Trastornos de Personalidad: mitos y realidades
La Psicología lleva décadas hablando de los distintos tipos de personalidad y de cómo influyen en nuestra manera de interpretar el mundo.
Podemos encontrar dos maneras de tratar este tema, por un lado los profesionales que describen tipos de personalidad normal y su predisposición a diferentes enfermedades físicas, como el famoso tipo A y tipo B de personalidad, el primero propenso a enfermedades cardiovasculares y estrés. Y la otra manera es tratarlos como trastornos de personalidad.
Mitos y realidades sobre los trastornos de personalidad
Pero hoy queremos hablar de este segundo punto: trastornos de personalidad. Los trastornos de personalidad se definen como un patrón permanente e inflexible de comportamiento que se aleja mucho de las expectativas según la edad y la cultura de la persona. Es decir, alguien que no se comporta como cabría esperar y que interpreta el mundo de una manera diferente. Con los años han ido desapareciendo algunas categorías diagnósticas que han tenido mucho eco en nuestra cultura, como el Trastorno de Personalidad Múltiple, que ha dado pie a guiones de películas tan conocidas como el Dr. Jekyll y Mr Hyde, pero que hoy en día no aparece como tal en los manuales de diagnóstico (DSM-V).
¿Fueron estos trastornos mitos o realidades? Su existencia o no en el pasado, el basamento científico que crea el consenso de que una psicopatología tiene un conjunto de características propias, es algo difícil de valorar. Actualmente, esta categoría diagnóstica ha desaparecido y podríamos ver rasgos similares en el Trastorno Disociativo de la Personalidad. Lo realmente interesante de este tema es observar hasta qué punto los cambios socioculturales que se producen a lo largo de los siglos correlacionan con cambios clínicos, cambios en los síntomas y en los trastornos mentales.
Trastornos de personalidad: verdades y mentiras
Hay trastornos de personalidad que desaparecen de los manuales y otros que surgen y se ponen de moda, como es el caso del trastorno límite de personalidad, uno de los más diagnósticados en los últimos tiempos y de los más difíciles de tratar. Son personas impulsivas e inestables que presentan grandes dificultades en sus relaciones interpersonales.
Resulta curioso el hecho de que la mayoría de patologías más diagnosticadas del siglo XXI tengan como denominador común la impulsividad. Tal es el caso del TDAH, el TLP, etcétera.
Volviendo a la personalidad, podríamos decir que existe un continuo que viaja desde el trastorno de la personalidad a la enfermedad mental, en muchos de los trastornos de personalidad existe un trastorno mental en el polo opuesto:
- Trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad — Trastorno obsesivo-compulsivo
- Trastorno esquizotípico de la personalidad — Esquizofrenia
- Trastorno Paranoide de la Personalidad — Esquizofrenia paranoide
Parece que son manifestaciones menos graves de estas patologías.
El Trastorno Antisocial en el cine
Otro trastorno de la personalidad que ha gustado mucho en el cine y que ha dado lugar a múltiples films en que alguno de los personajes tiene esta característica ha sido el trastorno antisocial (o el psicópata, como se conoce popularmente). Películas como El silencio de los corderos (1991), que nos muestran al psicópata como alguien muy inteligente y especial, que además es un asesino en serie. Existen otras películas que han tratado estos temas, como puedes comprobar en el artículo “Películas sobre psicología y trastornos mentales” Pero, ¿qué hay de verdad y de mentira en todo esto?
La realidad es que las personas que padecen trastorno antisocial suelen tener problemas con la justicia por su tendencia a cometer actos delictivos menores, que están muy lejos de los asesinatos en serie. Hay un cierto desprecio y una violación de los derechos de los demás en beneficio propio y sin ningún sentimiento de culpa. Pero matar a los demás no suele ser su objetivo, se trata pues de una atribución errónea: las personas con trastorno antisocial no son asesinos potenciales.
También hemos visto en el cine algunos personajes con trastorno obsesivo-compulsivo, esta vez bastante fiel a la sintomatología típica de este trastorno. En Mejor… Imposible(1997), Jack Nicholson interpreta a un escritor de novelas románticas con un buen arsenal de compulsiones con las que tiene que lidiar a diario. Aunque el trastorno de personalidad obsesivo-compulsivo difiere en algo del trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), no deja de ser un continuo en cuanto a gravedad y muchos de los síntomas son comunes: patrón de preocupación por el orden, perfeccionismo y control. Este tipo de trastorno de personalidad ha sido retratado en miles de películas de sobremesa, con personas obsesionadas por el trabajo, por el orden y el perfeccionismo, que necesitan controlar todo su entorno y que asfixian a los que tienen a su alrededor.
Recapitulando: hacia una visión reposada de los trastornos de personalidad
Pero la realidad de este trastorno va más allá, porque en su extremo más grave puede bloquear a la persona en su vida diaria, por su marcada lentitud en realizar las tareas. Para hacer una cosa perfecta debes dedicarle mucho tiempo, tanto que a veces es inviable poder terminarla en un plazo de tiempo razonable, y esto provoca que muchas veces no inicien una actividad porque saben que no pueden hacerla como ellos quieren, dejando así de hacer muchas cosas y dando la impresión de que están desmotivados o son gandules. Nada más lejos de la realidad. Son muchos los trastornos de personalidad que se ven reflejados en nuestro cine, pero la realidad es que son trastornos de difícil tratamiento y que afectan mucho al día a día de la persona que lo padece.
Seguro que con los años, veremos desaparecer algunos trastornos que ahora existen y aparecer otros nuevos, porque la personalidad no es solo genética, también es fruto de un contexto social, cultural; emerge de nuestras creencias y de nuestras relaciones interpersonales… y en consecuencia el catálogo de trastornos difícilmente acaecerá una imagen fija.
¿Qué trastornos de personalidad definirán el siglo XXI?