura y, mientras vamos pintando, también tendremos nuevas ideas e improvisando algunos aspectos de la pintura.
2. Falta de autoestima
La falta de autoestima es en muchas ocasiones el principal factor que mata la creatividad. Puede pasar que se sea muy original y se tengan muy buenas ideas, pero esto nunca es materializado debido a que se cree que son malas ocurrencias.
Tanto si se han tenido ya ideas como si aún no, lo que hay que hacer es dejar fluya la imaginación, esperando a que la gente juzgue las ideas por lo que son, no por quien las ha hecho.
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3. Todo está inventado
Mucha gente, a la hora de tratar de algo nuevo, se desmotiva porque llega a la conclusión de que todo ya está inventado. Es cierto que hay tantas ideas como estrellas en el firmamento, pero esto no quiere decir que ninguna de ellas pueda mejorarse.
A veces, una pequeña modificación puede suponer un matiz importante entre lo nuevo y lo viejo. Siempre hay algo que puede reformularse o mejorarse.
4. Miedo a fracasar
A nadie le gusta equivocarse, pero lo cierto es que si no se intenta ya de por sí el fracaso está asegurado.
Tratar de hacer cosas nuevas y diferentes siempre es un riesgo, dado que no hay garantías de que la gente logre entender nuestra visión del mundo o que la idea que originalmente veíamos como muy innovadora al final resulte ser algo poco convincente.
Si lo pensamos en profundidad, ¿qué riesgo hay en intentar algo nuevo y que al final no funcione? Si funciona, entonces estupendo, pero si no, igualmente sacamos como beneficio el aprender una valiosa lección que nos servirá para tratar otras opciones.
Debe quedar claro un mensaje de este punto: todo proceso creativo es arriesgado, porque hay cierta incertidumbre. Si no hubiera esa incertidumbre, es decir, que ya se conocieran los resultados, ¿qué habría de nuevo a ofrecer al mundo?
5. Perfeccionismo
Siempre se podrá mejorar lo que hayamos hecho pero, en ocasiones, el tratar de hacer que lo que hemos hecho sea perfecto puede estropear una buena idea y, además, hacernos perder el tiempo. La perfección es, en muchas ocasiones, el enemigo de lo bueno.
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6. Incapacidad de autocrítica
De la misma manera que no hay que tener miedo al fracaso, se debe ser crítico con lo que se hace. El dar por supuesto que lo que se ha creado es indudablemente bueno y que los demás están equivocados es un gran límite a la creatividad.
Primero porque no se motiva a tener nuevas ideas, y segundo porque se puede estar defendiendo una idea que no es vista como algo creativo, ya sea porque ya se ha hecho antes o porque, simplemente, es mala.
Se deben detectar los defectos de lo que se ha hecho y, a partir de ellos, reformular lo hecho. Esto activa el proceso creativo, dado que tratamos de superarnos constantemente, potenciando el pensamiento divergente.
7. Reglas rígidas
Las normas son algo fundamental para la vida en sociedad, además de servir para reconfortarnos al saber que existe un código de conducta y leyes que nos garantizan derechos y obligaciones. Generan una zona segura.
Sin embargo, hay otro tipo de normas, que varían de individuo en individuo, y que pueden limitar bastante nuestras acciones, sobre todo cuando estas están relacionadas con lo novedoso. Son las reglas no dadas.
Pueden definirse términos de creencias rígidas y conductas automáticas que, para cambiarlas, es necesario cierto esfuerzo. Un ejemplo de ello sería el ir siempre en metro al trabajo, el ponerse el mismo tipo de ropa siempre, no probar comida vegana…
Las reglas no dadas pueden afectar a todos los aspectos de la persona y, aunque no es algo patológico de por sí, limita mucho ser original. La creatividad surge cuando se rompen estas normas no escritas.
Pero romperlas no es tan fácil, porque son invisibles, es decir, son comportamientos automatizados que se hacen inconscientemente. Para romperlas, primero es necesario plantearse el por qué de hacer las cosas como se están haciendo.
8. Aferrarse a la primera idea que aparece
Suele pasar que, si se encuentra una idea buena o da la casualidad que lo primero que se pensó acabó siendo exitoso, entonces no hay necesidad de cambiarlo y probar cosas nuevas.
Está bien tener en cuenta esa primera idea, pero no se deben ignorar las posibles mejoras que requiera u otras opciones de hacer las cosas que pueden llegar a ser mucho más beneficiosas que la idea original.
Siempre se debe aspirar a más, nunca quedarse estancado en un mismo lugar, por muy buenos resultados que se hayan obtenido.
9. Dificultad para aislar
Esta barrera de la creatividad impide la aparición del pensamiento lateral, y se podría traducir en el lenguaje mundano con la expresión de ‘un árbol no nos deja ver el bosque’.
No poder aislar un problema concreto del resto o del contexto en el que se ha formulado puede ser un aspecto que dificulte la búsqueda de nuevas alternativas.
Las personas tendemos a clasificar las cosas en categorías, dándoles un orden que, por defecto, difícilmente podemos cambiar.
Si se quiere ser creativo se debe tratar de separar los elementos para poder darles una nueva organización o relacionarlos con otros aspectos que, de normal, no se les encontraría relación alguna.
10. Lo obvio es lo obvio
Normalmente, las personas simplificamos la realidad y no nos planteamos ciertas cuestiones. Hay aspectos de nuestro día a día que siempre se han vivido de una forma concreta, con lo cual, dudar de ellas es algo impensable.
Sin embargo, se debe entender que lo que es entendido como lo obvio es, en verdad, un constructo social. A cada cosa se le ha asignado una función, pero esto no quiere decir que no se les pueda dar otros usos.
Aunque no cuestionarse las cosas obvias de la vida puede indicar el poseer una mente normal y sana, con un estilo de pensamiento bien organizado, también puede implicar cierta limitación creativa.
Por ejemplo, una vieja silla puede ser vista como algo que servía para sentarse pero que ya no sirve, o, con un poco de imaginación, puede convertirse con un par de cuerdas y un cojín en un cómodo y divertido columpio.
Si se quiere ser creativo, no se deben dar las cosas por sentado. Todo admite una nueva función.
11. Dificultad para relacionar ideas remotas
La creatividad radica en encontrar relaciones anteriormente nunca vistas de dos conceptos o más. Es por ello que es muy importante entender que dos aspectos que aparentemente puedan parecer muy poco relacionados, pueden ser explotados de tal forma que den como resultado una idea totalmente transgresora.
Es normal que intentemos asociar dos aspectos que están muy relacionados a simple vista, pero se debe hacer un esfuerzo y tratar de ir un poco más allá adquirir una visión más holística de la realidad.
Recurrir a lo más lejano puede ser una muy buena forma de evitar los bloqueos, dado que se tiene una mayor cantidad de posibilidades creativas.
12. Falta de motivación
La falta de motivación y voluntad para llevar a cabo algo nuevo es un gran enemigo de la creatividad. Hay personas que tienen una gran mente, la cual es generadora de grandes ideas pero, por pereza de quienes la tienen, nunca llegan a materializarse.
Además, si no se tiene curiosidad e interés por el mundo que nos rodea, ¿de dónde van a salir las preguntas que harán que se cuestione la realidad preestablecida?
Para ser creativo se debe tener gran convicción, dudar de todo y sacar las fuerzas de donde sea para ofrecerle al mundo una nueva forma de hacer las cosas.
13. Parálisis por análisis
Cuando se trata de ser original, siempre es recomendable tratar de ver qué se ha hecho con anterioridad, para ver en qué manera se puede mejorar y evitar el repetir algo que ya ha sido creado.
Sin embargo, a veces, esta búsqueda se vuelve demasiado extensa, sobresaturando al genio creativo viéndose bombardeado de cientos de ideas cada cual más original que la anterior.
Al tratar de sacar cosas de ellas, la mente se bloquea al hacerse un gran esfuerzo por seleccionar y analizarla, dándose la parálisis creativa.
La mejor manera de evitar esto es seleccionar unas fuentes de información concretas y olvidarse del resto. Cierto que se correrá el riesgo, poco probable, de poder repetir una idea ya hecha, sin embargo se iniciará el proceso creativo.
14. Envidia
Muchas personas se sienten celosas de aquellas que muestran un pensamiento diferente, innovador y claramente creativo. Así pues, mediante comportamiento ciertamente tóxicos, pueden hacer que no sintamos mal por haber creído que podíamos ser diferentes.
La envidia puede ser muy malvada, tirando al suelo todas nuestras ideas más originales. Es por esto que, para evitarlo, debemos estar convencidos de nuestra visión del mundo y tratar de materializarla.
15. Consumismo
Puede parecer algo un tanto rebuscado, pero lo cierto es que las tendencias de consumo de la población han definido lo que se entiende como una idea buena y una mala.
Esto obliga a las empresas y sus empleados a trabajar dentro de unos determinados límites, sin permitirse salirse de las líneas o de lo contrario se está arriesgando demasiado.
La productividad prima por encima de cualquier factor, lo cual puede suponer una gran carga de estrés para los trabajadores, quienes ven que no tienen libertad para expresarse. A su vez, se ven fatigados, lo cual inhibe también el pensamiento creativo.
Referencias bibliográficas:
- Csikszenmihalyi, M. (1998). Creatividad. El fluir y la psicología del descubrimiento y la invención. Paidós. Barcelona.
- De-Bono, E. (1999). El pensamiento creativo. El poder del pensamiento lateral para la creación de nuevas ideas. México. Editorial Paidós Plural.
- Mitjáns, M. A. (1995). Creatividad, Personalidad y Educación. La Habana. Editorial Pueblo y Educación.