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Los 7 tipos de autoevaluación (cómo funcionan y sus características)


Las autoevaluaciones son técnicas que nos ayudan a tener un mejor entendimiento de nosotros mismos. Se pueden hacer en prácticamente cualquier momento y pueden abordar temáticas muy variadas.

Ya sea desde el campo de la educación, pasando por el psicodiagnóstico y llegando al mundo de las organizaciones, las autoevaluaciones permiten adquirir un mejor conocimiento de nosotros mismos.

En este artículo vamos a hablar de los tipos de autoevaluaciones, tanto teniendo en cuenta su ámbito de aplicación como el formato en el que vienen presentadas. Además, vamos a hacer un rápido repaso en qué consisten y qué finalidad tienen.

¿Qué es la autoevaluación?

Las autoevaluaciones son métodos que permiten tener un mejor conocimiento de nosotros mismos, ya sea abordando aspectos más relacionados con nuestras capacidades físicas y mentales o tratando temas como nuestras emociones o estado de salud.

La principal particularidad de las autoevaluaciones es que somos nosotros mismos quienes nos las administramos. En otros tipos de evaluaciones, como las heteroevalauciones y las coevaluaciones, es otra persona o un grupo de ellas quienes administran un cuestionario o realizan algún tipo de análisis de una persona en concreto.

Dado que las autoevaluaciones se pueden aplicar de múltiples maneras, son varias las herramientas que permiten llevarlas a cabo.

Para que sean útiles, es necesario ser sincero a la hora de contestarlas y realizar una profunda autorreflexión para poder detectar aquellas fortalezas y debilidades que pueda que tengamos o, en caso de que se esté hablando de problemas de salud, saber si realmente se está detrás de algo grave.

¿Qué finalidad tienen?

Las autoevaluaciones son muy recurridas en la vida diaria. Situaciones tan simples y mundanas como lo son contestar un test en la autoescuela, hacerse preguntas de repaso para un examen o analizar los pros y los contras de continuar con la pareja serían ejemplos de autoevaluaciones.

Dependiendo del ámbito en el que se esté realizando la autoevaluación, podemos hablar de diferentes finalidades:

1. Educación

En el ámbito educativo son muy utilizadas para saber qué nivel se tiene sobre una determinada temática o hasta qué punto se han asentado los conocimientos dados en el aula.

Si se realizan antes de hacer un examen o de tratar de responder un ejercicio permiten saber cuales son los conocimientos que se precisan mejorar y enfocar el resto del estudio hacia ellos.

Los profesores se pueden beneficiar de este recurso dado que permite saber en qué fallan a la hora de explicar el contenido. También les sirve ponerlas como deberes a sus alumnos porque así puede tener una idea general de cómo va la clase y, en concreto, cuales son los alumnos que más dificultades están teniendo.

2. Trabajo

Autoevaluarse en el lugar de trabajo puede servir para prosperar en la profesión.

Muchas son las empresas que piden a sus empleados que se hagan este tipo de evaluaciones, para así averiguar cuales son los posibles problemas que haya a la hora de realizar sus tareas y ver de qué forma se pueden solucionar.

Las autoevaluaciones permiten saber si se está siendo lo suficientemente eficiente o, también, permiten mejorar nuestras capacidades para centrarlas en recibir un ascenso. Evaluar cuán eficientes somos nos permite motivarnos, tener un mejor autocontrol y solucionar lo que sea necesario.

Este tipo de herramientas es muy útil para empleados que llevan mucho tiempo en el mismo puesto de trabajo dado que, con el paso de los años, tras ver que uno se defiende bastante bien en el trabajo que realiza, corre el riesgo de no ir a por más, estancarse y quedarse atrapado en la zona de confort.

Debemos preguntarnos si somos responsables, cooperativos, puntuales, o si disponemos de otras cualidades que sean provechosas tanto para nuestro desempeño laboral como para que la empresa siga prosperando.

3. Salud

Aunque cabe destacar que quienes diagnostican problemas de salud, tanto físicos como psicológicos, son profesionales de este ámbito, como lo son médicos, psiquiatras, psicólogos, neurólogos y un sinfín de profesiones, realizar una autoevaluación sobre nuestro estado de salud puede motivarnos a visitar a un buen profesional.

Algunas formas de evaluarnos a nosotros mismos con respecto a nuestra salud son tan simples como palparnos en busca de bultos extraños, preguntarnos si nos hemos sentido motivados en los últimos días, si hemos notado algo raro en nosotros…

Cabe decir que si notamos algo inusual, no debemos precipitarnos y decir qué es lo que tenemos porque, además de que es posible que no seamos expertos en el tema, nuestra opinión no es para nada objetiva. Es preciso ir a un profesional para ver qué nos puede estar pasando.

Sin embargo, las autoevaluaciones en este ámbito permiten evitar tener que ir al profesional por nada en caso de que sea así, y así nos ahorramos una visita sin sentido y le evitamos quitar tiempo al profesional de turno.

4. Vida diaria

Es totalmente sano preguntarnos sobre nuestras acciones cotidianas, siempre y cuando nos “critiquemos” de forma realista, sin ser demasiado duros ni benevolentes con nosotros mismos. Las autoevaluaciones en este ámbito son de las más subjetivas, dado que se puede abordar cualquier tema y no necesariamente tienen por qué haber referentes estandarizados al respecto, a diferencia de los otros tres campos.

Podemos preguntarnos sobre qué es lo que nos hace felices, si debemos seguir saliendo cn nuestra pareja, qué es lo que queremos ser en la vida…

Tipos de autoevaluación

Son múltiples las herramientas con las que se puede llevar a cabo autoevaluaciones. Algunas vienen desde el campo de la psicología, en especial la del ámbito clínico, sin embargo otras son propias de la educación y de las organizaciones.

A continuación mostramos un listado de los principales tipos de autoevaluación que hay, tanto métodos estandarizados como aquellas herramientas que se han formulado de una manera más libre.

1. Libros de texto

Habitualmente y, sobre todo, en el campo de la educación, los libros de texto disponen al final de cada tema de una página en la que se presentan diferentes ejercicios relacionados con el contenido del mismo.

Estas preguntas suelen permitir al lector reflexionar sobre lo que sabe, si ha aprendido o no todo lo que debería y detectar aquellos temas en los que necesiten profundizar un poco más para llegarlos a dominar.

Las preguntas pueden venir dadas de múltiples formas: tipo test, preguntas para desarrollar, en forma de juegos…

2. Hoja de autoevaluación

También muy propia del ámbito educativo, las hojas de autoevaluación permiten escribir sobre el papel como creemos que hemos hecho una determinada actividad, además de permitirnos reflexionar sobre aquellas áreas que consideramos tenemos que mejorar.

Nos permite tener una mejor comprensión de cuáles son nuestros puntos fuertes, y permite que nos enfoquemos en ellos.

También existen hojas de autoevaluación enfocadas en el ámbito laboral y de la salud mental, formulando preguntas en las que quien contesta puede tener plena libertad para explicar cómo se siente, síntomas o capacidades más fuertes.

3. Recursos digitales

Gracias al desarrollo de las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) son cada vez más las aplicaciones, tanto relacionadas con la educación como con la salud física y mental, que nos ofrecen una autoevaluación.

4. Encuestas

Esta es una de las herramientas más clásicas que ha utilizado la psicología. Los ítems de las encuestas se pueden presentar en forma de escalas Likert, con numeración o con frases del estilo “estoy de acuerdo”.

5. Entradas a la autorreflexión

Consisten en hojas en las que hay frases que están incompletas, en las cuales el lector debe completarlas con cosas que estén relacionadas con ellos mismos. Por ejemplo, “me considero una persona…”, “soy … con los demás”, “me disgusto si...”.

Gracias a su elevada libertad a la hora de contestar, pueden permitir extraer gran cantidad de información sobre lo que piensa y cómo es quien las contesta.

6. Diarios personales

Se trata de uno de los formatos de autoevaluación más representativos dentro de la vida cotidiana, aunque se pueden utilizar en cualquier otro campo.

Por ejemplo, en el ámbito escolar se puede hacer diarios en los que se les permite a los alumnos reflexionar y hacer memoria de lo que han estado aprendiendo el mismo día en el que están completando una página de la libreta.

7. Cuadernos interactivos

Están muy relacionado con los diarios personales, especialmente en el campo de la educación, aunque estos están más enfocados a que el alumno plasme lo que ha adquirido en la clase y reflexione al respecto.

¿Qué beneficios suponen las autoevaluaciones?

Sea cual seal el ámbito en el que se ha utilizado, la autoevaluación es un recurso que supone más beneficios que inconvenientes y, en caso de que haya habido algún tipo de problema, seguramente sea debido a una incorrecta utilización de esta herramienta.

1. Son aptas para cualquier edad

En la mayoría de los casos, las autoevaluaciones se pueden aplicar en cualquier rango de edad.

Si bien está claro que las autoevaluaciones en el ámbito laboral están realizadas para el nivel de personas adultas, las que están más relacionadas con los estudios son muy variables, pudiéndose aplicar ya en edades infantiles.

Siempre y cuando la retroalimentación se ofrezca al mismo nivel en el que están los niños más pequeños, esta herramienta será útil para hacerles conscientes de lo que han aprendido. En cada etapa vital tenemos intereses y objetivos diferentes. Una autoevaluación bien hecha es siempre provechosa.

2. Mejor autoconocimiento

Dado que esta técnica favorece a la autorreflexión, nos permite valorar aspectos de nosotros mismos, ver en qué podríamos mejorar como personas y ciudadanos del mundo.

Esto nos servirá para saber si somos personas que nos relacionamos de forma saludable con nuestros iguales, cómo de organizados somos, si somos responsables…

3. Refuerza el aprendizaje

Como ya se ha comentado, en el ámbito de la educación, este tipo de técnicas hacen que el alumno sea más consciente de aquello que ha logrado aprender y aquello en lo que presenta dificultades.

Gracias a ello, es posible seleccionar de forma inteligente los contenidos a estudiar de cara a un examen, quitándole prioridad a lo que ya se ha llegado a dominar y añadiéndosela a lo que se tiene que mejorar.

Al permitir que el alumno sea partícipe de su propio aprendizaje, actuando de forma activa en la selección de los contenidos que debe mejorar, le permite tener un mejor interés hacia el estudio y una mayor motivación.

4. Fomenta nuestra autonomía

Cada cierto tiempo, hacer una autoevaluación es algo positivo, dado que permite controlar nuestros avances y, también, nuestros puntos débiles. Esto nos permitirá tener un mayor grado de independencia.

5. Incrementan nuestra motivación

Recibir una retroalimentación sobre cómo somos, especialmente en el ámbito laboral y académico, nos motiva, dado que nos ayuda a entender por qué se daban unos problemas en concreto.

Además, al analizar cuál es el origen de una determinada dificultad podemos abordarla para hacerle frente.

Referencias bibliográficas:

  • Leyva, Y. (2010). Evaluación del aprendizaje: Una guía práctica para profesores.
  • Sanz, L.J. y Álvarez, C.A. (2012). Evaluación en Psicología Clínica. Manual CEDE de Preparación PIR. 05. CEDE: Madrid.