Cómo evitar las recaídas en la adicción: 10 consejos útiles
La palabra adicto procede del término latino "addictus", que literalmente puede traducirse como “esclavo” o "deudor". Supone, pues, una relación de pleitesía ante un elemento externo (la droga en este caso), que deviene acreedor de una carísima deuda existencial.
En este mismo sentido, la adicción somete a la persona a una sucesión de cambios a nivel neurológico y conductual (inversión de mucho tiempo y esfuerzo buscando y consumiendo la sustancia) que acaban desposeyéndola de su genuina libertad y albedrío.
El proceso a través del cual se abandona una historia de consumo no es sencillo, y supone el enfrentamiento con muchas dificultades que deberán sortearse exitosamente. Lo mejor, en este caso, es contar con herramientas útiles a nuestra disposición que hagan el camino más llevadero.
En este artículo reflexionaremos sobre cómo evitar las recaídas en la adicción, con el fin de ofrecer claves que pueden contribuir de forma positiva en este momento de dificultad.
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Cómo evitar las recaídas en la adicción: 10 claves
La dependencia a cualquier droga implica la aparición de dos procesos básicos: tolerancia (necesidad de un consumo cada vez mayor de la sustancia para percibir efectos equivalentes a los del principio) y síndrome de abstinencia (malestar ante su ausencia en el organismo).
El craving (o deseo) describe una necesidad acuciante de consumo en el momento en el que nos encontramos ante estímulos que se asociaron con él a lo largo de los años (lugares, personas, etc.). Su participación es frecuente en un porcentaje muy elevado de deslices y recaídas.
Abandonar las drogas no es un proceso fácil, pero también puede ser un camino repleto de satisfacción. Con el fin de contribuir a facilitar y potenciar semejante esfuerzo, seguidamente planteamos 10 claves basadas en la evidencia científica disponible sobre cómo evitar las recaídas en la adicción.
1. Busca una vida socialmente estimulante
Muchos estudios señalan con claridad que vivir en entornos socialmente empobrecidos es un importantísimo factor de riesgo para que el consumo de tipo recreativo evolucione directamente a la dependencia.
Este hallazgo se ha podido reproducir incluso en modelos animales, con investigaciones en las que se comparaba la conducta adictiva de ratones en función de si contaban con la compañía de otros roedores o si vivían en soledad (y con escasos incentivos, como tubos y ruedas con los que desplazarse y ejercitarse).
Así, se sabe que disponer de una adecuada red social es elemental para que se reduzca el riesgo de recaídas en quienes se encuentran transitando el proceso hacia el abandono total de las drogas. Es fundamental tener cerca a personas que ofrezcan su apoyo emocional (comprensión sincera, escucha activa, etc.), instrumental (ayuda material en los casos de necesidad) y afectivo (abrazos e interacciones positivas).
Asimismo, es importante guardar las distancias con las amistades cuyos hábitos de consumo puedan contribuir a una posterior recaída, sobre todo a los inicios del proceso.
2. Evita situaciones de riesgo
Cuando la persona se adentra en el proceso de abandonar una droga, se recomienda que al principio evite todo individuo o situación que pudiera haberse relacionado con el consumo de la misma. Tal estrategia es conocida como control de estímulos, y su propósito consiste en realizar modificaciones en el ambiente y en la conducta dirigidas a reducir la presencia de craving (intenso deseo de consumo que surge al exponernos a lugares o personas con las que se solía usar la sustancia).
Con el discurrir del tiempo (y a medida que la persona adquiere un mayor control sobre su capacidad de inhibir el impulso por consumir), puede ser útil exponerse a las situaciones que estaba evitando (puesto que no siempre se va a estar "huyendo" de la realidad), haciéndolo inicialmente con la compañía de una persona de confianza. De esta manera irá adquiriendo un sentido de control superior y desarrollará una férrea autoeficacia para gestionar los afectos relacionados con el deseo.
También es una ocasión perfecta para entrenar algunas conductas asertivas, como decir "no" ante un ofrecimiento.
3. Acude a terapia
El consumo de sustancias puede erosionar la motivación hacia actividades que en el pasado resultaban gratificantes, hasta el punto de que con frecuencia se produce un abandono de todo lo que unía a la persona a los demás. El proceso de recuperar todo cuanto alguna vez fuimos implica afrontar una realidad difícil, en la que muchas de las fuentes de refuerzo y de satisfacción han podido esfumarse, por lo que se debe llevar a cabo un esfuerzo deliberado por recuperarlas o buscar otras diferentes.
En este proceso es importante contar con la ayuda de un terapeuta, con el cual potenciar las estrategias de afrontamiento disponibles (o aprender otras nuevas y útiles) para adaptarse al entorno y enriquecerlo de un modo que sea satisfactorio a nivel personal. También puede ser necesario abordar posibles déficits en el control de los impulsos y en la toma de decisiones, dos problemas habituales entre quienes han vivido una historia de consumo duradera.
4. Cuidado con las microdecisiones
Durante los primeros meses de abandono de una sustancia, la persona adquiere un dominio creciente de la situación y progresivamente se siente más distanciada emocionalmente de su etapa como consumidora. Así pues, todas las precauciones que solía adoptar con el fin de mantener la abstinencia se adentran en un periodo de mayor laxitud, en el cual resulta más probable que concurra algún desliz en el consumo (uso aislado y puntual de la droga) o una recaída completa.
Esto se debe a la asunción de decisiones que en apariencia pueden parecer inocuas, pero que albergan una amenaza real: “por uno más no va a pasarme nada”, “ha sido un día muy duro, así que hoy me lo merezco”, etc. Existe amplia evidencia en la literatura sobre este efecto, por lo que la persona debe mantenerse con cierta cautela pese a haber atravesado la etapa más crítica. Si bien es cierto que los primeros meses constituyen un periodo de riesgo especial, las recaídas que ocurren más adelante suelen estar directamente asociadas con estas microdecisiones.
5. El efecto de la violación de la abstinencia
Los deslices en el consumo, e incluso las recaídas, pueden formar parte del proceso normal de abandono de cualquier sustancia. Cuando son asumidas en sentido constructivo, pueden aportar valiosa información sobre los factores precipitantes en los que tuvo lugar, y suponer un acicate para articular estrategias dirigidas a promover recursos personales con los que reforzar la abstinencia en lo sucesivo. No obstante, muchas veces se desencadena el resultado contrario: el efecto de violación de la abstinencia.
Este efecto describe la dolorosa aparición de pensamientos profundamente negativos sobre uno mismo como resultado del desliz o de la recaída, tales como “si es que ya sabía yo que no iba a poder con ello” o “al final tenían razón quienes pensaban de mí que era una persona horrible”, que precipitan un estado emocional adverso y episodios de consumo sin control (binge). Abordar el asunto, y contextualizarlo dentro de límites razonables, es esencial.
6. Aprende a regular los estados emocionales adversos
Sentimientos como la vergüenza, el miedo o la ira pueden contribuir a las recaídas entre las personas que aprendieron a combatirlos con la estrategia del consumo. Y es que resulta relativamente común que se produzca alguna relación entre el uso de la droga y emociones difíciles de soportar o de gestionar. Es por ello que se debe ahondar en los procesos básicos de regulación, que implican la identificación, la discriminación, la aceptación y la comunicación de los estados internos (para lo cual se puede necesitar la ayuda de un buen terapeuta).
En este sentido, suele ser también importante aprender adecuadas estrategias de relajación, con las que mediar respecto a las emociones difíciles y la ansiedad (especialmente en sus dimensiones fisiológicas). Las más utilizadas son la respiración diafragmática y la relajación muscular progresiva, pues han demostrado contribuir positivamente al proceso y aumentar la sensación de control sobre la propia vida afectiva.
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7. Desarrolla una afición
Cuando se instala el consumo de drogas, no solo desplaza de modo dramático el resto de las cosas que antes provocaban felicidad, sino que se alza como una conducta motivada que aporta algún grado de “satisfacción” (pese a las consecuencias negativas que casi siempre la acompañan). Y esto es así porque sus efectos inciden directamente sobre el sistema cerebral de recompensa (área tegmental ventral y núcleo accumbens), un circuito relacionado con los refuerzos positivos y la sensación de placer.
El abandono de la droga puede dejar un vacío muy importante en la vida, que habrá de ser contrarrestado con una actividad que permita momentos de esparcimiento y disfrute. En cualquier caso, es posible que durante algún tiempo se conviva con una molesta sensación de inercia, pero con el paso de las semanas se fijarán nuevas metas que perseguir (o se recuperarán las de antaño). En este proceso es fundamental el apoyo de los demás y la búsqueda deliberada de momentos en los que gozar de las cosas sencillas.
8. Evita el consumo de alcohol
Aunque no se haya padecido dependencia al alcohol, sino a otra sustancia distinta, es muy importante evitar su consumo. Se trata de una droga que ejerce efectos depresores sobre el sistema nervioso central, inhibiendo la corteza prefrontal y estimulando conductas impulsivas. Así, bajo sus efectos resulta mucho más fácil que se produzca una debilitación del esfuerzo por mantener la abstinencia, y que tenga lugar un desliz o una recaída completa.
Por otra parte, son muchas las personas que en su etapa como consumidoras combinaban el alcohol con otra sustancia (como cocaína, por ejemplo). En estos casos, las sensaciones subjetivas de ebriedad pueden funcionar como estímulos precipitantes del deseo de la otra droga. En el caso concreto de la combinación del alcohol y la cocaína, el efecto puede llegar a ser devastador, pues dentro del organismo se transforman químicamente en etileno de cocaína (relacionado con actos de violencia e incluso con la muerte súbita).
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9. Comunica a los demás tu decisión
Hablar con los demás sobre la decisión de abandonar el consumo tiene dos efectos muy importantes: puede motivar el apoyo social del entorno y genera nuevas expectativas sobre la persona que se dispone a salir de la adicción. Tales expectativas pueden ser muy distintas a las que existían hasta el momento (pues no es infrecuente que se hayan producido fricciones en las relaciones interpersonales que pudieran haber contribuido a un horizonte compartido gris) y promueven el deseo de actuar de modo congruente con el compromiso adquirido.
10. Traza un balance decisional
Los balances decisionales son un ejercicio útil cuando las personas se disponen a hacer un cambio en sus vidas. Supone la dedicación de algún tiempo a escribir en un papel sobre las ventajas e inconvenientes previstos del nuevo escenario, en el que se detalle todo lo bueno que se desea lograr abandonando el consumo de drogas (tanto a medio como a largo plazo). Esta actividad permite clarificar la confusión inicial y establecer una meta mucho más clara que perseguir.
Una vez redactado todo ello en formato papel, puede ser útil guardarlo en un bolsillo cuando se prevé la inminencia de alguna situación de riesgo (visitar un lugar en el que se solía consumir, acudir a una fiesta donde otros usarán drogas, etc.) y leerlo cuando se estime oportuno (especialmente si se percibe que el deseo aumenta y se está a punto de ceder a él). Es una muy buena forma de reactivar los procesos neurológicos (corteza prefrontal) que se oponen al craving, y continuar manteniendo la abstinencia y potenciando la sensación de autocontrol.