Las mejores herramientas para potenciar la asertividad
La asertividad es la capacidad, que todos podemos desarrollar, de expresar una opinión, deseo o necesidad sin agredir al otro.
Cuando nos relacionamos con los demás, son muchas las situaciones en las que tenemos que decir no, poner límites o mostrar desacuerdo. Para ello es necesario el reconocimiento de nuestras emociones y su correcta expresión, sin por ello violentar a los demás. En este artículo queremos hablar de las herramientas que ayudan a desarrollar una comunicación más asertiva.
En Avance Psicólogos hemos observado que la mayoría de las veces titubeamos más, cuando se trata de decir no a los demás, en situaciones en las que tenemos que responder ante alguien agresivo, y a la hora de pedir favores, de ahí que queramos centrarnos en estos aspectos y desarrollarlos, pero no sin antes entender por qué nos cuesta ser asertivos y tratar de averiguar ¿cómo de asertivo/a eres tú?
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Las dificultades para ser asertivos
A veces se tiene la impresión de que decir "no" a alguien puede generar un conflicto o el rechazo de nuestro interlocutor, y no necesariamente es así. En otras ocasiones impera la desconfianza, y pensamos que hay que defenderse de los otros y “ponerles en su sitio” casi constantemente. Esta actitud genera muchos malentendidos y que las personas de nuestro entorno nos rehúyan por miedo a sentirse agredidos u ofendidos por nosotros, lo que da lugar a una convivencia tensa y estresante.
En Avance Psicólogos hacemos especial hincapié durante las terapias en este aspecto, y nos ocupamos de dar prioridad a desarrollar esta herramienta, ya que somos conscientes de que un buen control de la asertividad es vital para reducir la ansiedad y mejorar la autoestima. La sensación de felicidad y bienestar aumenta significativamente cuando nuestra relación con los demás deja de ser conflictiva.
El continuo de la asertividad
La comunicación entre las personas puede contemplarse como un continuo en cuyo centro y equilibrio está la asertividad. En ambos extremos se encuentran los modos de comunicarnos que debemos evitar: la comunicación sumisa y la comunicación agresiva. Antes de llegar a esos extremos hay grados y matices, pero vamos a desarrollar estos conceptos que pueden aclararnos en qué lado de ese continuo nos encontramos.
Cuando nos desenvolvemos en la comunicación pasiva o sumisa, tenemos verdaderas dificultades para expresar nuestra opinión o defender nuestros derechos. Decir “no” se convierte en un auténtico trauma y nos cuesta mucho pedir favores. El miedo al rechazo y al conflicto influyen enormemente en que nos mantengamos en este lado del continuo. Estos miedos a menudo vienen determinados por experiencias tempranas, en las que hemos recibido castigo o rechazo al expresarnos. En ocasiones padres dominantes o vivencias de rechazo en el colegio, están detrás de la comunicación sumisa.
En el extremo opuesto, la comunicación agresiva parte de la creencia de que hay que poner a los demás en su sitio, de que hay que desconfiar en la mayoría de las ocasiones y de que debemos imponernos para ser fuertes, lo contrario significaría debilidad. Este sistema de creencias, también construido normalmente en etapas tempranas, lleva a usar tonos de voz elevados y a la defensiva, descalificaciones durante la conversación e imposiciones.
En el centro del continuo está la comunicación asertiva, que se caracteriza por tratar de expresarnos en diferentes situaciones de forma clara y no agresiva, tratando de tener en cuenta a los demás sin olvidarnos de nosotros mismos. Es esta la comunicación más adecuada para entendernos con los demás, evitando el conflicto, pero afrontando nuestros miedos para expresar nuestras opiniones y expresar nuestros derechos. Alcanzar la asertividad es punto de partida para desarrollar una buena autoestima.
Muchas personas no están en los extremos, es más, la mayoría nos desenvolvemos en grados intermedios sin llegar a ellos, pero aun así cada uno de nosotros tenemos una cierta tendencia hacia uno u otro lado. Además, no en todos los ámbitos de nuestra vida nos movemos en un solo lado del continuo, podemos ser muy asertivos en el trabajo, pero sumisos con la pareja y los amigos, o al revés.
Normalmente, cuanto más nos acercamos al extremo del continuo en un ámbito de nuestra vida, más necesidad de compensar tendremos saltando al otro. Esto explica esas situaciones de “aguanto, aguanto y al final exploto con quien menos lo merece y en el momento más insospechado”.
De ahí la importancia de ir acercándonos a la asertividad en todos ellos, para mejorar nuestras relaciones y tener una mayor sensación de control de nuestras emociones. Esto influye enormemente en la autoestima y el descenso de la ansiedad.
Herramientas para ser más asertivos
A continuación, vamos a profundizar en los aspectos en los que más nos cuesta ser asertivos, dando herramientas concretas para la asertividad.
Decir “no” es probablemente una de las respuestas que más nos cuesta dar a los demás. Muchas personas acumulan grandes dosis de estrés ante la incapacidad de decir no y por la necesidad de complacer. Pero si sabemos cómo hacerlo y además vamos entendiendo que los demás no van a dejar de “querernos,” ni van a enfadarse porque les digamos no, nos será mucho más fácil empezar a manejar esta respuesta en nuestra comunicación con los demás.
Lo primero es expresar el no, sin dudar demasiado. De no hacerlo así acabarás siendo ambiguo y ahí sí, puedes generar desconfianza.
En segundo lugar, das una explicación con el fin de que el otro no se sienta rechazado.
Y en tercer lugar y, por último, das una alternativa solo en caso de que consideres que la otra persona lo merece, quieres y puedes. Este punto es importante para no establecer relaciones en las que haya un desequilibrio entre quien da y recibe, ya que con el tiempo son generadoras de estrés y resquemor.
Algunos ejemplos:
“No voy a poder ayudarte, ese fin de semana lo tengo ocupado. Si quieres podemos dejarlo para el siguiente” (cuando consideramos que la otra persona merece una alternativa, siempre que queramos y podamos).
“No voy a poder ayudarte, ese fin de semana lo tengo ocupado´ (cuando consideramos que no queremos darle una alternativa al otro, bien porque no podemos o porque no lo merece).
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Cómo mantenerse asertivo ante alguien agresivo
Ser asertivo con alguien agresivo es especialmente útil, aunque también más complicado, ya que la respuesta del otro es menos previsible. Aun así, merece la pena saber ser asertivo en estas ocasiones y tener la tranquilidad de que en tu intención ha estado, en todo momento, el moverte desde el respeto, independientemente de como elija reaccionar el otro.
A continuación, pasamos a describir algunas de las herramientas que podemos utilizar cuando el otro está más alterado o es agresivo:
1. Extinción
Extinguir la respuesta del otro hace referencia a responder sin reforzarle, cambiando de tema o dejando la conversación, tratando de utilizar un tono amable para que el otro no se sienta ignorado.
Dos ejemplos de ello serían: “entiendo…, bueno… te dejo porque tengo mucho que hacer ahora”, “está visto que no pensamos igual y tampoco tenemos que convencer al otro, que te parece si no le damos más importancia y dejamos esta conversación para cuando estemos más tranquilos”
2. Pedir que nos concrete
La persona agresiva tiene especial tendencia a generar inseguridad al otro desde la acusación o el chantaje emocional, pero la mayoría de las veces lo hace con vaguedades y sin concretar. Por ello es importante pedirle que nos concrete, de manera que tengamos la oportunidad de defendernos más justamente. Ejemplo: “no entiendo a qué te refieres con que no hago mi trabajo, ¿puedes decirme a qué trabajo te refieres exactamente, sobre qué aspecto concreto del proyecto realizado hasta ahora, estás descontento?
3. Banco de niebla
Con esta herramienta, tratamos de bajar la tensión poniéndonos en el lugar del otro y reconociendo su parte de razón, pero defendiendo nuestro punto de vista. Ejemplo: “sé que me dices esto con tu mejor intención, y reconozco que a veces me cuesta trabajar tan rápido como tú, pero creo que a mi ritmo lo hago bien y que trato de hacer un buen trabajo”
4. Disco rayado
Cuando alguien quiere conseguir algo de nosotros, e insiste sin atender a nuestro “no”, siendo invasivo, es recomendable esta herramienta, que no consiste ni más ni menos que en repetir nuestro mensaje en un tono de respeto, pero inamovible. Ejemplo de ello: “te agradezco la propuesta, pero no me viene bien ir de excursión este fin de semana (…), entiendo tu interés, pero de verdad que no me viene bien este fin de semana (…), ya, ya pero no me viene bien el plan de la excursión este fin de semana”.
5. Espejo
En ocasiones puede ser conveniente hacer ver a la otra persona que se está alterando demasiado o que nos está faltando al respeto. Ejemplos: “creo que no estás siendo consciente del tono que estás utilizando para hablar conmigo”, “por favor, no grites, puedes decirme lo mismo, pero con otro tono”.
¿Cómo hacer peticiones?
Es habitual encontrar personas a las que les cuesta especialmente pedir favores a los demás, bien porque temen molestar o ser imprudentes, bien porque tienen miedo a un “no”, o porque su autoexigencia les hace temer parecer vulnerables. Detrás de esta dificultad suele haber un miedo a aparentar debilidad, con la creencia de que “uno tiene que poder con todo”.
En estos casos se trata de expresar lo que necesitamos, conscientes de que tenemos derecho a pedir y el otro a decir que no, pero hay que asumir el riesgo a un “no”, y entender que esto no significa que el otro nos esté rechazando. Ejemplos: “voy a necesitar tu ayuda, me echarás una mano cuando puedas?, “me encanta tu vestido, ¿me lo prestarías algún día?”
Empatizar pidiendo
Siempre podemos expresar nuestra necesidad sin que el otro se sienta obligado, mostrándole nuestra empatía sin obviar nuestra necesidad. Ejemplo de esto sería: “sé que estás muy liada, pero ¿podrías echarme una mano cuando termines?, ¿entiendo que no es el momento, pero para mí es importante que hablemos de esto cuando hayas descansado”
Enfadarnos con asertividad
El enfado es una emoción común e incluso necesaria, ya que nos provee de la necesidad de apartarnos del entorno en determinados momentos, o de poner límites a los demás cuando es necesario. Muchas personas temen enfadarse y lo contienen porque temen el rechazo del otro o porque creen que enfadarse es ponerse agresivo. ¡Nada que ver!, podemos enfardarnos, y muy contundentemente, sin que el otro se sienta agredido.
Asertividad subjetiva
Esta herramienta consiste en expresar los sentimientos, haciendo ver al otro que nos ponemos en su lugar, rebajando así la tensión, pero dejando muy clara nuestra necesidad.
- El primer paso es expresar mi emoción.
- En segundo lugar, especifico qué y por qué me ha molestado.
- En tercer lugar, empatizo poniéndome en el lugar del otro.
- Y por último expreso lo que necesito.
Ejemplos: “la verdad es que estoy muy dolida por el tono con el que me has hablado, entiendo que los dos estamos muy nerviosos, pero no quiero que me vuelvas a hablar en ese tono”, “Estoy muy enfadado en este momento, no me has avisado de que no ibas a venir y he estado esperándote más de una hora; puedo entender que tenías mucho lio y se te ha olvidado avisar, pero ahora no quiero seguir hablando, necesito estar solo”.
Con esta manera de comunicar nuestro disgusto, el otro puede entender lo que nos pasa y además será consciente de lo que necesitamos en futuras ocasiones.
Enfadarse asertivamente no consiste en gritar o poner malas caras para generar efecto, más bien al contrario, el reto está en controlar el tono y, desde la calma, expresar nuestras emociones.
Referencias bibliográficas:
- Castanyer Mayer-Spiess, Olga. La asertividad: expresión de una sana autoestima. Desclée de Brouwer, 1996.
- Ellis, Albert. Manual de terapia racional emotiva. Desclée de Brouwer, 1992.
- Kelly, Jeffrey. Entrenamiento en Habilidades Sociales. Desclée de Brouwer.