Shutter Island: una breve visión psicológica de la película
La isla llamada Shutter Island, situada cerca de Boston, alberga el hospital hospital psiquiátrico de Ashecliffe para personas dementes.
La isla es empleada para encerrar y tratar, principalmente, a personas con trastornos mentales severos que han cometido algún tipo de crimen. El agente Edward Daniels y su compañero Chuck Aule son enviados a este lugar a investigar la desaparición de una paciente interna, Rachel Solano, la cual ingresó en la institución después de ahogar a sus tres hijos. Ambos investigadores tratarán de resolver el caso, pero a lo largo de su investigación Daniels verá una serie de elementos extraños que le el caso esconde mucho más de lo que esperaba.
Este breve párrafo nos introduce en el argumento de Shutter Island, película dirigida por Martin Scorsese y estrenada en nuestro país el año 2010. Basada en la novela del mismo nombre escrita en el 2003 por Dennis Lehane, Shutter Island es una película en forma de thriller psicológico ambientada en los años cincuenta, una época convulsa para la psiquiatría y la psicología en lo que se refiere al tratamiento de los individuos con trastornos psíquicos. Es por ello que analizar y esbozar una breve visión psicológica de la película puede ser realmente interesante tanto para profundizar en el significado del argumento como en la historia de la psiquiatría.
Se avisa de antemano que el presente artículo contiene SPOILERS respecto a la película, con lo que su lectura está recomendada sólo a aquellos que ya la hayan visto, no quieran verla o bien no les importe que se les destripe el desarrollo y conclusión del film.
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Entrando en la isla siniestra: repaso a su argumento
La historia empieza con los agentes Daniels y Aule llegando a la isla, a la cual han sido enviados con el fin de investigar una desaparición. Al llegar a Ashecliffe, el hospital psiquiátrico de la isla, y tras ser aleccionados sobre las medidas de seguridad por el personal, los agentes se entrevistan con el director del centro, el doctor Cawley. Este les indica que la desaparecida es Rachel Solano, una paciente que ingresó en el centro tras ahogar a sus hijos asesinó a sus hijos y ha desaparecido de forma sorprendente, sin dejar ningún rastro.
El inspector Daniels procede a pedirle que les deje ver los historiales de los profesionales que atendían a la paciente, a lo que el director se niega a pesar de que les permite interrogar al personal. La excepción sería el psiquiatra que llevaba a la paciente, el cual está de vacaciones en esos momentos.
Ambos agentes proceden a investigar el caso inspeccionando la isla y el hospital, interrogando a psiquiatras y a otros pacientes. Sin embargo, a lo largo del proceso los agentes van viendo diferentes detalles extraños e inquietantes, como el hecho de que no se les permita visitar el faro de la isla o la actitud de los psiquiatras e incluso que en un momento concreto otro de los residentes le indica al protagonista que huya del lugar hacen creer que hay algo raro en la situación.
Además, Edward Daniels presenta a lo largo de la investigación una serie de visiones junto con flashbacks de su participación en la guerra. Durante un sueño se le aparece su mujer, la cual murió junto a sus hijos en un incendio provocado por un tal Andrew Laeddis que casualmente también fue ingresado en el sanatorio en el que se encuentran para luego desaparecer. En su sueño, ésta le afirma que su asesino y Rachel se están aún dentro de la isla.
La nota misteriosa
En la celda en que estaba encerrada Rachel, la interna desaparecida. Edward encuentra una nota con en que aparece escrito “ La ley de los cuatro: ¿Quién es el 67? ”, cosa que provoca que se decida a investigar respecto al paciente con ese número, estando convencido de que se trata de la persona que provocó el incendio que mató a su familia.
Las pistas y el interrogatorio a uno de los pacientes parecen indicar que se practican lobotomías en el faro y que se realizan experimentos poco éticos con los pacientes internos. Debido a estos hechos, las trabas con las que se encuentra para investigar y los comentarios de los residentes hacen que el agente piense que se está fraguando una conspiración en su contra para que no pueda exponer las actuaciones llevadas a cabo en el sanatorio.
Con el tiempo Rachel Solano es encontrada y presentada a los investigadores por parte de los doctores, pero el agente Daniels sigue viendo algo sospechoso en el caso y el lugar. Tras descubrir un modo de entrar en el faro, ambos agentes deciden arriesgarse a investigar en su interior para recoger pruebas y posteriormente huir de la isla y exponer al hospital psiquiátrico, tras lo cual Chuck Aule desaparece. Poco después el agente Daniels descubre en una cueva a la auténtica Rachel Solano, la cual indica que fue una psiquiatra del centro que fue internada por intentar denunciar las prácticas y experimentos llevados a cabo en el centro. Al día siguiente los responsables del centro afirman que el agente Daniels llegó solo a la isla, con lo que este cree que su compañero ha sido secuestrado para realizar experimentos. Por todo ello, decide finalmente irrumpir en el faro, donde se encuentra con su compañero y el doctor Cawley.
La identidad de Andrew Laeddis
En este punto el argumento realiza un giro de guión inesperado: el doctor y Chuck explican a Daniels que en realidad él es Andrew Laeddis, un veterano de guerra y peligroso paciente del centro ingresado en él tras asesinar a su esposa Dolores Chanal.
Toda la situación y la investigación que estaba llevando a cabo han sido un teatro organizado por los responsables del centro como última oportunidad para hacerle volver a la realidad como alternativa a la lobotomía, ya que Laeddis sufre de un trastorno psicótico el cual evita que haga frente a los sucesos y dado su entrenamiento militar es uno de los residentes más peligrosos del centro. De hecho la paciente por la que estaba investigando, Rachel Solano, no existe (la mujer que los doctores les presentan como tal era una empleada fingiendo su papel) sino que su nombre se ha construido a partir del de su mujer, la cual igual que se decía de Rachel ahogó a sus hijos mientras padecía un episodio depresivo.
En los compases finales de la película parece que Andrew ha accedido finalmente a los recuerdos sobre la muerte de su familia, recordando quién es y lo que le condujo a ese lugar. Así, el plan del doctor habría tenido éxito en devolverle a la realidad, pudiendo avanzar en el tratamiento del problema. Pero poco después el protagonista habla con el que anteriormente creía su compañero Chuck, en realidad psiquiatra del centro, indicando que deben escapar de ese lugar. Esto conduce a que finalmente se considere que ha realizado una regresión y debido a la peligrosidad del caso se decidan a lobotomizar al paciente.
Si bien existe la posibilidad de que realmente haya recaído, la última frase que pronuncia antes de que se lo lleven al faro (“Este lugar hace que me pregunte qué sería peor. Vivir como un monstruo o morir como un hombre bueno”) hace pensar que su supuesta regresión no es tal, sino una actuación. De este modo el final de la película daría a entender que Andrew Laeddis, a pesar de recuperar el sentido de la realidad, decide que es preferible ser lobotomizado y liberarse de la carga de saber qué ha hecho que ser tratado de otro modo y aceptar y asumir que ha matado a su esposa y perdido a sus hijos.
Psicología y psiquiatría reflejadas en la película
Shutter Island es una película que por su temática y los giros argumentales que posee puede o no gustar a quienes la vean. Pero independientemente de ello a lo largo de la película podemos observar diferentes elementos psicológicos o psiquiátricos que se han ido trabajando a lo largo de la película e incluso que son la base de su argumento.
Algunos de estos elementos son los siguientes.
Historia de la psiquiatría: del manicomio a la desinstitucionalización
Se ha mencionado al principio de este artículo que la película se ambienta en la década de los cincuenta, siendo esta una época turbulenta para la psiquiatría. Esto es debido a que fue a lo largo de esta década y la siguiente en las que se originaria la llamada revolución psiquiátrica, tras una ardua “guerra” (mencionada directamente en la película) en la que se enfrentaron dos corrientes contrapuestas.
Hasta este momento las personas con trastornos mentales severos eran encerradas y aisladas en instituciones psiquiátricas, también conocidas como manicomios, en que eran tratados como prisioneros y aislados del mundo y de una vida normal. En ellos los pacientes eran tratados mediante procedimientos controvertidos como llevarles al coma insulínico, las electroconvulsiones o la ablación de partes del cerebro como en el caso de la lobotomía.
Como reacción a este tipo de tratamientos y a la exclusión social y anulación de los pacientes nacería la antipsiquiatría, que abogaría por un mayor uso de la psicoterapia y la abolición de prácticas como las citadas.
La prolongada confrontación entre ambas posturas terminaría con la confluencia de ambas en una nueva psiquiatría, más centrada en la búsqueda de la normalización de la vida del paciente. La consecuencia fue el cierre de la mayor parte de instituciones psiquiátricas (proceso conocido como desinstitucionalización) y la búsqueda de otro tipo de acercamiento al tratamiento de los trastornos, como los tratamientos farmacológicos, cesando la aplicación de la mayoría de las controvertidas terapias médicas de la época y restringiéndolas a casos de gran gravedad que no se pudieran solucionar de otra manera.
Asomándonos a la mente de Andrew Laeddis: sus trastornos
Como hemos podido ver, a lo largo de la historia se refleja como el personaje interpretado por Leonardo DiCaprio padece algún tipo de trastorno mental.
Es importante tener en cuenta que únicamente conocemos una parte del trastorno que atormenta al protagonista, así como que generalmente los trastornos mentales no se dan en un estado puro sino que contienen características de otros trastornos. Sería necesaria una correcta exploración del paciente para poder determinar con más exactitud el trastorno que padece, si bien es posible a través de los síntomas mostrados hacerse una idea de las problemáticas en cuestión.
El TEPT
Por los síntomas que se van reflejando a lo largo de la historia es posible sospechar la presencia de un trastorno por estrés postraumático o TEPT. El hecho de haber sido expuesto a hechos traumáticos que le han provocado un honda afectación emocional, la reexperimentación en forma de flashbacks y sueños, la disociación de su personalidad y las dificultades de sueño y concentración que se ven a lo largo de la película corresponden a este tipo de trastorno. Asimismo, el hecho de que el trastorno mental esté ligado a un hecho específico parece indicar el TEPT como uno de los diagnósticos más probables.
Trastornos de tipo psicótico
Sin embargo, dado que no es posible el diagnóstico de este trastorno si otro explica mejor los síntomas y habida cuenta de que el paciente presenta un modo de actuar caracterizado por la presencia de alucinaciones y delirios (siendo gran parte de la película la representación de ellos), resulta mucho más compatible con el caso que Andrew Laeddis padezca un trastorno de tipo psicótico.
Los delirios y alucinaciones tendrían en este caso un carácter persecutorio (dado que se siente perseguido) y autorreferencial (el personaje se ve a sí mismo como un investigador que busca ayudar), y serían empleados por parte del protagonista como mecanismo inconsciente para evadirse de la realidad. Dentro de las psicosis, el conjunto de síntomas haría pensar en una esquizofrenia paranoide, si bien la elevada sistematización de los delirios podría indicar también en la opción de que padeciera un trastorno delirante.
Tratamientos visibles durante el film
A lo largo de la película se puede observar cómo eran aplicados en esta época distintos tipos de tratamientos psiquiátricos y psicológicos, algunos de los cuales se han refinado con el paso del tiempo.
El grueso de la película puede explicarse como un intento por parte de los doctores de forzar la vuelta a la realidad del paciente a través de la representación de las fantasías del paciente. Esta técnica tiene cierto parecido con el psicodrama, técnica en la que se pretende representar los conflictos psíquicos de los pacientes con el fin de ayudarles a afrontarlos e interiorizarlos. Sin embargo aplicar esta técnica en pacientes psicóticos resulta complejo y puede resultar contraproducente, pues puede reforzar sus delirios y empeorar la situación.
El tratamiento farmacológico de los problemas psicóticos es también visualizado en el propio Andrew Laeddis. El personaje en cuestión era tratado con clorpromazina, un antipsicótico que mantenía a raya las alucinaciones y los flashbacks. De hecho, como se explica en el film, los temblores y dolores de cabeza que el personaje sufre a lo largo de la película son producidos en parte por el síndrome de abstinencia a este fármaco. Al dejar de tomar la medicación, también reaparecen con fuerza flashbacks de su pasado y varias alucinaciones, como cuando conversa con la que considera la auténtica Rachel Solano.
El último tratamiento que se le aplica al protagonista es la lobotomía prefrontal, una técnica a través de la cual se extirpa o se cortan las conexiones de parte del lóbulo frontal. Siendo el lóbulo frontal el que rige las funciones ejecutivas, su ablación produce un estado de sedación continua y la limitación severa de las funciones mentales. Era empleado como última opción en los casos más graves y peligrosos. Con el tiempo sería reemplazada por el uso de otros psicofármacos.