Depresión doble: la superposición de síntomas depresivos
La palabra depresión es una vieja conocida no solo para el ámbito de la psicología, sino también para gran parte de la población general. Todos tenemos una idea más o menos aproximada de lo que implica (a pesar de que la mayoría de la población identifica con depresión cosas que no lo son).
Sin embargo, existen múltiples trastornos vinculados a este tipo de problema que pueden no ser tan conocidos, así como complicaciones de estos cuadros que pueden suponer un gran sufrimiento para quien los padece. Es el caso, por ejemplo, de la depresión doble.
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Algunos de los principales trastornos depresivos: la depresión mayor y la distimia
Dentro de los trastornos del estado del ánimo existen diferentes problemáticas que aparecen con sintomatología depresiva. Si nos circunscribimos únicamente a este tipo de síntomas (no teniendo en cuenta aquellos trastornos en que aparecen episodios maníacos o hipomaníacos), los trastornos más conocidos y prevalentes son dos: la depresión y la distimia.
Depresión mayor
La depresión mayor es el trastorno depresivo más conocido y frecuente, siendo el problema de salud mental más prevalente junto a los trastornos de ansiedad.
Se caracteriza por la existencia durante la mayor parte del tiempo casi todos los días a lo largo de al menos dos semanas de un estado de ánimo triste (en niños puede aparecer más bien como irritable) y/o la pérdida del interés o de la capacidad de sentir placer a través de actividades anteriormente motivadoras, junto con otros síntomas tales como alteraciones del sueño o de la alimentación, desesperanza, falta de concentración, enlentecimiento físico y mental y pérdida de energía y de apetito sexual. Tampoco es infrecuente que existan pensamientos de muerte y de suicidio.
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Distimia
En lo que respecta a la distimia estamos ante un trastorno muy semejante a la depresión aunque de menor intensidad, pero que por contra permanece durante largo tiempo o incluso se cronifica. Se mantiene un estado de ánimo triste durante la mayor parte del tiempo al menos durante dos años, apareciendo con frecuencia desesperanza, problemas de alimentación y sueño, fatiga y baja autoestima.
Aunque la gravedad de los síntomas es menor que en la depresión en sí, el hecho de que la distimia se prolongue en el tiempo provoca un mayor nivel de insatisfacción vital. Sin embargo existe un menor nivel de interferencia en las actividades habituales, el sujeto no presenta anhedonia ni enlentecimiento y no suelen tener pensamientos de muerte.
Aunque existen otros problemas depresivos, estos dos son algunos de los más importantes e invalidantes. La depresión mayor tiene mayor gravedad pero resulta más temporal mientras que la distimia es menos grave pero dura mucho más tiempo o puede llegar a cronificarse (de hecho actualmente se denomina trastorno depresivo persistente). Sin embargo en ocasiones podemos encontrar que una persona con distimia súbitamente tiene un empeoramiento de su sintomatología, generalmente por alguna causa externa que exacerba sus síntomas, pudiendo ser diagnosticado de depresión doble.
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¿Qué es la depresión doble?
Se denomina depresión doble a aquella situación en la que en un sujeto que padece distimia aparecen por algún motivo episodios de depresión mayor, superponiéndose a su sintomatología habitual.
Es una complicación grave de la distimia, ya que supone que en una persona con un estado anímico bajo y con una serie de complicaciones ya de base sufra un momento de mayor debilidad, pierda la esperanza y las ganas de hacer cosas o deje de sentir placer. Además el hecho de que la distimia se prolongue en el tiempo facilita que a la larga se pierda apoyo social y ya antes del episodio depresivo mayor haya un nivel de actividad disminuida.
Recapitulando a partir de lo anteriormente escrito, tenemos a una persona que ha estado padeciendo durante al menos dos daños tristeza, baja autoestima, problemas de alimentación como pérdida de apetito y/o de sueño como el insomnio y una sensación de falta de esperanza en el futuro en la que además de ello aparece una depresión mayor, acentuando los anteriores síntomas y agregando un déficit en la capacidad para sentir motivación o placer y generando una gran interferencia en su día a día en ámbitos como el laboral o el personal.
Estas personas suelen recuperarse antes de los episodios depresivos mayores que aquellas que no padecían una distimia previa, debido a la existencia de cierta habituación, pero sin embargo es mucho más frecuente que vuelvan a sufrir recaídas ya que siguen padeciendo la distimia.
Causas
Las causas de la depresión doble pueden ser múltiples. Se ha discutido que la causas de la depresión puede encontrarse en factores biológicos como la presencia de un déficit de serotonina y/o dopamina o por factores ambientales tales como un refuerzo insuficiente de la propia actividad y/o por la existencia de expectativas irrealistas y de esquemas de pensamiento con sesgos perceptivos que generan la tendencia a considerar negativamente a uno mismo, al mundo y al propio futuro.
La existencia de una distimia tiende a ir asociada al padecimiento continuada de elementos estresantes, generalmente junto a aislamiento social. Es muy habitual que exista algún problema de salud (sea física o mental) crónica. También existe cierto componente hereditario al observarse la existencia de varios casos de trastornos afectivos dentro de las mismas familias (si bien en parte pueden deberse al aprendizaje).
La aparición de episodios de depresión mayor dentro de un trastorno distímico puede estar vinculado a la aparición de algún estresor o situación generadora de malestar y tristeza, el consumo de drogas o simplemente la persistencia de los síntomas de la distimia.
Tratamiento
El tratamiento de la depresión doble es prácticamente idéntico al de la depresión y la distimia. Se trata con mayor facilidad la depresión mayor, puesto que la distimia a menudo se vive por parte del paciente como su funcionamiento o modo de proceder habitual. Sin embargo el tratamiento de ésta y de la depresión doble es igualmente posible, a menudo mediante una combinación de tratamientos psicológicos y farmacológicos.
Tratamiento con fármacos
En lo que respecta a la psicofarmacología es habitual el uso de antidepresivos, siendo especialmente utilizados en la actualidad los ISRS de cara a disminuir la recaptación de serotonina y facilitar su actuación en el encéfalo.
Psicoterapia
En lo psicológico se dispone de una amplia variedad de metodologías eficaces provenientes de muy diversas corrientes teóricas. Se recomienda la negociación con el paciente sobre la realización de tareas graduadas que puedan poner a prueba al sujeto pero que tengan una alta probabilidad de éxito, de manera que el sujeto vaya viendo que tiene éxito y vaya aumentando su autoconcepto.
La realización de actividades placenteras y ensayos cognitivos de las situaciones que pueden costarle pueden ser de gran utilidad. A nivel cognitivo se recomienda primero registrar las ideas del sujeto y el tipo de pensamientos que tiene para ir acercándose a las creencias nucleares que generan y mantienen el sufrimiento y la tristeza, parar posteriormente mediante la reestructuración cognitiva para modificar posibles creencias disfuncionales. Se puede aplicar terapia grupal. Se busca aumentar la autoestima y también puede ser de utilidad mejorar las habilidades sociales de los afectados.
Por último el uso de terapias expresivas y emocionales puede contribuir a que el paciente se libere de sensaciones angustiantes y pueda encontrar alivio en ello a la par que aprende a gestionarlas de manera exitosa. Ejemplos que podrían funcionar son la proyección temporal o la silla vacía.
Referencias bibliográficas:
- American Psychiatric Association. (2013). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Quinta edición. DSM-V. Masson, Barcelona.