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Psicoterapia Cognitivo-Estructural: qué es y cómo se usa en pacientes


El constructivismo es un enfoque en psicoterapia que considera la realidad no como algo verdadero o falso, sino como algo variable, y que otorga un papel activo al individuo en su propia experiencia. En concreto, la Psicoterapia Cognitivo-Estructural nace a partir de este enfoque de la mano de Guidano y Liotti.

Vamos a conocer las características de este tipo de psicoterapia, que da un papel esencial a la identidad personal en la construcción del conocimiento sobre nosotros mismos y el mundo.

El constructivismo

La Psicoterapia Cognitivo-Estructural fue creada por Guidano y Liotti desde el enfoque constructivista. Los modelos constructivistas nacieron en la década de los 80.

Este enfoque se basa en el modo en que las personas generamos conocimiento a partir de nuestras experiencias. Le otorga un papel proactivo al individuo en su propia experiencia, y a la hora de crear sistemas de significado únicos; así, existen tantas realidades como personas. De esta forma, no se puede afirmar un conocimiento válido (verdadero o falso), sino viable.

Según este enfoque, el conocimiento es interpersonal, evolutivo y proactivo. Entiende la realidad como una construcción social de los sistemas de creencias y de nuestras “realidades”. Por otro lado, recupera el papel de los procesos no conscientes o tácitos.

Por otro lado, el constructivismo entiende la relación terapéutica de experto a experto.

Psicoterapia Cognitivo-Estructural: características

En la Psicoterapia Cognitivo-Estructural, Guidano y Liotti consideran el sistema cognitivo del individuo como una teoría científica que intenta describir el mundo (crea modelos de realidad) y a sí mismo (autoconocimiento progresivo creando un modelo de self). De esta forma, el conocimiento que tenemos las personas de nosotras mismas pasa por conocer también el que tienen los demás de nosotros; la construcción de nuestro self incluye a los otros y al mundo (Guidano, 1991). La Psicoterapia Cognitivo-Estructural relaciona los problemas con la falta de complejidad del sistema cognitivo.

Por otro lado, este tipo de psicoterapia otorga especial relevancia al timing terapéutico, es decir, al momento en que se utilizan las diversas técnicas y cuándo se abordan los distintos problemas del paciente.

Por otro lado, Guidano y Liotti emplearon la teoría de Bowlby (1969) como base y punto de partida para establecer los criterios para distinguir las organizaciones cognitivas. Según los autores, el origen de las diferencias individuales se encuentra en los diferentes itinerarios de desarrollo, que permiten describir los aspectos estructurales, las características cognitivas, emotivas, comportamentales y los procesos estratégicos de cada paciente.

Niveles de auto-organización

La Psicoterapia Cognitivo-Estructural establece dos niveles de auto-organización del conocimiento. La identidad personal se constituye como estructura intermedia que integra los dos niveles. Estos niveles son:

1. Tácito o profundo

Se trata de marcos de integración del conocimiento derivados de vínculos tempranos de apego (Bowlby). En relación a la teoría del apego de Bowlby, sabemos que el niño se reconoce a través de las personas que le rodean. Son de vital importancia para la Psicoterapia Cognitivo-Estructural las relaciones interpersonales para crear el auto-conocimiento.

2. Explícito, superficial o estructural

Son las creencias sobre uno mismo, la valoración de las propias emociones y conductas, la evaluación de situaciones, autoestima, etc. Este nivel se desarrolla a partir del lenguaje e implica la construcción de modelos de representación de la realidad.

Equilibrio dinámico

Por otro lado, la Psicoterapia Cognitivo-Estructural propone el concepto de equilibrio dinámico para hacer alusión a un proceso auto-organizativo disipativo, que engloba dos conceptos: una evolución (los cambios progresivos) y procesos de mantenimiento de la experiencia.

La terapia en sí consiste en superar los desequilibrios en el desarrollo (las discrepancias) y evitar los cambios regresivos o los estancamientos. Para lograrlo, se producen dos tipos de cambios, que no son excluyentes:

1. Cambios superficiales

Son los primeros que aparecen. En general, no se consigue pasar a los segundos cambios (profundos) sin la consecución de éstos. Este tipo de cambios implica generalmente alteraciones en la actitud hacia la realidad, sin implicar fuertemente la actitud hacia sí mismo. Generalmente son suficientes para alcanzar la mayoría de los objetivos en terapia.

2. Cambios profundos

Aparecen después, a partir de la actitud hacia el self, es decir, hacia uno mismo. Los cambios profundos suelen acompañarse de un proceso doloroso, ya que el sujeto lleva a cabo variaciones importantes en su identidad, en las actitudes y creencias que siempre había mantenido respecto de sí mismo.

Este tipo de cambios se recomienda no realizarlos a no ser que lo pida el paciente y asuma voluntariamente su coste en todos los sentidos.

Procesos en la terapia

Así, y en relación a todo lo anterior, se dan dos tipos de procesos (de primer y segundo nivel) en la terapia:

1. Procesos de primer nivel

Se trabaja en el nivel de organización tácita o profunda, es decir, en las estructuras profundas de auto-conocimiento tácito de la persona; éstas, a su vez, se relacionan bidireccionalmente con la actitud de la persona hacia sí misma, y ésta última con dos conceptos: la auto-identidad y la auto-estima.

Estas dos actitudes acaban determinado la actitud que tiene el paciente hacia la realidad. La actitud hacia la realidad está formada por las reglas de asimilación de la experiencia (cómo asimilamos lo que vamos viviendo) y por procedimientos de resolución de problemas.

2. Procesos de segundo nivel

Estos operan sobre el nivel estructural explícito, a partir de dos tipos de modelos: los modelos del self (identidad personal) y los modelos de realidad. El nivel estructural explícito, a su vez, actúa a la par con los procesos de nivel, sobre la autoidentidad, la autoestima y en definitiva, la actitud hacia la realidad.

Referencias bibliográficas:

  • Guidano, V. (1991). The Self in Process. Guilford Press. [El Sí-Mismo en Proceso, Paidós, 1994].
  • Bas, F. (1992). Las terapias cognitivo-conductuales: una segunda revisión crítica. Clínica y Salud, COP Madrid, 3(2).
  • Moltedo, A. (2008). La Evolución de la obra y el Modelo de Vittorio Guidano: Notas Histórico Biográficas. Revista de Psicología, 17(1), 65 - 85.