Efecto tetris: qué es y cómo crea nuevas maneras de percibir el mundo
Sin lugar a dudas, el Tetris es uno de los vídeo juegos más populares que se han diseñado en la historia del ocio digital. Al evocar su título, todos podemos visualizar cómo se desplazan sus características figuras al son de la "Music A" (un arreglo en formato MIDI de un tema de origen ruso conocido como Korobeiniki).
Millones de niños y adultos de todo el planeta le han dedicado incontables horas, pues junto a otros iconos (como los archiconocidos Mario y Sonic), forma parte del Olimpo de un área de negocio cuya progresión parece imparable.
Se trata de una obra tan conocida que incluso ha permitido dar nombre a un fenómeno de la percepción que sigue siendo objeto de mucha investigación actualmente, pero que todavía parecemos estar lejos de comprender en su totalidad. No es otro, claro está, que el efecto Tetris. Veamos en qué consiste.
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¿Qué es el efecto Tetris?
El cerebro humano, igual que el espacio o los fondos oceánicos, es todavía un misterio para la ciencia. A pesar de que nos hallamos en un tiempo de desarrollos fascinantes, todavía hoy seguimos desconociendo el órgano que habita en el interior de nuestra cabeza, exactamente el mismo que debemos usar para descubrirlo.
Cuando se describió por primera vez se le dio un papel secundario, ubicándose el peso de la conciencia en el corazón. Hoy, no obstante, se sabe que el encéfalo es el soporte orgánico de todo cuanto somos, y que incluso es capaz de variar su forma y su función para adaptarse a aquello que hacemos (si es que acaso existe alguna diferencia entre "ser" y "hacer").
La plasticidad neural es una propiedad de este órgano que le permite automoldearse para distribuir eficientemente sus propios recursos y adaptarse a las exigencias que las distintas situaciones le imponen diariamente. Así, tanto la estructura como la actividad de los tejidos nerviosos dependen de aquello que consume nuestro tiempo. En tal sentido, los hábitos son los arquitectos de nuestros pensamientos y de nuestros actos, mediante su enorme potencial para definir a largo plazo el procesamiento de la información.
La ciencia ha intentado descubrir cómo ciertas actividades cambian la estructura del cerebro, y las resonancias de todo ello sobre funciones cognitivas como la memoria y/o la atención. El Tetris ha sido, sin duda, el juego que con más frecuencia se ha utilizado en la literatura para tal objetivo. En términos puramente orgánicos, algunos trabajos han demostrado que jugar a él aumenta la densidad de la sustancia gris en los lóbulos temporal y prefrontal, básicos para los procesos cognitivos de orden superior y la memoria o la visión espacial.
A partir de estos hallazgos se llevaron a cabo muchas otras investigaciones para entender el efecto de este "cambio" sobre las dimensiones cognitivas. La literatura señala que incorporar el Tetris a nuestros hábitos se puede traducir en una mejora de los procesos de aprendizaje no verbal, de la rotación mental de figuras en dos dimensiones y de la capacidad de razonar en términos espaciales. También es probable que la práctica impacte positivamente sobre la memoria visual, e incluso hay estudios que lo han considerado útil para reducir la intensidad y frecuencia de los flashbacks postraumáticos.
Pese a ello, la mayor parte de estos efectos aún permanecen sin certificar definitivamente, ni tampoco se sabe cuánto tiempo llegarían a mantenerse en caso de existir.
Todo lo reseñado podría ser consecuencia de cambios plásticos en el parénquima cerebral, y resultaría potencialmente útil para el diseño de programas de intervención psicológica y de rehabilitación neurológica o neuropsicológica.
Más allá de los efectos positivos, no obstante, también existen estudios que han demostrado que jugar demasiado tiempo durante un día a este título puede propiciar alteraciones en la percepción y en los diversos mecanismos de los que nos valemos a la hora de procesar la información proveniente de los órganos de los sentidos. Hasta tal punto es así, que el Tetris se ha convertido en todo un paradigma de investigación dentro de la psicología cognitiva.
Para el presente artículo se hará hincapié únicamente en el último de tales fenómenos, que se ha acuñado en la literatura científica (y en la cultura popular) como efecto Tetris. Al final también se detallará cómo se extiende a contextos diferentes, puesto que sabemos que puede producirse también en otras actividades cotidianas.
¿Cómo se expresa?
El Tetris es un juego que tiene la capacidad de "enganchar" a sus usuarios, dado que consta de mecánicas simples y adictivas. Consiste en una sucesión de piezas geométricamente muy sencillas que se desplazan en scroll vertical (de arriba a abajo). La función del usuario es apilarlas de forma que encajen perfectamente, teniendo en cuenta su composición y sin que queden huecos vacíos entre ninguna de ellas. Cuando la tarea se lleva a cabo correctamente el sistema nos "premia" eliminando el acúmulo de piezas, puesto que nuestro propósito final consiste en evitar que acaben ocupando toda la pantalla. En tal momento la sesión acabaría y se haría un recuento de la puntuación total obtenida.
A medida que el tiempo transcurre sin que se haya finalizado la partida, la velocidad de esta se acelera (y también la música acompañante) y se dificulta la progresión. Cómo se intuye, el usuario permanece con la mirada fija durante el tiempo de juego, atento a una procesión de estímulos repetitiva y constante. Es así que se reproducen los criterios fundamentales para el efecto que nos ocupa, el cual pasamos ahora a describir por áreas, y que podría inundar el pensamiento o inmiscuirse hasta el insondable mundo de nuestros sueños. Aun con todo, se ha de destacar que sus efectos se presentan durante períodos muy breves, y que por tanto son generalmente reversibles.
1. Percepción de la realidad
Un efecto que describen algunos usuarios tras jugar largamente al Tetris es que su forma de percibir la realidad cambia de algún modo. Las descripciones sobre esta cuestión coinciden al señalar que se produce una "transferencia" de la tarea que se requiere durante la partida a la vida real, en la que los objetos que la forman pasan a adquirir una naturaleza más poligonal y sencilla.
Pese a que siguen siendo captados exactamente igual a través de los órganos de los sentidos, sus características cambian a lo largo del procesamiento de sus propiedades, enfatizándose el bosquejo de su silueta global y obviándose los detalles (cubos, rectángulos, círculos, etc.).
La persona sigue siendo capaz de percibir los pormenores del objeto, pero con una suerte de conciencia exacerbada de su poligonalidad elemental. Como resultado directo de todo ello suele tratar de imaginar cómo lo que le rodea podría "encajar o ajustarse", trasladándose los hábitos adquiridos en el juego a su propia vida real. Lo más común es que el horizonte pase a percibirse como la torre de piezas de Tetris, y que se escrute el contorno de los elementos que se hallan alrededor para determinar cómo podrían ensamblarse. También puede suceder lo mismo en la organización de los elementos de una casa, o en las plazas de aparcamiento que se reservan para los vehículos.
En algunos casos, incluso, la persona podría sorprenderse a sí misma tratando de apilar los objetos que le rodean de una forma parecida a como lo haría en una partida de Tetris. En este supuesto los cambios perceptivos tendrían su resonancia sobre la conducta. Por fortuna, no es lo más común.
2. Intrusión
Además de lo reseñado, algunos usuarios de Tetris señalan que, tras haber estado jugando durante varias horas, continúan percibiendo el movimiento de las piezas pese a haber dado fin a la partida.
Es común que esta sensación, que recibe la etiqueta de imagen parásita, aumente cuando se cierran los ojos o nos encontramos en lugares oscuros (donde se pierde cualquier referencia visual del entorno). También podría permanecer la característica música del juego, escuchándose en "bucle" pese a que ya no se halle en el campo perceptivo. Es por tal motivo que en la literatura científica sobre este asunto se ha considerado como una forma de alucinación, a pesar de que se mantiene la nítida conciencia sobre su origen mental.
Por último, algunas personas acaban también soñando con las piezas de Tetris cayendo una y otra vez, sin fin ni objetivo, arrastrándose la inercia del hábito hasta el mismo escenario onírico.
Causas
El efecto Tetris ocurre como resultado directo de la exposición prolongada y repetitiva a una actividad específica, a la cual se ha dirigido un esfuerzo importante en las horas previas a su irrupción. Es común después de jornadas muy largas de trabajo en las que el campo visual se redujo a un patrón de estímulos sencillos y de presentación reiterativa o, bajo el supuesto que nos ocupa, tras una partida maratoniana o excesiva al propio juego.
En todo caso, parece tratarse de una alteración en el procesamiento de la información que obedece a hábitos que se han instaurado en la cotidianidad, hasta el punto de acabar mezclándose con el día a día de modo intrusivo y/o parásito.
Aparición de este fenómeno psicológico en otros contextos
Toda actividad de nuestro día a día que tienda a desplegarse de manera prolongada, y cuyas características sean enormemente sencillas y repetitivas, es susceptible de provocar efectos similares a los descritos para el Tetris. Pese a que el fenómeno fue popularizado a partir del juego, alude a una realidad del procesamiento humano que se extiende más allá del mismo y que se reproduce ante estímulos que albergan las cualidades señaladas.
Así, quien se dedica a la escritura podría verse invadido por líneas de texto sobre el fondo blanco del ordenador, y quien trabaja de cocinero podría mantener la visión de su mesa de trabajo incluso al entrar en la cama.
Los estímulos que llegan a detonarlo son, por tanto, enormemente variados. Y en todo caso, describirán el modo en que el cerebro humano se adhiere a los hábitos y los posibles efectos de tipo neuroplástico que a ello subyacen (los cuales siguen desconociéndose en gran parte).