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¿Por qué el alcohol afecta negativamente a nuestro estado de ánimo?


El alcohol es una droga utilizada en muchas ocasiones con el propósito de mejorar nuestro estado de ánimo, olvidar nuestros problemas y evadirnos, pero lejos de contribuir al bienestar del sujeto, el consumo de esta sustancia solo empeorará su situación, afectando negativamente a su estado de ánimo.

En este artículo veremos qué características del consumo del alcohol hacen que esta sustancia nos predisponga a sentirnos con un bajo estado de ánimo.

Efectos psicológicos del alcohol

El alcohol es una droga que actúa como depresor del sistema nervioso, dicho de otro modo, funciona como tranquilizante del organismo. El componente principal de todo bebida alcohólica es el etanol o alcohol etílico que se presentará en mayor o menor grado según el tipo de bebida alcohólica.

Es conocida la función depresora del alcohol; lo que no es tan conocido a nivel popular es el efecto bifásico que se produce. Cuando la dosis es baja observamos una disminución de la ansiedad y una desinhibición de las actividades corticales, produciendo un estado de excitación, con aumento de la respiración y la frecuencia cardiaca. Será cuando la dosis sea mayor que aparecerá el efecto depresor de las zonas corticales y la consiguiente disminución de conciencia y pérdida de coordinación motriz. El consumo repetido provocará una alteración de los neurotransmisores como el GABA y la serotonina, lo cual empeora los síntomas anímicos negativos.

Tipos de alcohol

No todas las bebidas alcohólicas son iguales, presentando estas distinto grado de alcohol y afectando de diferente modo en el individuo.

En las bebidas fermentadas el etanol se obtiene mediante la fermentación de azúcares y su grado de alcohol es entre 4º a 16º, como ejemplos típicos de este tipo tenemos la cerveza y el vino; en las destiladas se evapora parte del agua de las bebidas fermentadas para aumentar la concentración del contenido etílico siendo esta de entre 20º a 42º; en los licores se mezcla la bebida fermentada con fruta aumentando así el azúcar y por consiguiente el potencial de embriaguez y en el combinado se mezcla el alcohol con una bebida gaseosa provocando que atraviesa más fácilmente la barrera hematoencefálica.

Así pues, como es de esperar, no todos los tipos de alcohol afectarán igual. Por ejemplo, los sujetos que consumen bebidas fermentadas refieren sensación de relajación y sentirse más despreocupados; en cambio, el consumo de licores, con un grado de alcohol más elevado, se relaciona con cambios más abruptos del estado de ánimo, sintiéndose más tristes y observándose con más frecuencia conductas o sensaciones agresivas con respecto a los que beben fermentadas.

¿Por qué el consumo de alcohol hace que el estado de ánimo sea bajo?

Como hemos visto, el alcohol afecta a nuestra conducta en mayor o menor medida según la dosis de este que tomemos, y a la larga si el consumo es continuado, las afectaciones que observaremos serán mayores, pudiéndose presentar trastornos mentales que no solo se reducen a la adicción; pueden surgir alteraciones del estado de ánimo.

Se ha observado que las personas con dependencia al alcohol muestran con mayor frecuencia que la población general síntomas depresivos y de ansiedad, presentando también estos síntomas anímicos de forma previa a tener la adicción. En este sentido, el alcohol es depresor del sistema nervioso, pero esto no significa que la persona se vuelva totalmente pasiva o esté apagada emocionalmente.

Bajo estado de ánimo por consumo de alcohol

Puede generar cambios psicológicos en varias direcciones, como por ejemplo dando lugar a un aumento del comportamiento agresivo, de la labilidad emocional, o un deterioro en la capacidad de juicio. Sin embargo, cabe mencionar que pasados los primeros minutos de efectos del alcohol, normalmente aparece un malestar físico y emocional que se plasma en un bajo estado de ánimo y una tendencia a la irritabilidad.

De igual modo, también aparecen otras alteraciones que pueden ser visibles o perceptibles más fácilmente, como una marcha descoordinada, problemas en el equilibrio y en el habla.

Es por todas estas repercusiones negativas que genera el consumo del alcohol que se verán afectados todos los ámbitos que forman parte de la vida de la persona que bebe demasiado, desde el familiar y el de los amigos, hasta el laboral (hay mayor absentismo laboral, menor productividad y más propensión a los accidentes en el trabajo).

Todas las consecuencias y alteraciones en la vida del sujeto afectarán también a su estado de ánimo incluso cuando ya no hay un gran exceso de alcohol en el cuerpo, viéndose así no solo afectado por los síntomas que de por sí genera el consumo de alcohol, sino también por todas las pérdidas de bienestar y de salud que comporta seguir consumiendo.

Esta dinámica lleva a entrar en un bucle en el que la persona bebe para olvidar sus problemas y para inhibir los síntomas depresivos y de ansiedad que tiene, pero contrariamente a su propósito, solo consigue empeorar la situación y que este malestar aumente.

Será por tanto necesario que el sujeto entienda que beber alcohol no solucionará ni aliviará sus problemas, sino que sólo empeorará su situación, tanto su estado de ánimo como su calidad y cantidad de sueño. Se ha visto que individuos que no presentaban inicialmente patología depresiva finalmente, a causa del consumo de alcohol, han desarrollado un trastorno depresivo, con esto queremos decir que el paciente para intentar sentirse mejor toma alcohol consiguiendo así que empeore su estado.

Como pasa con la mayoría de las drogas, si dejamos de tomar alcohol aparecerán síntomas negativos que dan lugar al conocido síndrome de abstinencia, presentándose también en este caso afectaciones del estado de ánimo como ansiedad. Es decir, dejar de tomar alcohol una vez ya somos adictos también afecta a nuestra salud mental, y esta perspectiva de tener que esforzarse para no recaer también contribuye a que el estado de ánimo empeore, ya que no se ve una salida clara a la adicción. Por tanto, será preciso buscar ayuda profesional para poder afrontar con más eficacia la adicción que tenemos.

Otro hecho que también corrobora la afectación que produce el consumo de alcohol en nuestro estado de ánimo es el aumento de riesgo del suicido vinculado al alcoholismo. En este caso, el tomar alcohol actúa como factor de riesgo, dado que como sabemos aparecen síntomas depresivos, de ansiedad, impulsividad y agresivos (en esta ocasión una violencia dirigida a uno mismo), que junto con la desestructuración y la afectación de los diferentes ámbitos de la vida del sujeto, producen una combinación fatal que llevan a algunas personas a creer que la única salida es la muerte. Se ha observado que aproximadamente un 25% de los suicidios están relacionados con el consumo de alcohol.

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