Tópicos Cognición Ansiedad Autoestima

Cómo hacer que las ideas obsesivas no nos hagan dudar de nosotros mismos


Una pareja se encuentra lado a lado esperando a que llegue el metro, justo detrás de la línea de seguridad. El tren va llegando, y por un momento, a él se le pasa por la cabeza la idea de empujar a su novia a las vías, lo que, de más está decir, significaría una muerte segura para ella.

Pero él la ama, y nunca consideraría hacerle daño. ¿Por qué entonces se le cruzó esta idea por la cabeza?

Comprendiendo las ideas obsesivas

Si nuestro protagonista de la historia es una persona como muchas, pensará que uno no siempre controla las cosas que se le vienen a la cabeza, no le dará mayor importancia, y seguirá con su vida como siempre. Quizá se case con su pareja el próximo año, o quizás se peleen y cada uno continúe por su lado, recordando la relación de una manera más o menos positiva, pero sin un solo recuerdo de algún incidente violento de ningún tipo.

Si éste es de otro grupo, también muy numeroso, esta idea posiblemente lo atormente por días, meses, o incluso años. "¿Por qué pensaría esto? ¿Es que quizás soy un asesino en potencia? ¿Sería capaz de hacer algo así?". En muchos casos, hasta quizás evite acercarse lo más posible a la línea de seguridad en las estaciones de metro, o incluso, intente moverse lo menos posible con su pareja utilizando este medio de transporte, decidiendo caminar (lo puede considerar pérdidas de tiempo indeseadas) o haciendo uso de otros medios, como taxis o Uber (lo que significa, sin dudas, pérdidas económicas).

Pero nos centraremos, sobre todo, en los aspectos psicológicos del asunto. ¿Es nuestro protagonista un psicópata? ¿Siente impulsos que un día se harán incontrolables y empujará a un ser querido a una muerte segura? Con una certeza que nunca puede ser 100% absoluta (como todo), podemos decir que no.

Lo más probable, con distancia, es que le esté prestando más atención de la necesaria a algunas ideas intrusivas, que le resultan molestas y le generan ansiedad y sentimientos de culpa.

La naturaleza de la aparición de pensamientos

Como se dijo anteriormente, uno no controla permanentemente las ideas que se le vienen a la cabeza. Pero sí puede controlar qué es lo que hace una vez que estas ideas aparecen.

Unos deciden no darle mucha importancia. Quizás les genere desagrado pensar algo así por un momento, para luego olvidarlo y seguir como si nada. Otros pueden, en un intento desesperado por evitar que estos pensamientos se hagan realidad, empezar interminables diálogos en su cabeza para comprobar, una y otra vez, que uno no es lo que teme, y que estos pensamientos están equivocados. Buscando “esa” respuesta que los deje tranquilos.

Pensamientos obsesivos y autoconfianza

Y muchas veces la encuentran (tras perder un tiempo considerable, que se podría aprovechar para cosas más productivas)... Para que luego el pensamiento venga aún con más fuerza: “¿Y si un día no me puedo controlar y empujo a mi novia a que la atropelle el tren?”.

De la misma forma, una gran ansiedad puede aparecer cuando se encuentra con su novia esperando el metro, por lo que decide evitar esta situación, pidiendo un Uber (lo que también genera un alivio momentáneo, pero no soluciona el problema de fondo).

¿Qué hacer entonces en estas situaciones?

Afortunadamente, existen tratamientos sumamente efectivos. No es la idea hacer un repaso completo aquí de cómo se trabajaría un caso de este tipo, pero sí se pueden nombrar un par de conceptos clave.

Lo principal, considero, es generar una actitud de aceptación ante estos pensamientos.

Puede parecer contraintuitivo, pero los diálogos interminables que uno tiene internamente para reducir la ansiedad, y lograr que los pensamientos molestos desaparezcan, a corto plazo, como dijimos, puede lograr su cometido. Pero a largo plazo solo refuerza el comportamiento de que, justamente, cada vez que aparezca un pensamiento de este tipo, lo que debe hacerse es perder tiempo, una y otra vez, diariamente, en combatirlo con lógica. Solo para que siga apareciendo perpetuamente.

De igual forma, evitar tomar el metro no va a solucionar el problema en el largo plazo, y seguramente nos haga perder dinero y tiempo.

Al aceptar que estas ideas pueden venir, les quitamos el poder que tienen sobre nosotros. La mente nos comunica cosas permanentemente, muchas veces, contradictorias unas con otras. Es una herramienta útil que tenemos para la vida, pero no es todo lo que somos. Una vez que la idea aparece, en vez de comenzar cualquier ritual, interno o externo, o cualquier tipo de evitación, lo que queremos hacer, es aceptar esta idea como algo que nos comunica nuestra mente. Aceptar, a su vez, la ansiedad que esto genera.

A modo de conclusión...

No es malo sentir ansiedad, no es malo tener pensamientos desagradables. Son cosas inevitables, que nos suceden a todos. Lo que sí es evitable, es lo que hacemos una vez que aparecen.

Quizá esto suene poco convincente, quizás hasta sea contraintuitivo. Pero yo te invito a hacerme caso por una semana, y solamente en este aspecto: no empezar los diálogos internos para buscar comprobaciones de que estas ideas están equivocadas. Si al cabo de una semana la ansiedad, y la frecuencia de estas ideas bajaron, estás por el camino correcto.

Cómo último punto, las ideas obsesivas y la ansiedad que estas generan no son algo que se “cure”. Podemos tener recaídas hasta el fin de nuestras vidas, y esto está bien. Lo importante es el grado en que nos afectan en nuestra vida, sea en tiempo, energía, salud (de todo tipo) y en la búsqueda de nuestros objetivos. De todas formas, sí es posible vivir reduciendo significativamente sus efectos sobre nosotros.