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Leon Festinger: biografía de este psicólogo social


Considerado uno de los principales psicólogos del siglo XX, la vida de Leon Festinger resulta bastante interesante, aunque también anecdótica.

Aunque en un principio no estaba interesado mucho en la psicología social con el paso del tiempo acabó convirtiéndose en psicólogo social y, además, sería el padre de dos de las grandes teorías dentro de este campo.

Descubramos la vida de este investigador, su trayectoria profesional y sus dos principales teorías, a través de una biografía de Leon Festinger.

Breve biografía de Leon Festinger

Leon Festinger es uno de los más grandes psicólogos sociales del siglo XX, pese a que en un principio no quería serlo.

De hecho, para él esta rama de la ciencia del comportamiento era demasiado poco rigurosa, algo que no le interesaba mucho. No obstante, pese a que de joven sintiera más interés por la estadística aplicada a la ciencia psicológica, acabaría contribuyendo significativamente en la psicología social. No es de extrañar que sea el quinto psicólogo más citado del siglo XX, superado solo por B. F. Skinner, Jean Piaget, Sigmund Freud y Albert Bandura.

Primeros años

Leon Festinger nació en Nueva York, Estados Unidos, el 8 de mayo 1919, en el seno de una familia judía de origen ruso. De su infancia sabemos que acudió al Boys’ High School en Brooklyn.

Con 20 años, en 1939, recibió su graduado en psicología en el City College de Nueva York. Posteriormente se trasladaría a la Universidad de Iowa, donde estudiaría bajo la dirección de Kurt Lewin y conseguiría su doctorado en psicología infantil en 1942.

De joven, Festinger no estaba para nada interesado en la psicología social y, de hecho, no cursó ningún tipo de formación en toda su vida para ser psicólogo social. Al ir a Iowa solo estaba interesado en los trabajos de Lewin sobre los sistemas en tensión. Sin embargo, dio la casualidad que en el momento en que Festinger se trasladó a la institución, Lewin tomó una visión más orientada hacia la psicología social.

Pese a esta sorpresa, Festinger siguió estudiando bajo la tutela de Lewin, aunque no desistió en su interés por la estadística y el nivel de aspiración como constructo psicológico, desarrollando un modelo cuantitativo de la toma de decisiones. El joven Leon Festinger consideraba que la psicología social era una rama psicológica con un método de investigación demasiado vago, y que él deseaba trabajar en ramas más “rigurosas” y “concretas”.

Festinger trabajaría como investigador asociado en Iowa desde 1941 hasta 1943 y, después, trabajaría como estadista en el Comité de Selección y Entrenamiento de Pilotos de Aviones en la Universidad de Rochester, concretamente entre 1943 y 1945. Fueron los duros años de la Segunda Guerra Mundial en la que la investigación psicológica era de lo más demandado, no solo para conocer la aptitud de los combatientes, sino también para descubrir formas de desestabilizar psicológicamente al enemigo.

Adultez y trayectoria profesional

En 1943 Leon Festinger se casó con Mary Oliver Ballou, una pianista con la que tendría tres hijos: Catherine, Richard y Kurt. Pese a que el matrimonio trajo al mundo a tres criaturas, acabó disolviéndose y Festinger volvería a casarse más adelante, en 1968, esta vez con Trudy Bradley, una profesora de trabajo social de la Universidad de Nueva York.

En 1945 Festinger se unió como profesor asistente al recién creado Centro de Investigación de las Dinámicas de Grupo de Kurt Lewin, en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Fue en esa institución en la que Festinger se convertiría, sin quererlo ni beberlo, en un psicólogo social de tomo y lomo. Fue también en el MIT en donde empezó su investigación sobre la comunicación social y la presión de grupo, que marcaron un importante cambio de rumbo en sus intereses sobre la psicología.

Tras la muerte de Lewin en 1947 Festinger se fue a trabajar en la Universidad de Michigan en 1948. Más tarde se trasladó a la Universidad de Minnesota en 1951, y luego iría a parar a la Universidad de Stanford en 1955. Fue en estos años en los que Leon Festinger escribiría su más influyecte artículo sobre la teoría de la comparación social y, también sobre la teoría de la disonancia cognitiva. Son estas dos teorías unas de las más importantes contribuciones en el campo de la psicología social del siglo XX.

Gracias a esto fue ganando mucha reputación y reconocimiento, siendo galardonado con el Premio a la Contribución Científica Distinguida, de la Asociación Americana de Psicología. Su repercusión también fue grande fuera del campo de la psicología, siendo considerado uno de los diez científicos más relevantes de Estados Unidos por la revista Fortune, poco tiempo después de haber publicado su teoría sobre la comparación social.

Pese a que su fama iba en aumento, Leon Festinger decidió cambiar su foco de estudio en 1964, prefiriendo investigar sobre el sistema visual, en especial el movimiento ocular y la percepción del color. En 1968 regresó a su natal Nueva York, continuando estudiando sobre la percepción en el New School for Social Research. Sin embargo, acabaría cerrando su laboratorio en 1979.

Últimos años

En 1983, cuatro años después de haber cerrado su laboratorio, Festinger expresó cierta disconformidad con lo que él y su campo habían logrado. Consideraba que, pese llevar cuarenta años trabajando en la psicología social, poco se había conseguido realmente. Además, opinaba que se había dejado de lado muchas cuestiones sociales que debían ser abordadas psicológicamente, y que a su vez se había prestado atención a aspectos bastante triviales.

Motivado por esta disconformidad, decidió ponerse a estudiar los registros fósiles y ponerse en contacto con Stephen Jay Gould, geólogo y biólogo evolutivo, para discutir ideas sobre la evolución de la conducta humana y visitar yacimientos arqueológicos. Su intención era conocer más sobre cómo se comportaban socialmente los primeros seres humanos a partir de los restos de sus herramientas. Su esfuerzos dieron como resultado la publicación de su libro “The Human Legacy” (1983) en el que describió como los seres humanos evolucionaron y se desarrollaron en sociedades más complejas.

Entre sus últimos trabajos intentó comprender qué motivaba a una cultura rechazar o acceptar una nueva idea. Esto lo intentó relacionar con el desarrollo y evolución de diversas sociedades a lo largo de la historia, comparando como la aceptación o rechazo de una misma idea en dos culturas diferentes había supuesto cambios en la mentalidad de sus integrantes. Estaba trabajando en un libro sobre ello pero, lamentablemente, el cáncer lo sorprendió antes de que pudiera publicar nada. Decidió no someterse a tratamiento, y falleció el 11 de febrero de 1989.

Teorías de Leon Festinger

Como hemos comentado, son dos las teorías fundamentales con las que Festinger contribuyó significativamente en el campo de la psicología social: la teoría de la disonancia cognitiva y la teoría de la comparación social.

Teoría de la disonancia cognitiva

Las personas poseemos todo tipo de creencias, de eso no hay ninguna duda. Sin embargo, ¿qué pasa cuando dos o más de estas creencias que tenemos muy bien asentadas entran en conflicto? Nos sentimos incómodos porque nuestro sistema de valores ha dejado de estar en armonía y ahora está en tensión. Por ejemplo, si nos consideramos antirracistas pero descubrimos que nuestro cantante favorito es abiertamente racista, está claro que no nos va a dejar indiferente.

A este conflicto entre dos o más creencias contradictorias lo llamamos disonancia cognitiva. Según esta teoría, existe en cada persona una cierta tendencia a mantener una coherencia y armonía entre sus comportamientos y creencias. Cuando esta coherencia se rompe, se produce la disonancia, la cual provoca malestar en la persona.

Para dejar de sentirse incómoda, la persona tendrá que cambiar alguno de los factores que provocan esa disonancia. Normalmente, son tres las formas para reducir la disonancia cognitiva.

1. Cambiar las actitudes para crear mayor coherencia

Una de las formas para reducir la disonancia cognitiva consiste en cambiar o eliminar una de las creencias, comportamientos o actitudes, especialmente aquel que haya iniciado el malestar. Esta vía es realmente difícil de aplicar, puesto que implica cambiar, un proceso que nos cuesta mucho.

Por ejemplo, si acabamos de descubrir que nuestro cantante favorito es racista siendo nosotros antirracistas lo que haríamos sería dejar de idolatrar a ese cantante y no continuar escuchando su música o, incluso, tirar toda la discografía que tengamos de él a la basura.

2. Adquirir nueva información que reduzca la disonancia

Esta opción consiste en incorporar una nueva creencia o actitud que reduzca la tensión entre las creencias anteriores. Consiste en reducir el malestar buscando algo nuevo que permita justificar nuestras actitudes.

En el caso del ejemplo, consistiría en buscar información que nos permita comprender por qué dice ser racista, en qué tipo de entorno se crió y valorar si realmente estamos actuando de forma apropiada cancelándole o rechazándole por sus ideas en vez de por su música.

3. Reducir la importancia de las creencias

Esta tercera opción consiste en reducir el valor de las creencias o ideas que poseemos, justificando comportamientos que, aunque puedan ser perjudiciales, nos hacen felices. Es decir, consiste en relativizar las creencias para reducir la tensión entre ellas.

En el caso del cantante racista, sería opinar que el hecho de que ese cantante sea racista no es para tanto, considerando que, al fin y al cabo, todo el mundo es en mayor o menor medida racista y el hecho de que lo haya reconocido no es motivo para rechazarlo.

Teoría de la comparación social

La otra gran contribución para la psicología social de Leon Festinger es su teoría de la comparación social de 1954. Esta teoría está basada en factores como la autoevaluación personal y el autoconcepto. Festinger sostenía que constantemente nos estamos comparando con los demás, estableciendo un buen o mal concepto de nosotros mismos en base a lo que vemos o percibimos del resto de personas. Nuestra percepción de nuestras habilidades son, en realidad, una mezcla entre lo que realmente dominamos y lo que creemos que tenemos.

Nuestro autoconcepto va directamente ligado a lo que percibimos de los demás, que usamos como una especie de estándar de lo que está bien y lo que está mal ser. Claro está, este autoconcepto cambiará en función del contexto en el que nos encontremos. En función de las características de las demás personas y cómo se perciban tales rasgos como positivos o negativos, nuestra visión de nosotros mismos será, consecuentemente, más favorable o desfavorable.

Esto se puede ver de forma clara con el canon de belleza, tanto el masculino como el femenino. Si bien es cierto que en los últimos años se ha ido aceptando una imagen más abierta de lo que se entiende por hombre y mujer bellos, lo cierto es que el canon tradicional sigue ejerciendo mucho peso: el hombre debe ser musculado y la mujer delgada, con lo cual, lo socialmente aceptable es que los hombres vayan al gimnasio para ganar masa muscular y las mujeres lo hagan para reducir su porcentaje de grasa.

Esto es claramente visible en los medios de comunicación, especialmente en películas y en anuncios de higiene. Esto hace que los chicos que no están fibrados y las mujeres con ligero sobrepeso se vean menos deseables, se infravaloren e, incluso, puedan desarrollar problemas de la conducta alimentaria o, como mínimo, dismorfia corporal.

Pero no se debe caer en el error de pensar que la teoría de la comparación social se limita a la imagen corporal. También se tienen en cuenta aspectos más de tipo intelectual, económico y social. Por ejemplo, un niño que va a la escuela y resulta que sus compañeros son hijos de padres con más dinero que los suyos, al ver que estos tienen mochilas, estuches y ropa de mejor calidad no podrá evitar sentirse mal por ello.

Referencias bibliográficas:

  • Festinger, L. (1983). The Human Legacy. New York: Columbia University Press.
  • Festinger, L. (Ed.). (1980). Retrospections on Social Psychology. Oxford: Oxford University Press.
  • Festinger, L. (1957). A Theory of Cognitive Dissonance. Stanford, CA: Stanford University Press.
  • Festinger, L. (1954). A theory of social comparison processes. Human Relations, 7, 117–140.