2 rasgos en los que más nos fijamos al conocer a alguien
Hace ya mucho tiempo que en Psicología se conoce el poder de las primeras impresiones.
Cuando entramos en contacto con alguien por primera vez, especialmente si es en persona, las conclusiones que extraigamos de esa persona durante los primeros minutos de interacción condicionarán el modo en el que la juzgaremos de ese momento en adelante. Toda la información que nos llegue acerca de ese individuo pasado esa etapa crítica, estará regulada por la presencia de esas sensaciones que despertó en nosotros antes.
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Sin embargo, aún es objeto de debate cuáles son las características personales concretas en las que más nos fijamos para decidir si alguien vale la pena o no.
Amy Cuddy ha dedicado 15 años a investigar sobre el poder de las primera impresiones para arrojar luz sobre este tema y ha llegado a la conclusión de que, cuando conocemos a alguien, nos fijamos fundamentalmente en dos características. Y, además, no consisten simplemente en un análisis del físico de quien tenemos delante
Lo que importa de verdad en las primeras impresiones
Según explica Cuddy en su libro Presence: Bringing your Boldest Self to your Biggest Challenges, cuando entramos en contacto con alguien por primera vez nos planteamos a nosotros mismos dos preguntas: "¿puedo confiar en esta persona?" y "¿puedo respetar a esta persona?".
Curiosamente, a pesar de que las primeras impresiones puedan relacionarse con la superficialidad y las interacciones puntuales que no dan paso a nada más profundo, aquello que más valoramos es la sensación de honestidad y de confianza que nos transmite alguien en cuestión de segundos y minutos, es decir, la primera de las dos preguntas.
El motivo, según esta profesora de Harvard, es que desde una perspectiva evolucionista compensa más fijarnos en si saldrá a cuenta confiar en alguien. De ese modo quedamos más protegido ante posibles traiciones que podrían poner en riesgo nuestra vida o, en el mejor de los casos, hacernos perder tiempo y esfuerzos en cultivar una relación que no merece la pena.
Solo cuando hemos evaluado el grado en el que alguien nos inspira confianza pasaremos a considerar i podemos respetarla por lo que hace, es decir, si la encontramos hábil y competente en algún ámbito significativo.
¿Cómo aprovechar esto en las relaciones personales?
Las conclusiones que ha extraído Cuddy a partir de sus investigaciones nos lleva a apostar por la sencillez en nuestras relaciones personales y a la hora de conocer gente. Es decir, que en vez de obsesionarnos con dar una imagen que se acerque mucho a los cánones de belleza o de demostrar nuestro grado de competencia, primero debemos mostrar que somos seres humanos normales en los que se puede confiar, y no dar una imagen artificial o pretendidamente misteriosa.
Hacer demostraciones de habilidad solo repercute significativamente en la imagen que damos si antes hemos hecho sentir seguras al resto de personas. Si no, puede ser interpretado como potencial, pero un potencial que puede ser utilizado contra los demás y, por consiguiente, hace que el resto se distancie de nosotros.
Así pues, debemos mostrar nuestro lado más humano, en vez de mantenernos distantes con tal de mostrar solo esas cualidades propias que creemos impresionantes. Por ejemplo, esto implica hablar con franqueza sobre nosotros mismos, mostrar nuestras propias limitaciones en el mismo grado en el que hablamos de lo que se nos da bien y, en general, evidenciar que se puede confiar en nosotros sin producir importantes decepciones.
Esto, además, puede ser aplicado tanto en las relaciones informales como a la hora de encontrar trabajo o de buscar aliados profesionales. De lo que se trata es de ser transparentes, mostrar el grado en el que se puede esperar nuestra ayuda y colaboración, y comportarnos de forma consecuente con esto. Si se demuestra honestidad, la posibilidad de caer en engaños o de que se produzcan malentendidos es mucho menor, y eso hace que todo el mundo salga ganando.
¿Qué hacer para dar una buena imagem?
Yendo a lo concreto, algunos aspectos a valorar a la hora de dejar que nuestro comportamiento hable bien sobre nosotros es seguir estas pautas:
1. Ser comunicativos
Mantener una actitud distante puede significar dos cosas: o no se tiene nada interesante que mostrar o se oculta algo.
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2. Hablar sin rodeos
Divagar o hablar de un modo muy formal en un contexto que no lo exige es una especia de barrera comunicativa que no expresa honestidad.
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3. No evitar hablar sobre las propias imperfecciones
Si la conversación lleva a ello, no hay que evitar hablar sobre los propios fallos, errores pasados y debilidades. Eso demuestra que se confía en la otra persona, lo cual hace que esta adapte su actitud para que se corresponda con la nuestra.
4. Dar una visión realista sobre lo que se puede ofrecer
Más que hablar directamente sobre lo que se puede hacer para ayudar al otro como si se tratase de una serie de aptitudes personales que la otra persona puede "alquilar", es mejor demostrar en el aquí y ahora una buena disposición orientada a hacer que la relación funcione y sea cómoda de llevar. En el primer caso se comunica de forma unilateral una serie de características teóricamente ventajosas, mientras que en el segundo se utiliza la conversación para expresar las ganas de escuchar a la otra persona y a sus necesidades propias.