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Selacofobia (miedo a los tiburones): síntomas, causas y tratamiento


Si pensamos en algunos de los depredadores más temibles de los mares y océanos, probablemente la primera criatura que se nos venga a la mente sea el tiburón.

Se trata de una de uno de los depredadores más letales y eficaces del medio acuático, que ha prosperado desde hace millones de años. Son muchas las leyendas y mitos que nos hablan de sus poderosas mandíbulas y de su fama de devorador de hombres, algo que ha calado en nuestra sociedad y nos ha hecho cogerle cierto miedo.

Pero aunque no es extraño que exista inquietud y miedo ante la presencia de estas criaturas (al fin y al cabo son depredadores grandes), para algunos la mera posibilidad de que pueda haber algo que recuerde a ellos o incluso su visionado en fotografías puede llevara a la aparición de crisis de ansiedad. Estamos hablando de la selacofobia o miedo extremo a los tiburones.

La selacofobia como fobia específica

Recibe el nombre de selacofobia la fobia o pánico a los tiburones o escualos. Como fobia que supone la existencia de un miedo irracional o excesivo en relación al potencial peligro que puede suponer la aparición o existencia de un estímulo concreto. Dicho miedo genera un elevado nivel de ansiedad que tiende a provocar síntomas fisiológicos, cognitivos y emocionales.

Síntomas

El pavor generado por la posible presencia del estímulo, o bien de cualquier elemento asociado a él, puede llegar a provocar taquicardias, hiperventilación, hipersudoración y en algunos casos podría llegar a generar crisis de ansiedad (en el que podrían aparecer pensamientos de pérdida de control del propio cuerpo, de estar muriendo o de estar sufriendo un paro cardíaco).

Asimismo, este miedo y/o la anticipación de que el estímulo pueda aparecer genera la necesidad de escapar del estímulo que hace pensar en tiburones, o bien de evitar a toda costa cualquier situación o entorno en que pueda existir el riesgo de que aparezca el estímulo temido.

En el caso de la selacofobia, el miedo a los escualos forma parte de las fobias específicas vinculadas a los animales, y de hecho podría considerarse una subespecificación de la ictiofobia o fobia a los peces. Así pues el sujeto con esta problemática va a sentir un temor intenso ante la visión de escualos, tanto si es de manera directa en la naturaleza como si es a partir de películas o incluso mediante fotografías.

Cabe tener en cuenta que se trata de una fobia que tiene que ver con animales y en este caso uno peligroso, con lo que la existencia de cierta inquietud ante su presencia puede ser natural. Sin embargo, la reacción fóbica en el caso de la selacofobia resulta excesiva o se mantiene en situaciones en que no existe un peligro real de que puedan aparecer tiburones.

Afectación generada por la selacofobia

Aunque en el día a día y para la mayoría de las personas no es frecuente el contacto con escualos, la selacofobia puede tener importantes repercusiones en la vida diaria de la persona, especialmente en lo que se refiere a disfrutar de ocio en ámbitos acuáticos o a la hora de dificultar el desarrollo de determinadas profesiones.

El pavor a este tipo de animales genera que se evite no sólo a los tiburones en sí (que resultan difícil de encontrar en el día a día), sino que este temor puede generalizarse e incluir estímulos asociados, como movimientos de aletas sobre la superficie del agua, mandíbulas o dientes que recuerden a los de un escualo o incluso la visión o la idea de pasear por la costa, ir a la playa, bañarse o tomar el sol cerca del agua o incluso en algunos casos ver bañistas o inclusa una tabla de surf.

A nivel profesional, sujetos como biólogos marinos o socorristas pueden ver severamente limitada sus capacidades ante el miedo a tener que tratar con escualos. También surfistas y nadadores pueden terminar desarrollando un miedo generalizado al agua por asociación con el riesgo de ser atacado.

En este sentido, una fobia que puede aparecer como asociada a la selacofobia o a la ictiofobia es la talasofobia, o fobia al océano o a nadar en grandes extensiones de agua. En este caso la vinculación vendría dada por el hecho de que sería en este contexto en el que sería posible el contacto real con tiburones, lo que lo hace muy significativo y ansiógeno para el sujeto con selacofobia. Asimismo la presencia de pánico a los escualos puede contribuir a incrementar el miedo que generan las grandes extensiones de agua para los sujetos con talasofobia.

Causas del pavor a los tiburones

Las causas de la selacofobia no son por completo conocidas, si bien existen múltiples hipótesis e ideas al respecto, y se considera que no existe una única causa originaria si no que este pavor proviene de un cúmulo de factores.

Una de las hipótesis que se barajan al respecto es la teoría de la preparación de Seligman, la cual estipula que algunas fobias cuentan con un componente heredado filogenéticamente que nos facilita el temer a determinados estímulos.

Esta teoría suele asociarse al miedo a las arañas, a las serpientes o a los insectos, dado que nuestros antepasados tuvieron que aprender que algunas de esas criaturas eran peligrosas y podrían provocarles la muerte. Quienes los evitaran probablemente tendrían mayores oportunidades para sobrevivir, de manera que la tendencia a dicha evitación pudo transmitirse con facilidad.

Lo mismo ocurre con los tiburones. Aunque no son tan agresivos como la literatura y el cine en los dibujan y el número de muertes que provocan es relativamente bajo, lo cierto es que se trata de depredadores realmente poderosos y con potencial letal. Cuando nuestros antepasados empezaron a navegar por los mares y océanos, encontrarse con estos animales podría significar la muerte, con lo que el miedo puede haberse expandido de la misma forma.

Otro factor a tener en cuenta es la manera en que atacan a sus presas: por lo general los escualos atacan por debajo, desde las profundidades, de manera que muchas de sus presas no pueden ver venir el ataque. La sorpresividad y la incertidumbre de poder estar siendo acechado puede aumentar el nivel de miedo que genera acercarse a los entornos donde pueden existir estos animales.

Además de ello, otra posible explicación o factor a tener en cuenta es la existencia de algún evento traumático que tenga que ver con tiburones. Entre ellos puede encontrarse el haber sufrido un ataque o haber sido testigo de uno, de haber visto una muerte causada por un tiburón o la asociación circunstancial de uno de estos seres con un momento de gran dolor o sufrimiento.

En este sentido también cabe tener en cuenta el papel del cine (de hecho hubo un repunte de este tipo de fobia a causa de las películas de Tiburón) y la literatura novelesca, donde se dibuja la figura de estos seres como asesinos que persiguen devorar carne humana (una figura exagerada y errónea, ya que en su mayoría no atacan al ser humano salvo por error).

La exposición a este tipo de películas y documentos puede provocar un aprendizaje o asociación entre el escualo y la muerte o el dolor, que puede quedar fijado en un esquema cognitivo que despierte con algún tipo de evento estresante.

Tratamiento

La selacofobia es una condición que afortunadamente puede ser tratada con éxito en terapia. Por norma general las fobias suelen tratarse mediante terapia de exposición o desensibilización sistemática, las cuales se basan en la exposición al estímulo fóbico hasta que la ansiedad se reduzca por sí misma o bien mediante la habituación a realizar una conducta incompatible con esta.

Ambas técnicas suponen que el sujeto se enfrente al estímulo fóbico, si bien de manera gradual, y buscan no tanto la eliminación de la ansiedad y el miedo como la consecución de la capacidad para gestionarla de manera exitosa (algo que a la larga puede llevara su desaparición).

Para ello se establece una jerarquía de estímulos que generan diferentes niveles de ansiedad, que se negocian entre terapeuta y paciente y luego se ordenan en base al nivel de ansiedad que generan cada una de ellas. Poco a poco y empezando por aquellas que generan una ansiedad media, el sujeto se irá enfrentando a estímulos cada vez más ansiógenos (para pasar de un estímulo a otro el sujeto deberá notificar al menos en dos ocasiones consecutivas la reducción de la ansiedad a niveles mínimos o inexistentes).

Este tipo de exposición puede ser compleja de llevar a cabo en vivo, algo que podría llegar a complicar el tratamiento. Aún así si es posible realizar exposiciones a situaciones como pasear por la orilla de la playa, nadar o navegar en el mar o incluso acudir a un acuario a ver a estos animales.

Además de ello hoy en día el desarrollo tecnológico ha permitido que se puedan generar entornos inmersivos e interactivos mediante la utilización de la realidad virtual, lo que puede ayudar en gran medida a tratar la selacofobia u otras fobias cuyo estímulo fóbico resulta de difícil acceso. En ocasiones también se utiliza la exposición en imaginación, e incluso a veces resulta de utilidad la hipnosis.

Otro tipo de terapia relevante en estos casos es la terapia cognitivo conductual, concretamente la reestructuración cognitiva. Mediante esta pueden tratarse el conjunto de cogniciones, miedos, expectativas y creencias desadaptativas o disfuncionales que pueden generar o mantener el miedo.

También deberán tratarse aquellas situaciones que puedan haber creado el miedo, especialmente si estamos ante un evento traumático vivido por el sujeto. La información respecto a la peligrosidad de los tiburones y los mitos existentes respecto a ellos también deberían ser discutidos.

Las técnicas de relajación pueden ser de utilidad para aprender a controlar los niveles de ansiedad, además de poder ser utilizadas como respuesta incompatible a la ansiedad en la desensibilización sistemática. Finalmente, en caso de necesidad puede recurrirse a la utilización de fármacos ansiolíticos para rebajar la ansiedad en situaciones que generen niveles excesivos de ansiedad.

Referencias bibliográficas:

  • American Psychiatric Association. (2013). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Quinta edición. DSM-V. Masson, Barcelona.