Picadura de pulga: síntomas, tratamientos y riesgos
Cuando hablamos de pulgas lo primero que solemos pensar es en la imagen de un animal infestado por estos seres, frecuentemente un perro o un gato, rascándose de forma continuada ante el picor.
Pero no solo estos animales pueden sufrir la picadura de la pulga, sino que también resulta sencillo que infesten a seres humanos. En este artículo vamos a hablar precisamente sobre la picadura de pulga y lo que supone.
Así son las pulgas
Las pulgas son pequeños insectos, generalmente de entre uno y siete milímetros de longitud, que forman parte del orden de los sifonápteros o insectos sin alas. Su cuerpo es duro y resistente, teniendo una cabeza relativamente pequeña en comparación al resto del organismo. Poseen patas traseras largas y fuertes que les permiten realizar grandes saltos, siendo este el principal mecanismo por el que se desplazan y saltan de un organismo a otro.
Se trata de insectos parásitos que se alimentan principalmente de la sangre de otros animales, especialmente mamíferos. Para ello disponen de unas mandíbulas en forma de sierra que permiten generar un desgarro de la piel a través del cual pueden nutrirse. En el caso de las hembras necesitan de esta sangre para llegar a poner huevos, cosa que hacen con frecuencia a lo largo de toda su vida.
Los huevos suelen disponerse en el huésped, disponiendo a su vez la pulga madre pequeños restos fecales en las que proporciona sangre digerida que pueda nutrir a la futura larva. Existen numerosas especies de pulga, pudiéndose encontrar diferencias con respecto a su morfología o al tipo de especie a la que infectan.
La picadura de pulga: síntomas
Las pulgas pican para alimentarse a otros animales, mamíferos en su mayoría. En este sentido son frecuentes en animales como perros, gatos, ratas o caballos. Pero también pueden picar a seres humanos y saltar de una especie a otras. Su picadura tiende a realizarse en las extremidades (especialmente las inferiores), al menos en humanos. La picadura en cuestión puede llegar a ser dolorosa.
Una vez producida a veces es complicado distinguir entre las picaduras de pulga y las de otros insectos. En este aspecto las propias de las pulgas se caracterizan por presentar un sangrado fácil ante el rascado (de hecho es frecuente encontrar restos de sangre en ropa o sábanas cuando las picaduras están en humanos) y por estar dispuestos en hileras, dado que estos seres tienden a ir desplazándose en distintos puntos para picar en vez de centrarse en una única área.
La reacción de nuestra piel a la picadura de una pulga suele ser rápida, apareciendo en pocos minutos. Suele aparecer un pequeño bulto con un punto en el centro (en el lugar donde la pulga ha perforado la piel), que genera un elevado nivel de picor o prurito y un enrojecimiento de la zona. Es frecuente que se inflame el área (y no solo la propia picadura).
Una posible complicación de la picadura de la pulga es la aparición de una infección cutánea, que a menudo se acompañará de fiebre y otros síntomas típicos de infección como fiebre o cansancio. En ocasiones, es casos graves se podría producir una anemia.
Otra complicación posible es la que se da en personas que sean alérgicas a su picadura, lo que podría provocar la presencia de ampollas y erupciones cutáneas, sensibilidad a nivel emocional, cansancio, diarrea o problemas respiratorios que podrían llegar a llevar a un shock anafiláctico.
Algunas enfermedades transmitidas por las pulgas
Por norma general la picadura de una pulga es molesta pero no suele causar mayores complicaciones. Sin embargo, tal y como ocurre con los mosquitos existe el peligro de que porten algún tipo de virus o bacteria que pueda llegar a transmitir algún tipo de enfermedad.
No en vano, fue la picadura de las pulgas lo que provocó el contagio y expansión de una de las mayores pandemias de la historia: la peste negra. Esta enfermedad fue introducida en Europa por las pulgas de las ratas que viajaban en las embarcaciones, a través de la transmisión de la bacteria Yersinia pestis, y provocó la muerte de entre el treinta y el sesenta por ciento de la población en todo el territorio por el que se expandió (por aquel entonces la mayor parte del mundo conocido).
Aunque la peste bubónica (que generaba bubones y provocaba notables inflamaciones de los ganglios) es la que generó mayor pandemia y la más habitual y conocida, lo cierto es que también existen la peste neumónica, la peste neurológica y la peste septicémica. Aunque en la actualidad no se considera la pandemia que antaño fue, aún existen algunos casos de esta enfermedad.
Al margen de la peste se ha visto que la picadura de pulga puede transmitir enfermedades como el tifus o la leishmaniosis, entre otras muchas. También puede introducir huevos de tenia o solitaria si la pulga es ingerida accidental o voluntariamente (por ejemplo por parte de algunos niños). Estas enfermedades pueden contagiarse dentro de una misma especie o pasarse a otras, no siendo imposible que se transmitan de animal a humano o viceversa.
Tratamiento
Generalmente la picadura de pulga per se no es tratada ni se busca tratamiento a menos que se acompañe de síntomas alérgicos o de otro tipo. Por lo general no se recibe ningún tratamiento, con la posible excepción de la aplicación de crema. En los casos de alergia el uso de antihistamínicos permitirá reducir los síntomas. Puede ser necesario inyectar epinefrina en casos de shock anafiláctico y/o el uso de glucocorticoides. Si se ha transmitido algún tipo de bacteria se tenderá a usar medicación antibiótica.
Lo que sí es importante es la prevención: la higiene del entorno y de la propia persona y/o mascotas dificultará la posibilidad de infestación. Asimismo, resulta fundamental llevar las vacunas tanto de personas como de animales al día con el fin de que no puedan contagiárseles determinadas enfermedades. En las mascotas se recomienda el uso de pipetas que eviten el acercamiento de las pulgas. Se ha de tener especial precaución con embarazadas y niños, ya que corren mayor riesgo.