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6 actividades de autoconocimiento útiles y sencillas de aplicar


La introspección es una acción complicada de hacer. Por mucho que lo intentemos, siempre tendremos la duda de no estar seguros si realmente nos conocemos a nosotros mismos o si seguimos teniendo una imagen sesgada de nuestra persona.

Una de las mejores maneras de conocerse a uno mismo es recurriendo a actividades de autoconocimiento hechas con otras personas. Puede parecer irónico hacer introspección en compañía, pero lo cierto es que si sabemos cómo nos ven los demás podemos tener una imagen más real y unas autoexigencias más realistas sobre nosotros mismos.

A continuación vamos a ver unas cuantas de estas actividades, todas hechas en grupo pero que desde luego sirven para conocernos mejor como individuos.

Actividades de autoconocimiento recomendadas

Podemos considerar como actividades de autoconocimiento a todos aquellos ejercicios que sirven para hacer una introspección y, a la vez, nos ayudan a mejorar la imagen que tenemos sobre nosotros. Estas actividades nos permiten mejorar nuestro autoconcepto, delimitarlo de forma realista y ver que, pese a que tenemos nuestras debilidades, también tenemos ciertas fortalezas y que nadie es perfecto.

Este tipo de ejercicios tienen en sí mismos un componente terapéutico, puesto que identificando nuestras características y comprendiendo que los demás también tienen sus puntos débiles se pueden reducir las expectativas surrealistas y autoexigencias imposibles de cumplir. Además, en el transcurso de estas actividades se comparte, expresan y debaten las características que uno mismo cree tener y la que los demás ven en él, viendo que en muchas ocasiones la idea que tenemos de nosotros mismos es más negativa de la que los demás tienen.

Las actividades de autoconocimiento que vamos a ver a continuación son todas realizadas en grupo. El motivo de ello es que para tener un buen autoconocimiento de nosotros mismos es necesario en muchas ocasiones saber cómo los demás nos ven que, si bien pueden tener sus opiniones y una imagen sesgada de cómo realmente somos, la puesta en común de sus punto de vista con el nuestro propio nos puede servir para reajustar nuestro autoconcepto y reducir expectativas, como ya hemos mencionado.

1. El gráfico emocional

Para realizar esta actividad vamos a necesitar hojas cuadriculadas y rotuladores de diferentes colores. En una de esas hojas vamos a hacer un gráfico, cuyo eje Y va a ser la intensidad de nuestras emociones (p. ej., de 1 a 10) y el eje X va a representar el paso del tiempo (p. ej., a lo largo de la semana). La idea es representar cada emoción con un color y dibujarla en el gráfico según la intensidad percibida a lo largo del tiempo, ya sea un mismo día como a lo largo de la semana, y en qué momentos nos sentimos mejor y en cuáles peor.

Si bien uno pudiera pensar que los cambios de humor se pueden representar de forma dicotómica, en términos de alegría-tristeza, este gráfico nos permite hacerlo de forma multidimensional. Además de poner a esa misma dimensión, podemos añadir otras líneas como por ejemplo la de la diversión/ocupados-aburrimiento/desocupados y otra de la calma/apatía-nerviosismo.

Puede pasar que haya momentos en los que nos sintamos alegres, pero estemos también aburridos, mientras que en otros puede que estemos tristes pero ocupados o apáticos. Los cambios de humor pueden ser de muchos tipos, y las líneas en el gráfico nos permitirán ver estas subidas y bajadas tomando una perspectiva de tiempo y relacionándolo con qué cosas cotidianas nos hacen sentirnos así.

2. Saber lo que queremos

Le daremos a los participantes unas hojas en las que habrán escritas el inicio de varias frases y su tarea será completar con la máxima rapidez con lo que se les venga a la cabeza pero en relación con sus sentimientos, deseos y voliciones. La idea es que, aunque no deberían darle demasiadas vueltas ni tampoco romperse la cabeza, contesten siempre refiriéndose a sí mismos.

Algunos ejemplos de frases a completar:

  • Quiero…
  • Necesito…
  • Espero…
  • No puedo…
  • Pronto…
  • En mi trabajo/clase…
  • Tengo miedo…
  • Me gusta…
  • Yo…
  • Sueño…

Una vez contestadas, haremos que los participantes se reúnan libremente en grupos, esto es, permitiéndoles que la puesta en común la hagan con aquellas amistades o personas con las que mejor se llevan. Cada uno de estos grupos tendrá un encargado que tendrá que resumir las opiniones de todos en aquellas preguntas que el dinamizador haya indicado que se deberán poner en común para evitar que el ejercicio sea demasiado largo, especialmente aquellas en las que crea que va a haber mayores coincidencias.

Una vez que todos los grupos hayan hecho el resumen de sus respuestas se hará la puesta en común general, hablando el encargado de cada grupo a modo de portavoz. Es en esta etapa en la que se puede ver que hay más coincidencias que discrepancias, lo cual ayudará a los participantes a sentirse normales, a ver que todos tienen inseguridades y miedos similares y, en caso de que no los compartan, lo que sí es seguro es que todos tienen algo que les provoca incertidumbre.

Actividad en grupo

3. El eco

Se divide la clase en grupos de 5 o 6 participantes, todos ellos teniendo papel y lápiz para poder escribir. Les vamos a pedir que sean sinceros con su grupo y que acepten las demás opiniones que vayan a hacer sus compañeros.

Empezamos dando el tiempo suficiente para que cada uno escriba en su hoja los nombres de los miembros de su grupo y junto a cada nombre deberá poner cómo cree que es cada uno de sus compañeros.

Una vez el grupo haya terminado, cada uno de sus miembros empezará diciendo la opinión sobre sí mismo y deseo en voz alta, por ejemplo:

“Yo creo que soy tímido pero decidido al final”

Una vez haya dicho esto de sí mismo, el resto de participantes le responderá diciéndole lo que piensa de él. La persona que recibe estas respuestas se apuntará lo que los compañeros dicen de él o ella, para dejar constancia de lo que se ha comentado sobre su persona. Así irá actuando cada grupo internamente, comentando lo que opinan de sus compañeros y de sí mismos sus participantes.

Al final se pondrá todo en común, comentando no lo que han opinado sobre sus compañeros sino cómo han visto que las opiniones y visiones que tienen los demás de sí mismos se corresponden con ellos mismos, si son más negativas o positivas de lo que se esperaban. Este ejercicio sirve para contrastar la imagen propia con la que ven los demás de nosotros mismos, aunque se debe ir con cuidado y asegurarse de que el ejercicio se va a hacer en un grupo en el que no hay malas dinámicas ni tampoco acoso.

4. El árbol de los tiempos

En este ejercicio de autoconocimiento se le da una hoja de papel a cada participante y se les debe permitir usar libremente el lápiz, colores, pinceles y cualquier objeto de dibujo.

Cada uno deberá hacer un árbol que represente su vida, un árbol de los tiempos que contendrá las siguientes partes: nuestro pasado, representado en sus raíces e inicio del tronco; el presente, representado en el tronco y las ramas principales; y el futuro, representado en ramas más pequeñas, hojas, frutos, flores…

Una vez tengan todos hecho su árbol, se pondrá en común lo que han hecho. Se puede sugerir también que, el que así lo desee, lo deje expuesto en un lugar visible del aula para que los demás también se motiven a colgarlo o, al menos, puedan ver la utilidad de este tipo de actividad.

Este ejercicio es ideal no solamente para conocerse a uno mismo, sino también permite ver qué es lo que consideran los demás de cómo ha ido sus propias vidas, y si se tienen unas expectativas de vida muy altas o, de lo contrario, poco ambiciosas.

5. El círculo

Este ejercicio consiste en dibujar un círculo que los participantes rellenarán a modo de gráfica de pastel, haciendo que cada sector indicado represente algo que ocupa un determinado espacio en su corazón, mente o voluntad. Entre estos aspectos significativos que pueden representar están la familia, los amigos, los estudios, el trabajo, sus aficiones...

En la puesta en común los participantes comentarán por qué han hecho sus gráficos de esa manera, indicando la importancia que tiene para ello el tema o aspecto que hayan decidido representar con el mayor porcentaje.

6. La película de mi vida

Se le da a cada participante varios rectángulos de papel vegetal (entre 4 y 8), del tamaño de una diapositiva. Para realizar este ejercicio será necesario disponer también de rotuladores de colores de varios grosores, dándoles a los implicados total libertad para dibujar escenas importantes de su vida que, más tarde, tendrán que exponer ante sus compañeros como si fuera una presentación con diapositivas.

El objetivo de este ejercicio no es el de explicar la imagen, puesto que está ya se verá proyectada, sino que el participante exponga qué sintió en esa situación, detallando sus sentimientos, deseos y actitudes resumidos en una frase descriptiva. Se puede acompañar a la exposición poniendo música de fondo que vaya acorde con los sentimientos que el participante trata de explicar. También se puede tratar de dar mayor énfasis a la exposición por medio de diálogos y onomatopeyas.