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Plotino: biografía de este filósofo helenístico


Plotino fue un filósofo griego autor de las Enéadas y fundador del neoplatonismo, una corriente que ejerció gran influencia no solamente en su tiempo sino también en la Europa medieval, el Islam y el Judaísmo.

Nacido en Egipto y educado en Alejandría fue alumno de Saccas, un pensador que trató de combinar el pensamiento de Aristóteles con el de Platón. Es gracias a este pensador que Plotino sabría muy bien combinar lo mejor de ambos filósofos clásicos.

Como neoplatónico reconocido que es, Plotino es visto como aquel que supo hacer oroginales comentarios acerca las obras de Platón y acabaría desarrollando su filosofía en torno a él, incorporando ciertos elementos cristianos. Aquí conoceremos su vida y obra a través de una biografía de Plotino, en la que encontrarás la información más relevante sobre su trayectoria.

Breve biografía de Plotino

No se sabe con certeza dónde nació Plotino. El sofista griego Eunapio de Sardes sostiene que nació en Licón, mientras que el lexicógrafo Suidas dice que fue en Licópolis (actual Asyut). Lo que sí se sabe es que fue natural de la provincia de Egipto bajo dominación romana, naciendo el 203 o 204 d. C. De su infancia se conoce más bien poco, como suele pasar con muchos grandes pensadores griegos clásicos. Se sabe que, ya siendo adulto, en 232 entró en el círculo del filósofo Amonio Saccas en Alejandría. Este gran personaje fue también mentor de Orígenes, Longino y Erenio.

En 242 Plotino se embarcó en una expedición bélica comandada por el emperador Gordiano III a Persia. El propósito de ello era tener un mayor conocimiento del pensamiento filosófico de Oriente Medio pero, lamentablemente, la expedición fue un fracaso, el emperador acabó siendo asesinado y Plotino se vio forzado a refugiarse en Antioquía.

Poco tiempo después lograría llegar hasta la capital del imperio, abriendo una escuela en Roma en torno el año 246. Allí gozó muy pronto del favor de la nobleza romana, incluyendo al mismísimo emperador Galieno y a su esposa Cornelia Salonina.

Plotino trató de llevar un estilo de vida lo más ascético posible y, por esto, no disponía ni de grandes riquezas ni de muchos lujos. Pese a ello era una personalidad muy generosa y desinteresada, además de caritativa. Se dice que solía acoger en su casa a niños huérfanos y les hacía de tutor. Era vegetariano, no se casó y nunca dejó que lo retrataran, por miedo a que esa representación fuera simplemente “una sombra de otra sombra”

Pero pese a no querer ser representado ni tampoco redactar una autobiografía ni nada por el estilo su discípulo Porfirio no pudo evitar plasmar sus vivencias en “Vida de Plotino”. Sería este alumno quien se encargaría de sistematizar y publicar la principal obra de Plotino, sus “Enéadas”. Durante los seis años que estuvo al lado de Plotino, Porfirio aseguró que vio que su maestro tuvo contactos con un Dios omnitrascendente un total de cuatro veces.

Es a partir del 254 en el que Plotino comienza a dejar por escrito sus obras. En total, llegó a escribir 54 tratados ordenándolos en seis libros de nueve capítulos y que componen su obra principal de las “Enéadas”. Es este libro el considerado uno de los tratados más importantes de la Antigüedad Clásica, al lado de los de Platón y Aristóteles. Plotino fallecería en torno el 270 d.C. a consecuencia de complicaciones de una dolorosa lepra, a los 66 años de edad en la región italiana de Campania.

Doctrina filosófica

La obra principal de Plotino son las “Enéadas”, una compilación de tratados que empezó a escribir a partir del año 253 hasta pocos meses antes de su fallecimiento. Como hemos comentado, la tarea de recopilar los tratados y organizarlos en libros fue hecha por su discípulo Porfirio, agrupándolos en seis grupos de nueve, dando un total de 54 tratados. Estas Enéadas recogen las lecciones que Plotino impartía en su escuela de Roma.

Plotino elaboró una estructura teológica en la que veía el universo como el resultado de una serie de emanaciones o consecuencias de una realidad última, la cual es eterna e inmaterial. Esta realidad la denominaría “lo Uno”. De esta misma surge otro principio divino, por debajo de lo Uno: el Nous.

A su vez, del Nous emana el Alma, otra entidad divina que está por debajo de las dos anteriores. Plotino coincidía con Platón en que el cuerpo es una prisión para el alma y que ésta trata de volver al origen creador, al Uno.

A continuación veremos más a fondo estas realidades de la doctrina de Plotino, realidades que su discípulo Porfirio denominaría hipóstasis. Este término no sale tal que así en los textos de las Enéadas, escritos del puño y letra de Plotino, sino que son un término introducido por Porfirio para organizar mejor todo el corpus teórico de su maestro.

Lo Uno

La idea de “lo Uno” de la teoría de Plotino es un tanto difícil de describir. Se ha entendido como un concepto que se refiere a la unidad, a lo más grande e, incluso, una idea cercana a la de Dios como entidad única e infinita. Unido con su personalidad y su figura propiamente mística, Plotino, lejos de especificar a qué se refiere con Uno exactamente prefiere mantenerlo con un cierto aire de misterio.

Lo Uno es el principio y, a la vez, el final. Es la unidad que funda la existencia de todas las cosas. El Uno está más allá del Ser y, debido a ello, no es posible definirlo de forma específica puesto que, para empezar, no se puede conocer de primera mano.

La conceptualización de Plotino sobre “lo Uno” es religiosa, y él mismo promovía una especie de monoteísmo en torno a esta idea. No obstante, se diferencia del cristianismo puesto que el Uno sería más bien una suerte de Dios personal, una entidad muy alejada de la del Dios como entidad omnipotente, omnisciente y omnipresente.

Para empezar, Plotino considera que “lo Uno” no se puede definir, no se puede predicar atributo alguno sobre él. Tratar de definirlo implica hacer una vulgar imitación de esta entidad, imperfecta y limitada, algo muy alejado de lo que realmente es.

Lo Uno es una entidad que crea, pero no lo hace por propia voluntad, sino por emanación. Lo Uno, en tanto que es como Dios, es la causa de todo lo demás y, al crear, no pierde ni gota de su propia sustancia. Las creaciones que surgen de su emanación se estructuran de forma jerárquica, en sucesivos grados de imperfección: Nous, alma y materia. La materia es la antítesis de la idea de lo Uno.

Pero pese a ser su antítesis la materia refleja a “lo Uno”, puesto que este último no deja de ser su fuente, y trata de volver a él. El ser humano también siente la necesidad de regresar a lo Uno, pero de acuerdo a Plotino debe evitar el autoengaño en que ha caído al entregarse a la pluralidad de objetos y acciones, y debe buscar la verdad en sí mismo y negar todo objeto y mediación.

El Nous

Nous es el segundo nivel de realidad o hipóstasis. Esta idea es de difícil traducción, aunque hay quienes se refieren a él como “espíritu” y otros como “inteligencia”. Plotino explica el “nous” partiendo de la semejanza entre el Sol y la Luz. El Uno sería el equivalente al Sol, mientras que el Nous lo sería para la Luz.

La función del nous como luz es la de que el Uno se pueda ver a sí mismo, pero como el nous es la imagen del Uno, es la puerta por la que nosotros podemos contemplar el Uno. Plotino afirma que el “nous” se puede observar simplemente haciendo que nuestras mentes se concentren mirando en dirección opuesta a la de nuestros sentidos. Para entenderlo mejor, el nous es esa inteligencia que nos permitiría acercarnos a la idea particular que tiene Plotino de Dios, en este caso lo Uno.

El alma

La tercera realidad expuesta en la propuesta de Plotino es el alma, la cual es de naturaleza doble. En un extremo, ésta está ligada al nous, esto es la inteligencia pura, que tira de él. En el otro extremo, en cambio, el alma se asocia al mundo de los sentidos, del cual es creadora y, también, plasmadora.

Movimiento del cosmos

Como comentábamos, de acuerdo a la visión de las realidad o hipóstasis de Plotino, tenemos tres niveles: lo Uno, el Nous y el alma. Estas están jerarquizadas convirtiendo el cosmos en una estructura ordenada. De hecho, Plotino considera que el cosmos es una realidad viva, eterna, orgánica, perfecta y bella y que, en tanto que tiene vida, tiene que tener movimiento por necesidad.

El movimiento que se puede encontrar en el cosmos se hace a través de dos fases. Una sería la de desarrollo, que procede de la unidad y hace aparecer la multiplicidad de las cosas a través de la emanación de lo Uno. La otra fase es el repliegue, que es el momento en el que las múltiples cosas creadas, de niveles inferiores puesto que son materia, tratan de volver a la unidad, a lo Uno.

Forma de conocimiento y virtud

De acuerdo con Plotino, el conocimiento sólo puede ser auténtico si está ligado a la contemplación mística a lo Uno. El problema aquí es que los seres humanos, en tanto que no somos lo Uno, no podemos comprenderlo. Lo Uno es una idea tan perfecta y completa que nuestra alma y cuerpos materiales no pueden albergar una representación fidedigna del mismo puesto que cualquier representación suya no deja de ser una imitación imperfecta.

Es aquí donde entramos en una contradicción: ¿cómo podemos tener conocimiento puro, representado en la idea de lo Uno, si no podemos siquiera comprender ese concepto? Para Plotino la única manera de superar esta aparente contradicción es no perder el conocimiento de que, realmente, lo Uno es incognoscible. Comprendiendo que esa idea no es posible conocerla pero sí acercarnos a ella es la verdadera adquisición de conocimiento.

Idea de felicidad

La idea de la felicidad es uno de los aspectos más interesantes en la filosofía de Plotino y se considera que es ésta la visión que ha inspirado nuestro concepto occidental de felicidad. Fue de los primeros en introducir la idea de que la “eudaimonia” (felicidad) solo se puede alcanzar dentro de la conciencia.

Según él, un individuo tiene una vida feliz cuando en su vida manda la razón y la contemplación, a diferencia de lo que pensaban el resto de filósofos de su tiempo quienes opinaban que felicidad era más bien ausencia de tristeza o un estado anímico entre alegría y tristeza normales.

Influencia posterior de su pensamiento

Puede que Plotino no haya llegado a ser una de las figuras de la filosofía griega tan renombradas como lo fueron Sócrates, Aristóteles o Platón, sin embargo sus Enéadas influyeron enormemente en el pensamiento de todas las culturas asentadas alrededor del Mediterráneo, llegando hasta la actualidad. Ya en su tiempo ejerció influencia en figuras como el emperador romano Juliano, el Apóstata, quien fue profundamente marcado por el neoplatonismo, y también Plotino inspiró a Hipatia de Alejandría.

También influyó en el pensamiento cristiano posterior, pudiéndose notar tintes neoplatónicos procedentes de Plotino en la filosofía Dionisio Areopagina y Agustín de Hipona. En el mundo musulmán tampoco pasó desapercibido, siendo especialmente estudiado en el Egipto bajo el régimen fatimí en el siglo XI, siendo muhos los da’i quienes adoptaron el neoplatonismo. En cuanto al judaísmo encontramos a Avicebrón y al famoso Maimonides quienes no pudieron evitar consultar la doctrina de Plotino, muy intrigados por su forma de ver a Dios con la idea de lo Uno.

Referencias bibliográficas:

  • García-Bazán, F. (2011). Plotino y la mística de las tres hipóstasis. Colección Sophia. 536 pp. Editorial El hilo de Ariadna: Malba & Fundación Costantini. ISBN 978-987-23546-2-6.
  • Ponsatí-Murlá, O. (2015). Plotino. El Uno es el principio de todas las cosas, aquello de lo que todo parte y a lo que todo regresa. RBA. ISBN 978-84-473-8731-1.