La Terapia de Autocontrol de Rehm
La depresión mayor es uno de los trastornos mentales más frecuentes a nivel mundial, causando gran sufrimiento a quien lo padece y a su entorno. Debido a su elevada prevalencia y el elevado nivel de malestar vital e incapacitación que es capaz de provocar, han sido múltiples los planteamientos que han intentado darle una explicación y un tratamiento eficaces. Con el fin de tratar está condición se han elaborado numerosas terapias.
Una de las formas de psicoterapia más efectivas en el tratamiento de la depresión es la terapia de autocontrol de Rehm, a través de la cual se plantea mejorar la sintomatología a través del trabajo en diversos aspectos vinculados al autocontrol y autogestión.
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El problema a tratar: la depresión mayor
Se considera depresión mayor a la presencia continuada a lo largo del día, durante como mínimo dos semanas, de una serie de síntomas entre los que destaca la presencia de un estado de ánimo triste caracterizado por elevado afecto negativo y un bajo nivel de afecto positivo y/o falta de interés y placer ante estímulos y situaciones generalmente apetitivos para el sujeto, junto a otros elementos como alteraciones del peso o del sueño, pasividad vital, aislamiento progresivo, sentimientos de culpa o pensamientos suicidas.
Es frecuente que se sientan impotentes e indefensos ante los sucesos de la vida, estando en un estado de desesparación que reduce su participación en el medio y su actividad a nivel general.
Los síntomas propios de la depresión mayor suponen una severa afectación en el funcionamiento habitual de la persona, invalidándola o perjudicando su actuación en uno o varios dominios vitales. Supone asimismo una fuente de sufrimiento psíquico que hace que la persona que la padece sienta un malestar continuado en el tiempo. Es por ello que su tratamiento es de especial importancia, aún más teniendo en cuenta el elevado porcentaje de población que ha sufrido o ca a sufrir algún tipo de episodio depresivo a lo largo de su vida.
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La terapia de autocontrol de Rehm
Como hemos dicho, han sido múltiples las perspectivas y autores que han tratado el tema de la depresión mayor con el fin de explicarla e intentar tratarla con éxito. Uno de los múltiples tratamientos que se han elaborado para ello es la terapia de autocontrol de Rehm.
La terapia de autocontrol de Rehm es un tratamiento psicológico proveniente del paradigma cognitivo conductual y centrado específicamente en el tratamiento de la depresión. Se trata de una terapia de eficacia bien establecida basada en el concepto de autocontrol y la importancia que el autor le da a éste aspecto en la autogestión conductual. Y es que en el modelo del que parte, el origen de los síntomas depresivos puede encontrarse en un desequilibrio entre recompensas y castigos.
La depresión según el modelo de Rehm
La terapia de autocontrol de Rehm se basa en el modelo que el autor elaboró con el propósito de explicar el trastorno depresivo. Según dicho modelo, la depresión es principalmente causada por la falta de un refuerzo consistente de la conducta. Es decir, el principal problema se encuentra en que las personas deprimidas son incapaces de obtener elementos o estimulaciones positivas por parte del medio.
Sin embargo, el origen o el progresivo empeoramiento de esta falta de reforzadores puede hallarse en el hecho de que el individuo no es capaz de asegurar su conducta de manera que pueda obtenerlos, o que no es capaz de autogestionarse. Así, la persona con depresión tendría una serie de características internas que harían difícil el autocontrol y la adecuación del propio comportamiento a la realidad, de manera que ante la pérdida de refuerzo pueden desembocar en la sintomatología depresiva.
Así, el problema que conduce a la depresión es que el individuo no es capaz de gestionar adecuadamente la propia conducta. De este modo, el principal objetivo de esta terapia es la mejoría del estado del ánimo a través del desarrollo y entrenamiento de los diferentes aspectos del autocontrol.
Componentes del autocontrol
La terapia de autocontrol de Rehm se basa en el entrenamiento y fortalecimiento de una serie de habilidades de autocontrol básicas que en el sujeto deprimido tienden a ser deficitarias.
En concreto, Rehm considera que las personas controlan su conducta a través de tres procesos básicos: la automonitorización o autoobservación, la autoevaluación y el autorrefuerzo o autocastigo según la autoevaluación llevada a cabo.
1. Automonitorización
En las personas deprimidas, se puede observar como en los procesos de automonitorización se tiende a focalizar la atención en las consecuencias inmediatas de la conducta, además de que generalmente prestan más atención a la información negativa que a la positiva
2. Autoevaluación
Respecto a la autoevaluación, desde el modelo del que parte la terapia de autocontrol de Rehm esta se suele ver sesgada hacia lo negativo al crearse objetivos y metas exageradamente elevadas, que por norma general no pueden cumplirse. Ello, junto con la fijación en lo inmediato y en lo negativo, provoca que en general la persona se sienta frustrada.
3. Autorrefuerzo
Por último, debido a la imposibilidad de llevar a cabo los objetivos propuestos las personas deprimidas tienden a autocastigarse o, en su defecto, no ver reforzada su conducta ante la consecución de objetivos.
Perfil de la persona vulnerable a la depresión
Según este modelo las personas deprimidas tienden a ser perfeccionistas y excesivamente autoexigentes, creándose expectativas y metas muy elevadas que tienden a no ser realizables. Por este motivo, no suelen conseguir alcanzarlos, con lo que el incumplimiento de objetivos provoca que se auto-critiquen y castiguen.
El depresivo tendría pues altas tasas de autocastigo y bajas de reforzamiento, lo que a la larga provoca una disminución de la emisión de conductas que a su vez retroalimenta la ausencia de reforzamiento. Se tienden a focalizar en elementos negativos, cosa que provoca que se acaben evaluando a sí mismos de forma negativa y que el autoconcepto y autoestima se reduzcan. Es en estos aspectos en los que se va a centrar la terapia de autocontrol de Rehm con el fin de mejorar el autocontrol y suplir los déficits que inducen la vulnerabilidad al trastorno depresivo mayor.
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Estructura de la terapia de autocontrol
La terapia de autocontrol de Rehm se realiza a lo largo de doce sesiones, divididas en tres fases en las que se trabajan las tres habilidades que permiten el correcto autocontrol y autogestión.
1. Fase de autoobservación
Esta parte de la terapia es fundamentalmente cognitiva. A lo largo de las sesiones en que se lleva a cabo el terapauta ayuda y entrena al paciente en la toma de conciencia de la existencia de experiencias positivas y agradables, que el paciente deberá registrar y intentar asociar al estado de ánimo.
A través de esta fase se pretende hacer ver al paciente aspectos positivos o situaciones agradables y que disminuya la focalización en los aspectos negativos.
2. Fase de autoevaluación
Como hemos mencionado anteriormente, en la teoría de autocontrol de Rehm los individuos tienden a fijarse objetivos con estándares muy elevados, en general irrealizables, que acaban provocando sensaciones de impotencia y frustración.
Es por ello que en una segunda fase de la terapia el objetivo va a centrarse en enseñar al sujeto a fijarse metas más específicas, concretas y realizables de una forma realista. Con ello se pretende que los individuos lleguen a tener una autoevaluación positiva de las propias capacidades al poder alcanzar sus objetivos.
3. Fase de autorrefuerzo
La última de las fases de la terapia de autocontrol tiene que ver con el reforzamiento, el cual en sujetos que padecen depresión tiende a ser insuficiente. El trabajo se centra en entrenar al paciente en identificar diversos reforzadores que sean importantes para él, así como en aplicarlos de manera contingente según los objetivos que se marque se vayan cumpliendo.
Efectividad de la técnica
Si bien no se trata de una de las terapias más aplicadas debido a la predilección por otras técnicas también de tipo cognitivo-conductual, la terapia de autocontrol de Rehm es uno de los tratamientos que han demostrado un elevado nivel de efectividad, teniendo una eficacia bien establecida.
Además, diversos estudios demuestran que cada uno de los componentes o fases en los que se divide la terapia de autocontrol de Rehm resulta igual de efectivo por sí solo, siendo algunos de sus elementos aplicados en diferentes técnicas. Un ejemplo de ello es el programa cognitivo-conductual Action de Stark y Kendall para la depresión infantil, el cual se basa en la terapia de autocontrol y resulta eficaz en el tratamiento de las depresiones infantiles y adolescentes.
Referencias bibliográficas:
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