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Reuma: qué es, causas, tratamiento y síntomas asociados


Todos conocemos a alguna persona con reuma, artrosis, osteoporosis y alguna patología similar, ya que algunos de ellos son trastornos esqueléticos asociados a la degeneración tisular que conlleva la edad. De todas formas, la realidad fuera de la anécdota va mucho más allá del cuadro molesto: tal y como indica la Organización Mundial de la Salud (OMS), de forma aproximada 1710 millones de personas presentan algún tipo de trastorno musculoesquelético, lo que convierte a estos cuadros en unas de las causas de discapacidad principales en todo el mundo.

Sin ir más lejos, el lumbago o dolor lumbar se presenta en casi 570 millones de personas en cualquier momento y lugar dados y es la primera causa de discapacidad en 160 países. Más allá del dolor de espalda clásico, existen unas 150 afecciones que dañan o impiden el correcto funcionamiento de nervios, músculos, tendones, articulaciones y cartílagos asociados al sistema locomotor. Entre ellos, destaca el reuma.

De todas formas, es de interés destacar que el término “reuma” aporta muy poca información relevante a nivel clínico, ya que realmente debemos referirnos al hablar de esta temática a las enfermedades o trastornos reumáticos, un grupo muy heterogéneo de hasta 200 enfermedades interrelacionadas. Si quieres saber más sobre este conjunto de cuadros clínicos, sigue leyendo.

¿Qué es el reuma?

Como hemos dicho, el término correcto para referirse a este conjunto de síntomas es “enfermedades reumáticas” o “reumatismos”. Ambos conceptos engloban a más de 200 entidades clínicas que suelen tener una serie de puntos en común, entre los que destaca un dolor crónico intermitente en las articulaciones y el tejido conectivo.

Los trastornos reumáticos mayores se pueden dividir en 10 categorías, tal y como indica la American College of Rheumatology (ACR). Entre todas las entidades, destacamos los siguientes grupos:

  • Enfermedades difusas del tejido conectivo: incluye alguna de las formas más famosas del reuma, como la artritis reumatoide, la artritis juvenil o el lupus eritematoso sistémico.
  • Artritis asociada a espondilitis: dentro de este grupo se encuentran la espondilitis anquilosante, artritis reactiva y artritis psoriásica.
  • Osteoartritis (OA): el trastorno articular más común. Se debe a la rotura o desgaste de los cartílagos y el consecuente rozamiento de huesos adyacentes.
  • Síndromes reumáticos relacionados con agentes infecciosos: las artritis sépticas agudas por estreptococos o estafilococos (bacterias) son las más comunes en este grupo.
  • Trastornos extraarticulares: la bursitis y la tendinitis se encuentran en este grupo.

En las cinco categorías restantes destacamos posibles neoplasias, desórdenes neuromusculares, enfermedades óseas y cartilaginosas, enfermedades endocrinas (gota) y entidades misceláneas (reumatismo palindrómico).

Por convención social y facilidad para la transmisión de información, a partir de ahora vamos a centrarnos en la osteoartritis, variante más común de las enfermedades reumatológicas. De todas formas, cabe destacar que existen muchas más formas de degeneración dentro de este cuadro general, como la artritis reumatoide o el lupus.

Reumatismo

El reuma y la osteoartritis

Como hemos dicho, la osteoartritis (OA) es el tipo de reuma más común en todo el mundo. Se estima una prevalencia general del 3,3 al 3,6% de la población, si bien el 80% de las personas con 65 años o más muestran algún signo radiológico evidente de osteoartritis (el 60% de ellos con síntomas).

A pesar de estos datos relativamente optimistas, cabe destacar que esta condición provoca discapacidad moderada o grave en 43 millones de personas en todo el mundo, lo que convierte a la osteoartritis en la onceava enfermedad más debilitante del mundo.

Esta patología se desarrolla como producto del envejecimiento tisular de los cartílagos articulares, aunque pueden existir ciertos factores desencadenantes e irregularidades anatómicas que lo fomentan. El primer cambio evidente en la OA es la fibrilación, irregularidad y erosión focal del cartílago articular. Con el tiempo, estas erosiones se expanden a lo largo (hueso) y a lo ancho (mayor superficie de la articulación), generando así una serie de síntomas característicos.

Los síntomas de la osteoartritis

La presentación clínica de la osteoartritis varía de forma drástica entre pacientes. De todas formas, aparece una triada sintomática en todos los casos, en mayor o menor medida: dolor articular, rigidez y restricción locomotora en las zonas afectadas. Los pacientes también pueden presentar problemas de equilibrio y debilidad muscular, aunque esto no es lo más común.

De forma usual, la OA afecta las articulaciones interfalángicas proximales y distales, las primeras articulaciones carpometacarpianas (CMC), caderas, rodillas, las primeras articulaciones metatarsofalángicas y las áreas articulares de la columna cervical y lumbar inferior. La imagen más común cuando pensamos en el reuma es, sin duda, la de una persona anciana con manos atrofiadas y dedos encorvados en forma de garfio.

De todas formas, cabe destacar que no todas las personas con dolor articular tienen necesariamente un cuadro de osteoartritis. Por ejemplo, se ha demostrado según estudios que solamente un 25% de los pacientes que argumentan tener artritis reumatoide (otro tipo de reúma) complen los criterios diagnósticos necesarios para que esto sea cierto. En el caso de la osteoartritis, el criterio diferencial es el siguiente:

  • El dolor articular empeora con la actividad y mejora con el descanso a nivel físico.
  • El paciente tiene más de 45 años de edad.
  • La rigidez matutina dura menos de 30 minutos y no explica el cuadro.
  • Un alargamiento de las articulaciones óseas.
  • Limitación del rango motriz de las zonas afectadas.

En el diagnóstico diferencial, se debe distinguir esta entidad clínica de la artritis reumatoide, artritis psoriásica, hemocromatosis, bursitis, tendinitis, radiculopatías y otras muchas cosas más. Como ves, todas estas entidades clínicas son trastornos reumatoides (reuma), pero la osteoartritis se diferencia como entidad clínica propia por una serie de características.

Tratamiento

El tratamiento de la osteoartritis (y la mayoría de los tipos de reuma) se basa en minimizar el dolor y la pérdida de funcionalidad en las estructuras afectadas. Para ello, se recomienda a los pacientes evitar las actividades que produzcan dolor (de carga articular excesiva), hacer ejercicios que fomenten la robustez de las articulaciones, pérdida de peso (si es necesaria) y terapia ocupacional.

Sobre todo, es necesario hacer hincapié en la pérdida de peso. Un kilo “de más” en la región del tronco se multiplica de 3 a 7 veces en la zona de las rodillas, de ahí que las personas obesas tengan tantos problemas de movilidad. Además, los ejercicios aeróbicos utilizados para poner el cuerpo a tono (junto con desarrollo de resistencia) ayudarán al paciente a sentir menos dolor, ya sea este general o localizado.

Por otro lado, también se puede recurrir a la farmacoterapia para abordar el reuma osteoartrítico. El paracetamol (o acetaminofén) es el medicamento antiinflamatorio no esteroideo (AINE) de venta libre que se suele utilizar en las personas con síntomas reumáticos a largo plazo. Las inyecciones intraarticulares con glucocorticoides pueden ayudar a manejar el dolor, sobre todo en los casos más severos que no respondan bien a otros abordajes conservadores.

De nuevo, destacamos que el término “reuma” hace referencia a más de 200 enfermedades diferentes. La osteoartritis (y en cierto modo la artritis reumatoide) son los tipos de reuma más conocidos a nivel social, pero existen muchos otros, como la espondilitis anquilosante, la artritis psoriásica y el lupus eritematoso sistémico.

En general, en aquellos cuadros clínicos donde la reacción autoinmune es más evidente, se suele recurrir a los corticosteroides (como la prednisona) e inmunosupresores junto con los antiinflamatorios de venta libre antes nombrados. Por desgracia, los pacientes que se someten a estos tratamientos son más proclives a sufrir infecciones secundarias, debido a que su sistema inmunitario se ve ligeramente trastocado.

Resumen

Así pues, podemos concluir que el reuma no es solo una enfermedad, sino una serie de cuadros diferenciados que tienen en común un dolor crónico e intermitente en las articulaciones y tejido conectivo. Aunque estas enfermedades se engloban bajo un concepto general, los agentes etiológicos causales y el pronóstico difieren en cada caso.

Por ello, si te duelen las articulaciones de forma repetida en el tiempo, no dudes en acudir al profesional médico. Él te diagnosticará la condición para tu caso concreto y, seguramente, con fármacos poco agresivos y terapia ocupacional podrás recuperar la normalidad. Recuerda que acostumbrarse al dolor nunca es una buena idea, ya que casi siempre hay salidas.