¿Cómo son las relaciones basadas en la dependencia emocional?
Las personas que experimentan esta alteración afectiva acostumbran a tener dificultades para detectar donde empiezan y terminan sus necesidades afectivas.
Al no visualizar los límites que se establecen entre ambos miembros de la pareja, la persona queda atrapada en una especie de limbo emocional en el cual puede terminar atrapado por un largo periodo de tiempo.
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Las características de la dependencia emocional en la pareja
Por lo general, el dependiente emocional tiende a sentirse atraído por personas dominantes o con rasgos narcisistas y, además, esta atracción suele ser mutua con este tipo de perfiles.
Al no haber realizado un correcto aprendizaje acerca de lo que supone tener una relación de pareja saludable, estos sujetos pueden verse envueltos en relaciones disfuncionales y de desigualdad en las que existe un juego de roles. Habitualmente, uno de los miembros de la pareja es el dominante, y el otro se someterá tomando uno posición de sumisión.
Existen algunos casos en los cuales estos roles se van alternando entre ambos sujetos, pero difícilmente llegan a percibirse como iguales, al contrario de lo que ocurre las relaciones de apego seguro.
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Señales de alerta
El inicio de la relación suele estar marcado por uno intensidad acentuada y un tanto desproporcionada. Los fuegos artificiales son la banda sonora de este encuentro.
No obstante, la persona que desarrolla este desajuste afectivo asociado a una relación empieza a entrar en un bosque encantado donde, paulatinamente, empezará a desdibujarse.
La persona dependiente suele quedar atrapada en una relación que, a medida que transcurre el tiempo, va dejando de aportar valor a su vida. Sin embargo, el sabor de boca que dejaron los fuegos artificiales del inicio de la relación provoca un deseo profundo de volver a experimentarlos.
Aunque la sensación de malestar pueda prolongarse en el tiempo, y el dependiente no es capaz de abandonar la relación, pues permanece con la esperanza de recuperar la intensidad experimentada anteriormente.
Al no encontrarla de manera positiva, va a tender a buscarla aunque sea de forma negativa, como por ejemplo a través de discusiones acaloradas y desproporcionadas.
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Una relación disfuncional que mantiene a las personas atrapadas
El narcisista y el dependiente comparten una carencia afectiva que suplen el uno con el otro. Así como el dependiente cree que necesita a otra persona para dejar de sentir el vacío permanente con el que está acostumbrado a vivir, el narcisista también necesita del otro para existir, puesto que suelen ser personas completamente vacías y que se nutren de la energía vital de los que le rodean.
El dependiente colma de amor incondicional a su narcisista con tal de que este no lo abandone y, de este modo, evita reconectar con el vacío emocional inherente en él.
La persona narcisista puede abusar del dependiente realizando juegos de poder y en algunas ocasiones, puede que tome una posición de sumisión si ve que puede extraer algún beneficio de esta manera. Las relaciones de dependencia emocional son peligrosas, ya que ambos miembros de la pareja corren el riesgo de perder su identidad como individuos y, además, pueden quedar enganchados a su pareja a la que suelen ver como un subministrador afectivo.
Los casos de violencia de genero reflejan en gran parte la dependencia de aquellas personas que se ven atrapadas en las garras de su maltratador o maltratadora que, posiblemente, esta última persona es alguien con carácter narcisista y con rasgos celotípicos.
En los casos más graves, ambos miembros de la pareja quedan completamente anulados por su compañero y pueden encontrar serias dificultades para romper ese círculo vicioso.
La dependencia emocional es comparable a la adicción que producen ciertas sustancias químicas en los drogodependientes; estas personas también comparten patrones conductuales similares, puesto que se activan los mismos procesos neurológicos que los que sufren una adicción a algún estupefaciente. Es habitual que cuando la persona consigue abandonar la relación, transite por un periodo de readaptación en el cual pueden aparecer sintomatologías derivadas de la abstinencia que supone la privación del subministrador afectivo.
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Las bases neuropsicológicas del problema
Generalmente, en los procesos de enamoramiento el cerebro segrega una serie de hormonas que son las causantes de que se produzca un apego sano y necesario hacia la pareja. Sin embargo, cuando hay un desajuste en este proceso, se produce un coctel hormonal que puede derivar en un enganche similar al que puede sentir un alcohólico con la bebida.
El dependiente suele ser una persona altamente demandante hacia su pareja, ya que por más que la otra persona le preste toda su atención, este nunca tiene suficiente y cada vez necesita más demostraciones afectivas.
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¿Qué se puede hacer?
Cada uno de nosotros merece disfrutar de una relación sana que le ofrezca un auténtico bienestar y que nos aporte seguridad emocional. La terminación de este círculo vicioso es un proceso complicado, pero no imposible.
Normalmente, estas situaciones se dan en personas que están marcadas por heridas emocionales profundas, y por eso, la clave para empezar a superar este desequilibrio afectivo es detectar la herida para posteriormente empezar a sanarla.
Una de las heridas más frecuentes que se esconden detrás de estas conductas es la herida emocional del abandono. La persona puede haber experimentado un abandono real en su etapa infantil e incluso es probable que no se haya vivenciado un abandono de manera real, sin embargo, el infante puede haberse sentido desamparado o tener la sensación de abandono de alguno de sus progenitores.
Esta herida se activa cuando la persona entra en contacto con su mundo emocional, dejando aflorar el dolor que emana y posteriormente creando estos patrones conductuales.
Antes de emprender una nueva relación es indispensable colmarnos de amor propio para después poder compartirlo con otra persona, pues no podemos entregar lo que no hemos cultivado previamente.
Aprender a estar solos y a disfrutar de nuestra propia compañía puede ser una experiencia reveladora si nos abrimos a ella sin oponer resistencia. Recuerda que en tu interior todavía existe el niño que un día fuiste, deseando ser colmado de amor y solamente tu eres el responsable de que lo reciba adecuadamente.