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Las 70 mejores frases de Eduardo Mendoza


Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943) es un célebre escritor español. Sus novelas, con un estilo sencillo y dirigidas a todos los públicos, han sido grandes ventas.

Eso sí, la calidad de sus relatos es siempre un requisito indispensable, y tanto crítica como público consideran a Eduardo Mendoza como uno de los literatos por excelencia de finales del siglo XX y principios del XXI.

Frases célebres de Eduardo Mendoza

Con obras de la talla de La verdad sobre el caso Savolta, Sin noticias de Gurb o El año del diluvio, la obra de Eduardo Mendoza también abarca el ensayo y el teatro.

Con el artículo de hoy queremos rendir un pequeño homenaje a este autor de la mano de las mejores frases de Eduardo Mendoza.

1. Eran días de irresponsable plenitud, de felicidad imperceptible…

Fragmento poético de La verdad sobre el caso Savolta.

2. Es propio de la naturaleza humana flaquear cuando los sueños empiezan a materializarse.

Una reflexión que debemos tomar en consideración.

3. Que todos los allí encerrados perciben claramente la locura de los demás pero ninguno la propia…

Fragmento de La aventura del tocador de señoras.

4. Lo reducido del local le ahorraba gastos de limpieza y mobiliario.

Fragmento de La verdad sobre el caso Savolta.

5. Antepasados y descendientes son importantes. Pasado y futuro. Sin pasado y futuro, todo es presente, y presente es fugaz.

Sobre el tiempo y sus límites.

6. Tú no sabes quién era Franco, con él no había libertades ni justicia social, pero daba gusto ver la televisión.

Una genial reflexión sobre la época de dictadura en España.

7. Haga como yo: aproveche ventajas de ser viejo. Yo no soy viejo. Vaya practicando. Secreto para llegar muy viejo es envejecer muy pronto.

A tener en cuenta para el futuro.

8. Simbolizó mejor que nadie el espíritu de una época que hoy ha muerto un poco con él.

Fragmento de La ciudad de los prodigios.

9. ¿Y que todo esto lo consiguió solo y sin ayuda, partiendo de cero a base de coraje y voluntad?

El Instituto Cervantes, sobre la figura de Eduardo Mendoza.

10. Se preguntarán ustedes cómo he podido tener tanto éxito con los hombres sin valer gran cosa. No tiene mérito. Los hombres son muy exigentes a la hora de emitir juicios estéticos sobre las mujeres, pero a la hora de la verdad, se conforman con cualquier cosa. Cuando descubrí esto, mi vida se volvió mucho más interesante. No me importa admitir que he utilizado a los hombres.

Otro párrafo de La aventura del tocador de señoras.

11. Por suerte una propina soluciona cualquier problema de un modo satisfactorio. En este país todo se arregla con una buena propina. Cuando llegué me costaba entenderlo pero ahora me parece un sistema magnífico: permite mantener los sueldos bajos y al mismo tiempo escenifica la jerarquía. El trabajador cobra la mitad y la otra mitad se la tiene que agradecer al amo redoblando su servilismo.

Sobre la ciudad de Madrid.

12. Paquita debía de haber sobrepasado ligeramente la edad en que una hija de buena familia, especialmente si es agraciada, inteligente y salerosa, está casada o, cuando menos prometida. De lo contrario, como era a todas luces el caso presente, la interesada solía afectar mojigatería o exagerar una desenvoltura y una independencia que no dejaran dudas sobre la voluntariedad de su soltería.

Otro fragmento de Riña de gatos.

13. Lo cierto es, por si algún lector se incorpora al recuento de estas andanzas sin conocimiento previo de mis antecedentes, que en el pasado estuve recluido injustamente, aunque esto ahora no venga a cuento, en un centro penitenciario para delincuentes con trastornos mentales y que dicho centro lo regentaba con carácter vitalicio y métodos poco gentiles el doctor Sugrañes.

El enredo de la bolsa y la vida.

14. Lo único que puedo asegurar es que en ninguna ocasión, ni siquiera en los más críticos bretes, he visto, conforme suele contarse, pasar ante mí mi vida entera como si fuera una película, lo que siempre es un alivio, porque bastante malo es de por sí morirse para encima morirse viendo cine español.

De la misma obra que el fragmento anterior.

15. Dedicó toda su conferencia a un solo cuadro: La muerte de Acteón. No era una de las obras expuestas en el Louvre, ni en ningún otro museo. Por lo visto pertenecía y seguramente aún pertenece a un afortunado particular. (...) el profesor fue mostrando los diferentes detalles de ese curioso episodio mitológico.

De la misma obra que la anterior, sobre un cuadro con detalles únicos.

16. Desde hacía unos años, y tras unos inicios algo accidentados, de los que en su día deje constancia escrita, regentaba una peluquería de señoras a que, de un tiempo a esta parte, solo acudía con admirable regularidad un empleado de la Caixa para reclamar las cuotas atrasadas de sus sucesivos créditos.

El misterio de la cripta embrujada.

17. Los hombres son más obtusos: el dinero y el fútbol les tienen bloqueados el hipotálamo y no les circulan los fluidos vitales. En cambio las mujeres, en cuanto desconectan el móvil, liberan los poderes de la mente y a la que te descuidas ya han alcanzado la percepción extrasensorial.

Un retrato del mundo actual.

18. La vida me ha enseñado que tengo un mecanismo insertado en algún lugar impermeable a la experiencia que me impide hacer cuanto pudiera redundar en mi provecho y me fuerza a seguir los impulsos más insensatos y las más nocivas tendencias naturales…

Mendoza, presa de los deseos carnales.

19. Lo único que no sobraba era el dinero para pagar a tanta gente ni a los proveedores de materias primas. Madrid, según frase acuñada por un periódico satírico de la época, tenía sujetos los cordones de la bolsa con los dientes.

Otra reflexión sobre la actividad comercial en la capital de España.

20. Los seres humanos, a semejanza de los insectos atraviesan por tres fases o etapas de desarrollo: niños, currantes y jubilados. Los niños hacen lo que se les manda, los currantes también, pero con retribuidos por ello, los jubilados perciben unos emolumentos, pero no se les deja hacer nada…

Sobre las etapas de la vida.

21. Somos más dados a trabajar con ahínco y a ser dicharacheros, desprendidos, modestos, corteses y afectuosos y no desabridos, egoístas, petulantes, groseros y zafios, como sin duda seríamos si para sobrevivir no dependiéramos tanto de caer en gracia.

Sobre la naturaleza bondadosa del ser humano.

22. La gente era infeliz antes de que yo naciera y lo seguirá siendo cuando yo haya muerto. Verdad es que he causado la desgracia de algunos, pero: ¿He sido yo el verdadero causante de esa desgracia o un mero agente de la fatalidad?

Otra reflexión de La ciudad de los prodigios.

23. El lenguaje de los seres humanos es trabajoso y pueril... Hablan largamente y a gritos, con acompañamiento de ademanes y muecas horribles. Aun así su capacidad de expresión es limitadísima, salvo en el terreno de la blasfemia y la palabra soez…

Ruido en vez de argumentos.

24. No sé cuándo me enamoré de ti ni cómo sucedió tal cosa, porque trato de recordar y me parece que te he querido siempre y trato de entender y no encuentro razón en el mundo para no amarte.

Una bonita declaración de amor.

25. Éste no es un país pobre. Este es un país de pobres. En un país pobre, cada cual se arregla como puede con lo que tiene. Aquí no. Aquí cuenta lo que uno tiene o deja de tener.

Sobre España y sus miserias.

26. Era admirable ver como aquellos potentados, tan duramente golpeados por la crisis financiera como acababa de saber leyendo un periódico, seguían manteniendo la apariencia de derroche y jolgorio con el único fin de no sembrar el desaliento en los mercados bursátiles.

Sobre el mercado de valores.

27. La primera vez vine atraído por la novedad. Leí el aviso en la prensa y me dije: Fulgencio, aquí tienes a una compañera de desgracias: fuera de su elemento, expuesta al escarnio público por un puñado de plata.

Fragmento de Tres vidas de santos.

28. Los diarios no hablaban más que de esto. Cada uno de los visitantes, al volver a su país, decían, queda convertido en un apóstol y propagador de cuanto ha visto, oído y aprendido.

Otro gran párrafo de La ciudad de los prodigios.

29. Ay, Barcelona, dijo con la voz rota por la emoción, ¡Qué bonita es! ¡Y pensar que cuando yo la vi por primera vez de todo esto que vemos ahora no había casi nada!

Sobre su ciudad natal, Barcelona.

30. Al final -concluyó con abatimiento-, ya no sabía qué estaba haciendo allí. Sólo sabía que, fuera lo que fuese, no tenía el menor sentido. -Esto que acabas de describir -le dije- se llama trabajar.

Una situación absurda.

31. Porque los catalanes siempre hablan de lo mismo, es decir, de trabajo... No hay en la Tierra gente más aficionada al trabajo que los catalanes. Si supieran hacer algo, serían los amos del mundo.

Una frase bastante punzante contra la mentalidad del pueblo catalán.

32. Los españoles hablan por los codos. Yo mismo lo estoy haciendo, ya ve usted. Guardó un instante de silencio para demostrar que podía poner coto al vicio nacional y luego prosiguió bajando la voz.

En este fragmento nos habla sobre la idiosincrasia española.

33. A la mesa se sentaba una anciana de rostro apergaminado, tan menuda y abrigada que costaba distinguirla de los cojines y gualdrapas repartidas irregularmente por la pieza para disimular el deterioro del mobiliario.

Riña de gatos.

34. Prefiero la barbarie de un inquisidor dispuesto a quemar un cuadro por juzgarlo pecaminoso, a la indiferencia de quien sólo se preocupa de la datación, los antecedentes o la cotización de ese mismo cuadro.

Una cuestión de principios.

35. A lo largo de mi existencia me he visto obligado a resolver algunos misterios, siempre forzado por las circunstancias y sobre todo por las personas cuando en manos de estos estaban aquellos.

Autobiográfica frase.

36. (...) Occidentales son malos matemáticos. Mira Europa. Por arrogancia pasan de ser conjunto de provincias en guerra y convertirse en imperio. Cambió moneda nacional por euro y ahí empezó decadencia y ruina.

Una de esas frases de Eduardo Mendoza en que explica algunas características culturales.

37. La filosofía y la religión están muy bien, claro, pero son para los ricos, y si uno es rico, ¿Para qué quiere la filosofía y la religión?

Curioso razonamiento.

38. La experiencia me ha enseñado que, en una investigación como la que yo estaba llevando a cabo, poco se consigue con la fuerza o con la audacia y mucho con la perseverancia.

Ser constante es el mejor camino.

39. En realidad soy yo quien ha perdido. Yo creía que siendo malo tendría el mundo en mis manos y sin embargo me equivocaba: el mundo es peor que yo.

Pequeño fragmento de La ciudad de los prodigios.

40. José Antonio es inconsistente, el partido no tiene programa ni base social, y su famosa elocuencia consiste en hablar con salero sin decir nada concreto…

Madrid, 1936.

41. Durante siglos tuvimos dominación extranjera y pasamos hambre que te cagas. Ahora hemos aprendido lección, hemos sabido aprovechar oportunidad y nos hemos hecho amos de medio mundo.

Sobre la miseria ética en El enredo de la bolsa y la vida.

42. Retórica oriental, demasiado sutil, lo reconozco. A menudo no sabes de lo que están hablando y ya te la han metido, como decía Sun Tzu.

Sarcástica frase para tener muy en cuenta.

43. Con el mismo gusto me habría zampado una ración de sardinas, pero también a eso hube de renunciar porque gastar dinero no entraba en mi presupuesto.

Sobre las miserias de sus primeros años.

44. Tenía un grueso labio inferior, colgante y húmedo que incitaba a humedecer en él el dorso engomado de los sellos.

Describiendo a uno de los personajes de La verdad sobre el caso Savolta.

45. La primavera se anunciaba insuflando en el aire esa fragancia que tiene algo de vértigo placentero de la locura…

Del mismo libro que el fragmento anterior.

46. Tenía una confianza sin límites en su capacidad de sobreponerse a cualquier contrariedad y de sacar provecho de cualquier obstáculo.

Una de sus obras para jóvenes más leídas: Sin noticias de Gurb.

47. (...) Este hecho había sido ya comentado en los periódicos de la capital. Estos mismos periódicos habían llegado a la conclusión penosa pero incuestionable de que así había de ser. Las comunicaciones entre Barcelona y el resto del mundo, tanto por mar como por tierra, la hacen más apta que ninguna otra ciudad de la Península para la atracción de forasteros, dijeron.

Fragmento de La ciudad de los prodigios.

48. María Rosa Savolta examinó con severa mirada la contradictoria figura de la criada. ¿Qué hacía aquel ser de rudeza esteparia y garbo de dolmen, chato, cejijunto, dentón y bigotudo en un salón donde todos y cada uno de los objetos rivalizaban entre sí en finura y delicadeza? ¿Y quién le habría puesto aquella cofia almidonada, aquellos guantes blancos, aquel delantal ribeteado de puntillas encañonadas? Se preguntó la señora.

Un misterio por resolver.

49. Este galardón es una muestra de éxito, y el afán de éxito es descabellado. Antes de ser alcanzado, el éxito no existe, sólo es motivo de ansiedad; pero cuando llega es peor: después de obtenido, la vida no se detiene y el éxito la ensombrece; nadie puede repetir constantemente el éxito y al cabo de muy poco el éxito se convierte en una pesada carga; se necesita de nuevo, constantemente, pero ahora a sabiendas de su inutilidad.

A tener muy en cuenta.

50. Creía que quienes me querían mal no osarían atentar contra mi integridad a plena luz y en lugar concurrido, sino que tratarían de atraerme a donde pudieran llevar a cabo sus nocivos propósitos con toda discreción. Tenía, por lo tanto, que evitar la soledad y la noche. Lo primero me había de resultar relativamente fácil y lo segundo absolutamente imposible, de no mediar un milagro celestial que ni mis creencias ni mi conducta pasada me autorizaba a impetrar.

Sobre los enemigos y cómo tratarlos.

51. A todos nos cuesta reconocer que en un instante ya irrecuperable lo apostamos todo a una sola vuelta de la ruleta antes de aprender las reglas del juego. Yo también creí que la vida era otra cosa. Luego se sigue jugando, se gana y se pierde alternativamente, pero ya nada es igual: las cartas ya están marcadas, los dados están cargados y las fichas sólo cambian de bolsillo mientras dura la velada. La vida es así y es inútil calificarla de injusta a posteriori.

Una frase para tomarse la vida con calma.

52. Un criminal no es un héroe, sino un ser abyecto que abusa de la debilidad del prójimo. Yo estaba destinado a seguir este camino hasta el más triste de los desenlaces si el encuentro casual con la literatura no hubiera abierto una grieta por la que pude salir a un mundo mejor. Nada más tengo que añadir. La literatura puede rescatar vidas sombrías y redimir actos terribles; inversamente, actos terribles y vidas degradadas pueden rescatar a la literatura insuflándole una vida que, de no poseerla, la convertiría en letra muerta.

Literatura en estado puro, de la pluma de Eduardo Mendoza.

53. (...) Velázquez pintó este cuadro al final de su vida. La obra cumbre de Velázquez y también su testamento. Es un retrato de corte al revés: representa a un grupo de personajes triviales: niña, sirvientas, enanos, un perro, un par de funcionarios y el propio pintor. En el espejo se refleja borrosa la figura de los Reyes, los representantes del poder. Están fuera del cuadro y, por consiguiente, de nuestras vidas, pero lo ven todo, lo controlan todo, y son ellos los que dan al cuadro su razón de ser.

Madrid, 1936.

54. El autor del presente artículo y de los que seguirán se ha impuesto la tarea de desvelar en forma concisa y asequible a las mentes sencillas de los trabajadores, aún los más iletrados, aquellos hechos que, por haber sido presentados al conocimiento del público en forma oscura y difusa, tras el camuflaje de la retórica y la profusión de cifras más propias al entendimiento y comprensión del docto que del lector ávido de verdades claras y no de entresijos aritméticos, permanecen todavía ignorados de las masas trabajadoras que son, no obstante, sus víctimas más principales.

Otro fragmento de La verdad sobre el caso Savolta, su obra magna.

55. Queda el ejército, claro. Pero Azaña lo conoce bien: no en vano ha sido ministro de la Guerra. Sabe que los militares, bajo su apariencia terrible, son inconsistentes, volubles y maleables; por un lado amenazan y critican y por otro lloriquean para conseguir ascensos, destinos y condecoraciones; se pirran por las prebendas y son celosos de las ajenas: todos creen que otro con menos méritos les ha pasado por delante; en suma, que se dejan camelar como niños. (...) Todas las armas (Artillería, infantería, ingenieros) están a matar entre sí, y basta que la Marina haga una cosa, para que la aviación haga la contraria.

Sobre el Madrid de la primera mitad del siglo XX.

56. No son rumores fiables, porque procede, como siempre, de personas envidiosas o fantasiosas o estúpidas, o las tres cosas a la vez, pero el mero hecho de que a estas personas se les haya ocurrido semejante infundio indica que la verdad no debe de andar muy lejos de la mentira.

Nunca hay que dar crédito a un rumor.

57. El camarero llevaba la cara pintada de negro de resultas del continuo restañar el sudor con el trapo de secar la cristalería.

Descripción contenida en El enredo de la bolsa y la vida.

58. Cuidado con las orejas -dije a modo de colofón-; siempre aparecen donde uno menos las espera.

Extracto de uno de sus libros.

59. De aquella época recuerdo que arrojaba con alegría el tiempo por la borda, en la esperanza de que el globo alzara el vuelo y me llevara a un futuro mejor.

Sobre sus tiempos mozos.

60. Siempre se piensa mejor con el estómago lleno, dicen los que tienen estómago.

Frase irónica que invita a la reflexión.

61. ¿Y qué es la verdad? Unas veces lo contrario de la mentira; otras veces, lo contrario del silencio.

A veces solo gritar encarna la realidad.

62. El sentimiento es la raíz y el sustento de las ideas profundas.

Frase filosófica sobre las emociones.

63. Ninguna conducta humana necesita precedentes para ser posible.

La cultura lo es todo, en algunas ocasiones.

64. Las vocaciones tempranas son árboles con muchas hojas, poco tronco y menos raíz.

Gran prosa poética.

65. En la clase de literatura nos enseñaron algunas cosas que entonces no me sirvieron de mucho y hoy me han servido de poco.

Desgraciadamente, el interés por el arte y la literatura no puede ser explicado ni enseñado.

66. Alguna vez me he preguntado si Don Quijote estaba loco o si pretendía estarlo para transgredir las puertas de una sociedad pequeña, zafia y encerrada en sí misma.

Los límites de la locura y la cordura.

67. Yo quería hacer como Alonso Quijano: correr mundo, tener amores imposibles y deshacer entuertos.

Como el famoso personaje de Cervantes.

68. Hay otro tipo de humor en la escritura de Cervantes, que no está tanto en la escritura o en los diálogos como en la mirada del escritor.

Otra reflexión sobre la obra del manchego.

69. Yo creo ser un modelo de sensatez y creo que los demás están como una regadera, por este motivo vivo perplejo y atemorizado por cómo está el mundo.

Sobre su visión de las cosas.

70. Una novela es lo que es: ni la verdad ni la mentira.

Ni ficción, ni realidad, sino un término medio.