Beneficios del enfoque cognitivo-conductual ante la adicción a la cocaína
La cocaína es una sustancia cuyo consumo produce un desgaste físico, psicológico y social muy potente en quienes cae en una dinámica de dependencia y drogadicción. No es solo que la entrada en el cuerpo de esta droga genere daños en el cuerpo; además, hace que la persona interiorice una serie de hábito y patrones de comportamiento que hacen que el problema se agrande cada vez más, haciendo que el uso de cocaína pase a ser el principal incentivo que ofrece el día a día.
Por suerte, desde la psicología existen varias herramientas que permiten superar la adicción, y de entre ellas, destaca la terapia cognitivo-conductual. En este artículo veremos cómo la intervención psicológica basada en el enfoque cognitivo-conductual se usa ante la adición a la cocaína.
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Las características de la adicción a la cocaína
De entre las drogas duras de uso ilegal, la cocaína es la más consumida a nivel mundial. Esto es en parte porque, a pesar de ser comercializada de manera clandestina, su consumo es relativamente frecuente no solo en clases bajas sino también en medias y altas, y además, no se usa únicamente en contextos de ocio y noches de fiestas, sino que también se consume en contextos vinculados al trabajo y la actividad profesional en general (por sus efectos estimulantes). Por otro lado, al contrario de lo que ocurre con el cannabis, cuenta con una base de consumidores habituales que no se reduce casi únicamente a gente joven.
Pero que sea una droga tan popular no implica, ni mucho menos, que sus efectos dañinos sobre el organismo y sobre el comportamiento sean poco significativos. Esta sustancia atraviesa la barrera hematoencefálica tras circular por el torrente sanguíneo y, desde ahí, pasa al sistema nervioso central.
Ahí afecta sobre todo a las neuronas del área tegmental ventral y, desde ahí, influye mucho en el núcleo accumbens, una parte del cerebro que forma parte del llamado sistema de recompensa, el cual es capaz de generar la experiencia de gratificación que nos lleva a querer repetir determinadas acciones para volver a vivir las consecuencias placenteras que producen. En concreto, la cocaína hace que, mientras está presente ne el cuerpo, las células neuronas del núcleo accumbens estén más expuestos a la dopamina, un neurotransmisor conocido por potenciar la activación del cerebro.
Pero esta no es la única manera en la que la cocaína altera el funcionamiento del organismo, y las distintas ramificaciones del “efecto dominó” que produce la entrada de la droga en el cuerpo son muy variadas y complejas, y son únicas dependiendo de la persona de la que se trate. Así, esta droga tiene múltiples “efectos secundarios”; algunos de ellos son relativamente frecuentes en todas las personas que la toman, y otras son inesperadas.
Entre los síntomas y los efectos dañinos del consumo de cocaína que se producen habitualmente, cabe destacar los siguientes:
- Aceleración el pulso.
- Irritabilidad.
- Aumento de la temperatura corporal.
- Aumento de la sensibilidad a la luz.
- Temblores.
- Aumento de la tendencia a la impulsividad.
- Pensamientos paranoicos.
- Aumento de las conductas asociadas a la extraversión y a las ganas de socializar.
La intoxicación por cocaína puede generar desde comportamientos erráticos y descontrolados en los casos relativamente lees, hasta la muerte por paro cardíaco en los casos más graves.
Además de esto, la cocaína daña el sistema digestivo si se consume oralmente, y el sistema respiratorio si se consume fumada o inhalada.
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Así es el enfoque cognitivo-conductual en el tratamiento de la adicción a la cocaína
El enfoque cognitivo-conductual se fundamenta en la idea de que para fomentar la aparición de cambios a mejor en la calidad de vida de las personas, es importante actuar tanto en su manera de interactuar con su entorno mediante acciones observables, como en su manera de gestionar sus procesos psicológicos internos. Es decir, que la terapia cognitivo-conductual actúa a través de dos vías principales: modificando maneras de comportarse objetivamente, y modificando maneras de interpretar el mundo, de sostener creencias e ideas, y de gestionar emociones.
Las principales características de esta clase de terapia usada ante los pacientes adictos a la cocaína son las siguientes.
1. Psicoeducación
Sobre todo en la fase inicial de la terapia cognitivo-conductual, es frecuente que se realice psicoeducación, explicando de manera didáctica todo lo que hay que saber acerca del trastorno que se padece. Esto es importante para que el paciente comprenda todas las implicaciones de lo que le ocurre, y que sepa que puede pasar página.
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2. Detección de patrones de conducta problemáticos
Para afrontar el problema de la adicción a la cocaína, hay que comprender sus partes fundamentales, y saber distinguirlas en la vida cotidiana para reconocerlas rápidamente en el momento en el que se dan. Buena parte de estos elementos psicológicos que “alimentan” la adicción y la mantienen funcionando son maneras de relacionarse con los demás y de relacionarse con el entorno.
En esta parte de la terapia se ayuda al paciente a reflexionar sobre su vida y a reconocer como problemáticas ciertas rutinas y hábitos, como por ejemplo mantener siempre una reserva de droga en el cajón del escritorio en el que trabaja, o mantener en la cartera una tarjeta de crédito caducada solo para hacerse rayas de cocaína.
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3. Detección de procesos psicológicos internos problemáticos
Estos pueden ser divididos en dos grupos: creencias que refuerzan la presencia de la adicción en el día a día del paciente, y pensamientos y emociones que desencadenan el consumo de cocaína en el momento en el que emergen en la consciencia (o que hacen aumentar el riesgo de recaídas).
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4. Ayudar al paciente a mejorar su autoestima y autoeficacia
Reforzar la capacidad del paciente de respetarse a sí mismo y valorar sus logros es básico para que se implique en el proceso y no se rinda, así como para que sienta la satisfacción por las metas conseguidas y estas sirvan como elemento motivador (de otro modo, atribuiría estos logros a la suerte o a la influencia de otras personas). Por ello, en psicoterapia se aplican estrategias para reforzar la autoestima y la autoeficacia, siendo esta última la capacidad de tener una noción realista de lo que uno mismo puede llegar a conseguir.
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5. Crear un plan de rutinas con incentivos ajenos a la droga
Por otro lado, en terapia cognitivo-conductual se crea un plan de nuevas rutinas y hábitos personalizado, que permite que el paciente tenga nuevas fuentes de satisfacción y motivación no solo fuera del consumo de cocaína, sino también fuera de los contextos sociales en los que todo gira alrededor de la droga.
6. Apoyo a la gestión de las emociones
Durante el proceso de dejar atrás la cocaína y afrontar una nueva manera de vivir es normal que surjan nuevos miedos, un sentimiento de culpa por ver en retrospectiva la vida de descontrol que se ha llevado, etc. Por ello, los psicólogos ayudan a que los pacientes gestionan adecuadamente estos sentimientos y emociones, sin dejar que se transformen en obstáculos y hagan aumentar el riesgo de recaídas.
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7. Apoyo al establecimiento de relaciones personales
Las relaciones o los demás so una dimensión fundamental para superar las adicciones. Si la persona se siente muy sola, estará mucho más expuesta a la posibilidad de recaer. Y del mismo modo, a muchas personas les cuesta intentar hacer amigos o encontrar pareja al no saber qué y cómo explicar acerca de sus vidas con consumo de drogas.
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