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Divorcio con hijos: ¿cómo podemos afrontar sus implicaciones?


Un divorcio o ruptura supone una de las situaciones más estresantes en la vida de una persona. De hecho, se trata de un duelo o ruptura con la pareja, con un modo de vida, que da lugar a numerosas implicaciones en el ámbito personal, familiar, social y laboral.

Un divorcio implica dejar atrás sentimientos, bienes, proyectos comunes, o como mínimo, recolocarlos en tu vida, y enfrentarse a una nueva situación, que es incierta y desconocida. Y claro, ...¡Lo nuevo asusta y nos da miedo!

Si no hay hijos, el divorcio será posiblemente un tránsito más ágil al afectar a menos personas y ser más fácil la reorganización. De todas maneras, va a incidir de lleno en tus propias emociones y en los bienes materiales e inmateriales que tienes en común con tu expareja.

Como ejemplo de bien tangible tendríamos las decisiones a tomar con respecto a la vivienda (venderla o quien se la queda) que supondría plantearse un cambio de residencia y de reajuste laboral al contar con solo una entrada de dinero. Tampoco podemos olvidar aquellos aspectos intangibles como sería la necesidad de clarificar y de redefinir las relaciones familiares y de amistad (especialmente si son comunes).

Las implicaciones psicológicas del divorcio con hijos

El divorcio con hijos implica una situación más compleja que la anterior al afectar a un mayor número de personas. En estos casos cuando uno se plantea una ruptura hay una serie de temas que surgen y que conviene haber hecho una reflexión previa.

1. ¿Cuál va a ser la repercusión de nuestra decisión en los hijos?

Aquí nos referimos a la preocupación sobre si nuestra ruptura va a afectar a nuestros hijos y si existe la posibilidad de que les quede alguna secuela futura y cuál puede ser.

2. La manera de comunicárselo a los hijos

El modo en el que se lo comunicamos a los hijos es otro de los aspectos claves que nos cuestionamos en la etapa pre-separación.

Qué les decimos y si lo entenderán es una pregunta habitual que surge en los progenitores. Muchas veces implica vencer el miedo a nuestras propias emociones (a no poder hablar, no poder parar de llorar, o a no saber contener las emociones de nuestros hijos en el instante en el que les hacemos partícipes de nuestra decisión).

La elección óptima del momento para comunicarlo a los hijos es también esencial. Sin embargo, antes de comunicárselo a los niños hay que reflexionar sobre los cambios que se van a producir en la vida de familia y cuál va a ser la organización futura, ya que tus hijos te lo van a preguntar.

3. La necesidad de desarrollar una nueva manera de convivencia

El Plan de Parentalidad es el documento que recogería ese nuevo diseño de convivencia post ruptura. En él se ha de reflejar quién se quedará con la custodia de los niños (será exclusiva, compartida), qué tiempo pasarán los niños en cada una de las casas (entre semana, el fin de semana y las vacaciones), cómo será la comunicación entre los padres (temas de importancia, cuál es la forma idónea de comunicarlo- WhatsApp, teléfono, mail...) y de qué manera se articulará la relación de los niños con el padre/madre con el que no están en ese momento.

El reto de adaptarse a la nueva situación

En la actualidad cada vez encontramos más casos en los que son los mismos progenitores los que llegan a acuerdos sobre la custodia compartida o es el juez quien la otorga. Así, los datos del año 2019 publicados en la encuesta del INE revelan que la custodia compartida ha sido el sistema de guarda que rige en un 37,5% de los casos de divorcio y separación de parejas con hijos.

Como hemos anticipado, tomar la decisión de ruptura no es nada fácil. Cuantos más hijos tengas, posiblemente la decisión sea más complicada, aunque evidentemente influyen otros factores como la edad de los niños, si alguno de ellos se encuentra en alguna situación especial o tiene un grado de vulnerabilidad (dificultades sensoriales, físicas o emocionales).

Otro factor que puede complicar y retrasar el proceso emocional y legal de separación (con hijos o sin hijos) ocurre cuando se comparten áreas comunes entre las dos personas protagonistas de la ruptura.

Un ejemplo sería que uno tenga una relación laboral con el otro. En estos casos, tanto si continuas trabajando con tu expareja como si dejas el trabajo y buscas un nuevo empleo, constituye una fuente extra de estrés. En el primer supuesto vas a encontrártelo en el ámbito laboral y los límites se han de redefinir; en el segundo caso, un cambio laboral supone un proceso de búsqueda y de posterior adaptación a la nueva organización y puesto laboral.

Tener la misma red de amistades también podría complicar el periodo de ruptura y post ruptura, ya que o bien existe una madurez entre las propias personas que se separan y las amistades, en el sentido de que no se posicionan con ninguno de los dos o, sino, una de las dos personas ha de dejar de relacionarse con ellos y tiene que construir una nueva red de contactos; y esto supone tiempo y un sobre esfuerzo.

El 87% por ciento de las separaciones y el 79% de los divorcios en el año 2019 fueron de mutuo acuerdo, sin diferenciar si éstos eran con hijos o sin. Este porcentaje es alentador e indica que la mayoría de la gente empieza un nuevo capítulo de su vida habiendo acordado de forma “civilizada” la ruptura. De hecho, esta cuestión permite que uno pueda “cerrar este capítulo de su vida”, el pasado, con cierta madurez, y centrarse en todos los temas que surgen en el presente y futuro.

¿Qué hacer?

En el caso de que estés pensando en separarte, y especialmente si hay hijos, es importante considerar estas cuestiones:

  • Intenta encontrar una viabilidad a la relación. Esto te ayudará en un futuro a estar tranquilo porque has hecho todo lo que estaba en tu mano para que las cosas fuesen bien.
  • En el caso de que no sea posible y decidas tirar adelante con la ruptura plantéate las cuestiones que hemos mencionado: repercusión en los hijos, nueva organización (Plan de parentalidad), cambios de residencia, laborales, de amistades.
  • Pacta y acuerda con su pareja el mayor número posible de supuestos. Vosotros sois quienes conocéis perfectamente vuestra vida, a vuestros hijos y los temas emocionales y particularidades de cada uno de ellos.
  • Si necesitas resolver preguntas emocionales o relacionadas con los niños puedes formularlas a un psicólogo experto en familia y en separaciones y rupturas (psicólogo forense). Si las preguntas son relativas a los procedimientos judiciales formúlalas a tu abogado.

Una vez se produzca la separación física, intenta no sólo estar atento/a a tu recuperación emocional, financiera, social, sino también conviene estar alerta sobre cómo evolucionan emocionalmente tus hijos.

Ciertos de sus comportamientos pueden mal interpretarse sino se contextualiza el periodo post ruptura, y podrían ser adaptativos. Sin embargo, si pasado un tiempo continúas viendo que la actitud y el comportamiento muestran signos de malestar y de falta de adaptación, entonces es el momento de plantearte pedir ayuda a un profesional experto en la materia, para su detección y posterior solución.

En conclusión, una ruptura no tiene que ser siempre algo negativo, ya que en muchas ocasiones es la única solución viable. Si esta alternativa es elegida de forma compartida por ambos cónyuges y se lleva a cabo desde una óptica madura, seguro que vuestros hijos realizarán un proceso de cambio funcional.

Y recuerda: la adaptación de los niños a un proceso de ruptura es proporcional al ajuste de los adultos. Si tú estás bien, ellos también lo estarán.

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Autora: Marisol Ramoneda, Psicóloga.